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Qué hacer con los bitcoins de una persona fallecida y cómo funciona la búsqueda inversa de imágenes. El 57º consultorio de Maldita Tecnología

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Bienvenidos, malditos y malditas, a una nueva edición del consultorio tecnológico. Habéis vuelto a poneros técnicos y nos habéis preguntado por la tecnología que hay detrás de la búsqueda inversa de imágenes, una técnica incluida en nuestra Caja de Herramientas, para detectar si una imagen está manipulada. Además, vuelven los temas de bitcoin, concretamente qué hacer con los que tenía una persona que ha fallecido.

¡Queremos más preguntas! No os guardéis ninguna duda y enviádnoslas todas: a nuestro correo electrónico ([email protected]), por Twitter, Facebook o si no dejadla en este formulario. ¡Vamos allá!

¿Cómo funciona exactamente el sistema de búsqueda inversa de imágenes? ¿Cómo sabe Google -o cualquier buscador- comparar esa imagen con otras indexadas en la web?

No es la primera vez que nos pedís que nos metamos en estos jardines técnicos, ¡pero todo sea por los malditos y las malditas! Antes nos habíais preguntado cómo consiguen los filtros de TikTok o Instagram cambiarnos la cara y también cómo funciona la tecnología que crea imágenes de caras que no existen. Detrás de todo ello actúan programas informáticos basados en inteligencia artificial: redes neuronales. Hay diferentes tipos según el resultado que se quiera obtener, así que en esta ocasión vamos a hablar de cómo funcionan las diseñadas para poder hacer búsquedas inversas de imágenes.

Para ello contamos con la ayuda de Lluis Gómez, investigador del Computer Vision Center de la Universidad Autónoma de Barcelona, que nos explica que en su forma más general, la búsqueda inversa de imágenes busca calcular la similitud entre dos imágenes. Pero no viendo lo que hay en la imagen, sino calculando parámetros de ella.

Piensa que las máquinas no pueden “ver” las cosas como hacemos nosotros ni tampoco “interpretarlas”. Para un programa informático, gran parte de todo lo que puede llegar a analizar está traducido a unos y ceros. Estas dos unidades mínimas (0 y 1) se llaman bits y la traducción al mundo digital de las cosas que ves en tu pantalla o de las aplicaciones que tienes en el móvil son en realidad secuencias más o menos largas de estos dos dígitos. Por eso, en este entorno, todo debe analizarse con valores numéricos y haciendo cálculos matemáticos.

“Simplificando mucho, de entrada sabemos que las imágenes digitales no son más que un conjunto de valores numéricos: la intensidad de color en cada uno de los píxeles de la imagen”, expone Gómez. Un píxel es la unidad básica de medida de una imagen y se basa en su color. 

“Ahora imagina que tenemos una función matemática F que es capaz de transformar esa información numérica (la imagen original) en las coordenadas de un punto en un plano”. Es decir, una función matemática que hace que las medidas que coge de esa imagen se representen en un gráfico mediante un puntito que coloca a una altura u otra. Según la cercanía que tengan esos puntos entre sí, las imágenes que se están analizando pueden ser más similares. Gómez nos muestra la siguiente ilustración para entenderlo un poco mejor:

Imagen cedida por Lluis Gómez.

A la hora de analizar una imagen de forma automática, un programa informático no va a saber realmente que lo que está analizando es la foto de un perro, un gato o una bicicleta. Lo que hace es calcular las medidas que tiene de cosas que sí puede analizar (el valor numérico de los píxeles) y las representa en un plano. En realidad, son las personas que hay detrás de ese programa las que luego lo entrenan para que asocie ciertos valores con lo que realmente hay en la foto. Ahora vamos con más explicación.

La función “F” a la que se refiere Gómez es una función matemática que puede variar, ya que se calcula usando distintos métodos computacionales. En el caso de los sistemas de búsqueda inversa de imágenes se suelen utilizar redes neuronales artificiales para calcularla. Como te recordamos de tanto en tanto, al final los programas informáticos y los algoritmos funcionan a base de resolver operaciones matemáticas.

“Las redes neuronales artificiales son un modelo computacional capaz de aprender a realizar ciertas tareas a base de mostrarle muchos ejemplos. Para que una red neuronal aprenda a proyectar imágenes en puntos de forma que nos sirvan en un sistema de búsqueda deberemos mostrarle millones de ejemplos de imágenes similares y de imágenes disimilares”, añade. 

Lo que necesitamos de ellas es lo siguiente: primero, que le asignen un puntito en el gráfico a cada imagen que hayamos recogido. Después, cuando tengamos la foto que queramos comparar, que la proyecte también en el gráfico y que calcule la distancia que hay desde el punto donde la proyecta hasta el resto de puntitos (que no olvidemos, representan al resto de imágenes). Por último, el programa informático deberá ordenar todas las imágenes representadas según la distancia que haya entre los puntos. Las que queden más cerca, serán las más parecidas.

Este proceso, traducido en lo que nosotros vemos cuando hacemos una búsqueda inversa de una imagen, se corresponde con el momento en el que subimos la imagen a Google, a Yandex o a cualquier otro buscador y esperamos a que nos devuelva una lista de fotos parecidas. A veces coinciden porque son exactas y otras simplemente nos muestran imágenes que son parecidas entre sí.

Ejemplo de búsqueda inversa con una calle llena de gente en Buenos Aires. No arroja resultados iguales pero sí localiza la zona.

A diferencia del ejemplo del gato, el perro y la bicicleta, “las redes neuronales no proyectan las imágenes en espacios de dos dimensiones como en la figura anterior, sino que las proyectan en espacios de alta dimensionalidad”, continúa Gómez. Pero juegan con que el concepto de la distancia sigue siendo el mismo. Ten en cuenta que estos programas tienen que hacer búsquedas entre billones de imágenes, o sea que se hacen en computadoras de altas prestaciones para que sean mucho más rápidas.
Con todo, este investigador nos recuerda que estos sistemas no son infalibles y que no solo a veces pueden devolvernos resultados imprecisos, sino que pueden llegar a reproducir muchos sesgos que pueden estar presentes en la colección de imágenes que estemos analizando. Por ejemplo, en otra ocasión te explicamos cómo un programa informático de este tipo había confundido a una pareja de personas negras con gorilas.

¿Qué pasa con el bitcoin de alguien que se muere si nadie tiene acceso a su cartera?

Para hacer o recibir cualquier pago con bitcoins es necesario tener una cartera específica para ello. Haciendo la comparación con el dinero tradicional, este monedero virtual haría la función de cuenta bancaria: compartiendo un código identificador puedes hacer que otra persona te ingrese criptomonedas desde su cuenta personal.

Aunque ya nos habéis preguntado alguna vez cómo funcionan las transacciones de bitcoin, basadas en ese concepto tan de moda como blockchain, en esta ocasión vuestra duda está centrada en un caso muy específico, el del fallecimiento del titular de uno de estos monederos.

Lo primero que hay que saber es que este tipo de carteras digitales funcionan con dos claves: una privada, que es la que el usuario utiliza para gestionar su patrimonio de criptomonedas, y otra pública, que es la que cede a terceras personas para realizar las transacciones. Para abrir una de estas cuentas es necesario aportar varios datos personales como nombre y apellidos, email, número de teléfono o dirección.

Esta clave privada es intrasferible y debe guardarse en secreto. Si se hace pública, el resultado es algo similar a dejar tu tarjeta de crédito en mitad de una plaza con el código pin pegado en un post-it.

Si una persona muere sin haber dejado ninguna copia de esta clave privada o sin especificar en su testamento quienes serán los herededos de sus bitcoin, la gestión se complica y será muy difícil recuperar el dinero.

El primer paso sería ponerse en contacto con la plataforma que está ofreciendo el servicio. Hay muchísimas y cada una ofrece una fórmula diferente. Tal y como explican en esta guía de la Oficina de Seguridad del Internauta, puedes gestionar el monedero a través de un software que se instala en tu ordenador, desde el propio navegador o desde una aplicación móvil. 

También se han popularizado los monederos físicos, que son casi idénticos a un pendrive o disco duro y que añaden una capa extra de seguridad al proteger tu clave privada sin necesidad de depender de servidores externos que pueden ser hackeados.

Desde Coinbase, uno de los servicios más populares de monederos de criptomonedas, explican a Maldita.es que la fórmula más fácil para recuperar los bitcoin de una persona fallecida es que esta haya dejado su clave privada en manos de una persona de confianza. De otro modo, acceder a la cartera se volvería casi imposible.

“Los fondos de un monedero bitcoin sólo son accesibles para quien tenga la clave privada. Si los descendientes tienen esta clave privada podrán recuperar los fondos. Si no, suelen ser inaccesibles”, afirman.

Las plataformas pueden tener (o no) una política para reclamar bitcoins de un familiar fallecido. Coinbase, por ejemplo, ofrece la posibilidad siempre y cuando dispongamos de varios documentos oficiales: el certificado de defunción, testamento y la identificación legal de las personas beneficiarias del saldo de bitcoin.

Como ya te contamos en este artículo sobre la gestión de los perfiles sociales de personas fallecidas, para agilizar cualquier trámite relacionado con el mundo digital es conveniente haber dejado ante notario las órdenes precisas sobre qué hacer con cuentas y contraseñas. Dejar en un documento oficial los pasos a seguir en este testamento digital también ayudará a la hora de justificar ante las plataformas que eres el heredero designado por la persona fallecida.

Antes de que os vayáis...

No somos técnicos o ingenieros pero contamos con mucha ayuda de personas que son expertas en su campo para resolver vuestras dudas. Tampoco podemos deciros qué servicio usar o dejar de usar, solo os informamos para que luego decidáis cuál queréis usar y cómo. Porque definitivamente, juntos y juntas es más difícil que nos la cuelen.

Si tenéis cualquier duda sobre esta información o cualquier otra relacionada con la manera de la que te relacionas con todo lo digital, háznosla llegar:


Primera fecha de publicación de este artículo: 13/07/2021

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