Mujeres entrenando con un peso minúsculo y a través de infinitas repeticiones o trabajando todos los grupos musculares cada día, porque “esta es la forma ideal de hacer ejercicio de fuerza en mujeres”. Hombres venciendo pesos desorbitados con repeticiones mucho menos numerosas y focalizándose en un único grupo muscular por sesión porque “esta es la forma ideal de hacer ejercicio de fuerza en hombres”. ¿Realmente interfiere el sexo en la estructura y planificación de este tipo de entrenamiento? No: lo cierto, en palabras de Sara Tabares, directora de Performa Entrenadoras Personales y autora del libro Ellas entrenan +40, es que no deberían existir diferencias de género en la selección de ejercicios.
“La mujer puede y debe hacer las mismas acciones y movimientos que un hombre. Podemos tener disparidad en las preferencias, pero eso no implica que no seamos capaces de realizar los mismos ejercicios”, explica la experta a Maldita.es. Es decir, no hay ejercicios específicos según el sexo de quien los practique. “Las mujeres y los hombres somos capaces de entrenar los mismos gestos. Las mujeres deberíamos entrenar con peso libre, con el propio peso corporal y trabajar con intensidad (carga)”, añade.
Hay ocasiones en las que la supuesta diferencia a la hora de entrenar viene dada por el miedo a aumentar el volumen corporal como consecuencia del desarrollo del músculo. Traducción: para evitar verse más ‘grande’, se escoge un peso ligero y un aumento de repeticiones del ejercicio. “Muchas mujeres todavía creen que el entrenamiento de fuerza está compuesto por series en las que mueves poco peso y haces un número infinito de repeticiones”, señala Tabares. Sin embargo, este es otro gran mito deportivo.
“Se requiere de una gran disciplina y un entrenamiento y alimentación planificados para que esto [la hipertrofia muscular] ocurra. Y aún así, debido a la menor cantidad de testosterona que presentan las mujeres en comparación a los hombres, siempre resulta más complicado que ellas ganen masa muscular”, explican en The Conversation Alberto Pérez, profesor de fisiología del ejercicio en la Universidad de Alcalá y Aitor González y Laura Garriga, expertos en ciencias de la actividad física y el deporte.
Lo que sí existe es la necesidad de un abordaje de la planificación de la actividad física con perspectiva de género. Tabares recuerda que hay momentos fisiológicos que marcan la vida de las mujeres. Entre ellos, la llegada de la regla, su desaparición o los partos. “No es lo mismo envejecer siendo mujer que hombre”, subraya.
“Si la menopausia o los postpartos [también] los pasaran ellos, la medicina se hubiera puesto aún más las pilas para hacer frente a los síntomas que, a veces, empeoran nuestra calidad de vida. Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de diseñar un plan de entrenamiento. Somos nosotras y nuestro contexto. Una mujer, un postparto. Una mujer, una menopausia. No hay dos iguales”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Sara Tabares, experta en ciencias de la actividad física y del deporte.
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Este artículo forma parte del 228º consultorio de Maldita Ciencia.