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MALDITA CIENCIA

¿Llevar zapatos es bueno o malo para la salud y la forma del pie?

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  • El calzado es útil para proteger el pie del frío, del calor y de lesiones al caminar
  • Un calzado inadecuado (con demasiado tacón, demasiado planos o demasiado estrechos) puede ser perjudicial para la salud de nuestros pies
  • Los expertos aconsejan que los adultos permanezcan descalzos siempre que sea posible y que los bebés, directamente, no usen calzado

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Aclarado el mito de que andar descalzos facilita que pillemos un resfriado (spoiler: no), vamos un paso más allá guiño, guiño: andar sin zapatos, ¿es mejor o peor para la salud de nuestros pies? Habéis preguntado por ello en La Dudoteca. La respuesta es compleja. En resumen, aunque los zapatos protegen nuestros pies, utilizar calzado inadecuado puede generar problemas en ellos. Además, según las evidencias, es importante que nuestro pie permanezca descalzo siempre que la situación lo permita.

El calzado protege el pie

Al caminar descalzos, nos arriesgamos a cortarnos o herirnos los pies, así como a que estos se lesionen por roces. De ahí la utilidad del calzado, cuya función principal es protegerlos de las agresiones externas del terreno sobre el que andamos. También reducen la posibilidad de contagio de hongos en lugares públicos como piscinas o vestuarios, como recuerda en La Dudoteca la podóloga y biomecánica Maria Ruiz Ramos.

El calzado también protege el pie de la temperatura, tanto en zonas frías como muy cálidas donde el suelo quema, añade a Maldita.es Francisco Alonso Tajes, podólogo, profesor de la Universidade da Coruña y miembro fundador de la Sociedad Española de Biomecánica y Ortopodología (SEBIOR).


La forma del calzado puede ser causa o solución de patologías

En adultos, la forma del calzado y la altura de la zona del tacón pueden ser causa o solución de diferentes patologías, señala Ramos. “Hay calzados que son una cárcel para el pie y no se recomienda abusar de ellos”. Es el caso de los zapatos con un gran tacón que provocan una importante inclinación de la parte posterior del pie respecto a la delantera, aclara Alonso Tajes. Estos zapatos pueden sobrecargar la parte anterior del pie y acortar la musculatura de la parte posterior de la pierna.

Los zapatos pueden contribuir a cambios estructurales como hacen los zapatos muy estrechos y los tacones excesivos, incide Alonso. Entre ellos, lesiones que “son irreversibles y necesitan de cirugía para su corrección”, añade la podóloga María Ruiz. Ejemplos bastante comunes son los juanetes (o hallux valgus), los dedos en garra o que el dedo meñique ‘se esconda’ por debajo del resto (infraductus). 

No obstante, el calzado plano y de suela fina tampoco es el más adecuado para nuestros pies: provoca tensión en el arco plantar y en la planta del pie, lo que genera dolor en la zona. “Los principios de la calzadoterapia recomiendan no usar el calzado que es dañino. No hay solo un calzado que sea dañino y depende del contexto”, indica el podólogo Alonso. Por ejemplo, las botas de taco son adecuadas para jugar al fútbol en césped, pero son dañinas para correr en un suelo duro. “Hay que elegir el calzado correcto para cada momento”, señala Ramos.

Los bebés no deben usar zapatos

Tanto Ramos como Alonso recuerdan que los bebés no deben usar calzado. El motivo es que los bebés tienen pies muy sensibles, lo que contribuye a que tanto calcetines como zapatos les desconecten de su entorno y les hagan sentir más incómodos. De ahí que la recomendación sea que los más pequeños permanezcan descalzos el mayor tiempo posible

Los adultos también debemos estar descalzos cuando sea posible

Y en los adultos, ¿mejor andar con o sin zapatos? Dado que, a pesar de ser parecida a la de la mano, no ejercitamos la musculatura del pie (como sí lo hacemos con las extremidades superiores, al utilizarlas en forma de garra, por ejemplo, al sostener objetos), esta zona suele estar debilitada. “Esta debilidad contribuye a que haya más pies planos”, aclara Alonso. La migración hacia las ciudades y, con ello, la necesidad de permanecer más tiempo calzados, y también impide el trabajo de esta musculatura. Hacer ejercicios como coger toallas u otros objetos con los dedos del pie mejora la fascia plantar (el tejido grueso en la planta del pie), explica el podólogo. 

Los tres consejos de Francisco Alonso para evitar problemas en la zona es mantener el pie descalzo siempre que sea posible, como en casa y en la playa (si sentimos frío, ponernos calcetines), ventilar los pies y moverlos.

Correr descalzo y los zapatos ‘barefoot’

Aunque no es lo habitual, hay personas que optan por correr descalzas por ser, en teoría, más natural y menos dañino. Sin embargo, la realidad es que las posibles consecuencias derivadas de este tipo de actividad dependen de la técnica de carrera, no de estar calzados o no, aclara Alonso. Una revisión sistemática de 2014 (con datos recopilados hasta 2013) de los estudios al respecto a concluyó que no hay evidencia suficiente para sacar conclusiones definitivas sobre los riesgos y beneficios de correr descalzo, con calzado normal o zapatos minimalistas, también conocidos como calzado barefoot (descalzo en inglés) o respetuosos. Según sus fabricantes, estos calzados “extremadamente ligeros, transpirables y cómodos” respetan la forma real del pie y permiten su movilidad natural.

En cambio, los zapatos MBT (Masai Barefoot Technology) sí tienen un efecto en la biomecánica de las piernas y pies durante la marcha. Aun así, no hay estudios suficientes como para concluir si estos cambios son o no beneficiosos, según una revisión sistemática de 2015. La tecnología MBT consiste en el uso de una suela curvada que consigue una situación similar a que el terreno dejase de ser plano y estable. Así, según su productor, el cuerpo se ve obligado a utilizar más músculos para compensar y generar estabilidad.

No obstante, otra revisión sistemática de 2017 sobre el uso de calzado inestable como el MBT reveló que hay factores de confusión que pueden influir en los resultados de investigaciones anteriores y que se necesitan estudios homogéneos para probar sus posibles beneficios clínicos. 


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