Todos los organismos de salud pública han incluido, en sus informes técnicos y protocolos sobre la viruela del mono, apartados dedicados a aconsejar sobre qué mensajes deben transmitirse y cuáles se deben evitar.
El Ministerio de Sanidad de España, el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, siglas en inglés) son muy conscientes de que se tienen que hacer esfuerzos en prevenir, diagnosticar y curar enfermedades pero también deben cuidar cómo se comunican al público.
Los casos de viruela del mono fuera de su zona endémica (África central y occidental) se han identificado principalmente —aunque no exclusivamente— entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Por esta circunstancia, es fácil dar en redes sociales con imágenes y mensajes dañinos, malintencionados, estigmatizantes y desinformadores que señalan a hombres gais y bisexuales y a la comunidad LGTBI+ en general. Sin embargo, una infección de esta viruela no es un indicativo de la orientación sexual. Es más, cualquier persona puede contraerla, independiente de su género u orientación, mediante contacto estrecho con otra persona infectada, con sus lesiones en la piel o con materiales que haya empleado.
Narrativas e imágenes estigmatizantes contra la comunidad LGBTI
El programa de las Naciones Unidas dedicado al VIH/sida, ONUSIDA, expresó en un comunicado el 23 de mayo su “preocupación” por cómo se está caracterizando a las personas LGBTI y africanas con la viruela del mono: “Tales representaciones refuerzan los estereotipos homofóbicos y racistas y exacerban el estigma”. A pesar de que este programa de la ONU está dirigido a otra enfermedad, el organismo encuentra muchísimas similitudes entre las malas prácticas narrativas que se emplean con esta viruela y con la de la pandemia del sida.
Algunas malas prácticas que hemos detectado en Maldita.es sobre la comunicación de la viruela del mono son contenidos que usan imágenes del Orgullo LGTBI+, de fiestas multitudinarias o mensajes que apuntan a la orientación sexual como foco de la alerta: “Un festival con 80.000 gais”, “tener sexo con hombres en ‘saunas y gasolineras’” o directamente llamar a la viruela del mono “un virus LGTBI+”.
Rubén Serrano, periodista especializado en realidad LGTBI+, género y VIH/sida, criticaba en su cuenta de Twitter cómo determinados medios informaban sobre el cierre de un local por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid: “El mensaje que se lanza es que es culpa de los gais por ser como son y se activa [el virus] por ser promiscuos, follar tanto. Fiscalizando desde la mirada hetero nuestra sexualidad, estigmatizando y señalando como pasó con el VIH y sida”.
La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) ha pedido a las autoridades sanitarias, agentes políticos y medios de comunicación “responsabilidad” en cuanto a los mensajes que se transmiten sobre esta viruela. Tanto la Federación como ONUSIDA recalcan en sus comunicados que el riesgo de transmitir la viruela del mono no es exclusivo de hombres que tienen sexo con hombres y que los mensajes estigmatizantes “socavan la confianza y la capacidad de responder eficazmente durante brotes como este”.
“Es necesario señalar las importantes repercusiones que tiene vincular una enfermedad con un colectivo, tanto a nivel social, como a nivel personal y psicológico, puesto que crea un estigma que, si se asienta, es muy difícil de combatir”, destaca la FELGTBI+. Agregan que estos mensajes tienen doble efecto: por un lado, el de “estigmatizar a colectivos vulnerables” y, por otro, “generar una falsa sensación de invulnerabilidad (falsa seguridad) en el resto de la población”.
El estigma también genera problemas de salud
Los fenómenos de estigmatización tienen consecuencias. En estudios de sociología y psicología social se observa que estos mensajes generan lo que se denomina ‘la cascada del estigma’. Se trata de un proceso que ocurre en cuatro pasos: etiquetaje, que es identificar con un nombre una característica “que se desvíe de aquello que se considera socialmente normal”; asociación a la etiqueta de atributos negativos; separación física, social o simbólica de quienes tengan la etiqueta, una acción que ya exige una acción humana consciente; y la pérdida de estatus de las personas separadas, esto es, la discriminación.
En situaciones en las que el estigma se vincula a una alerta sanitaria, esta cascada no solo resulta injusta, sino que genera problemas de salud pública. Reyes Velayos, presidenta de Apoyo Positivo y de la Coordinadora Estatal de VIH y sida (CESIDA), destaca en Agencia SINC cómo “la desinformación, la información no contrastada y el señalar a un grupo de personas como origen y destino del brote no ayuda a la prevención real de la transmisión de este virus”.
Sergio Villanueva Baselga, profesor de Comunicación en la Universitat de Barcelona, recuerda en The Conversation algunas de las marcas de este estigma que se asociaron a las personas con VIH. Antes del desarrollo de los tratamientos antirretrovirales, estos pacientes desarrollaban sida, “que dejaba marcas muy evidentes por la fuerte inmunodepresión: delgadez, palidez, sarcomas, etc.”
“El VIH dejó durante mucho tiempo marcas físicas reconocibles que enseguida fueron etiquetadas (seropositivo, sidoso) y asignadas con atributos negativos que son reflejo de la moral del momento: promiscuo, sucio, irresponsable, drogadicto, buscona, paria. En definitiva: putas, yonkis y maricones”, señala Villanueva.
Revisiones científicas que exploran cómo estos mensajes han afectado a la salud de las personas con VIH revelan que este estigma se asocia de forma significativa con bajo apoyo social, mala salud física y mental y dificultades para acceder al mercado laboral.
En otra serie de ejemplos, como en el caso de las personas con obesidad, la literatura apunta a que su discriminación se relaciona con más riesgos sanitarios y peor autopercepción de su salud. Incluso en el caso del cáncer de pulmón el estigma que sufren sus pacientes —vinculado al tabaquismo— se asocia con más riesgo de depresión y peor calidad de vida.
Por último, este artículo de Our World in Data sobre enfermedades erradicables, elaborado por investigadoras en análisis de datos, salud pública y enfermedades infecciosas, indican que también hay que tener en cuenta el estigma a la hora de identificar los síntomas de una enfermedad.
Por ejemplo, la hepatitis C es una enfermedad que cumple todos los criterios de erradicación —enfermedad infecciosa transmisible, medios para prevenir o curarla, pocos patógenos que lo causen y síntomas identificables, entre otros— pero, como se trata de una condición con alta prevalencia entre usuarios de drogas, existen dificultades en identificar sus casos. Este informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías explora en profundidad la epidemiología de la hepatitis C entre usuarios de drogas.
Qué aconsejan los organismos de salud pública
El ECDC recalca en su informe de valoración de riesgos que es importante que las autoridades sanitarias comuniquen los riesgos de este brote de viruela del mono, incluyendo características específicas de la situación actual “para que la gente en riesgo pueda adoptar medidas preventivas y busquen tratamiento”.
Eso sí, se debe hacer un balance entre informar a la gente en riesgo y “comunicar que este virus no se transmite fácilmente entre humanos”. A 1 de junio de 2022, el ECDC considera que el riesgo es “moderado” para personas que tienen múltiples parejas sexuales y “bajo” para la población en general.
Del mismo modo, el centro europeo insiste en que hay que hacer un esfuerzo para que no ocurra una estigmatización basada en la orientación sexual o en prácticas sexuales: “Los mensajes deben subrayar que este virus se transmite por contacto estrecho entre personas, especialmente en el mismo hogar, incluso durante el contacto sexual. También se puede indicar que una infección de viruela del mono no es un indicativo de la orientación sexual ni de que la orientación influya en su susceptibilidad a la enfermedad”.
Andy Seale, del departamento de VIH Global, Hepatitis y Programas de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) de la OMS, explicó en un vídeo de preguntas y respuestas que existe “un montón de estigma y discriminación que rodea muchas enfermedades”. “Esto no es una ‘enfermedad gay’, como gente en las redes sociales están intentando identificar, cualquiera puede infectarse de esta viruela”.
Así, parte de la recomendación de salud pública de la OMS y del ECDC es trabajar con comunidades consideradas como ‘prioritarias’, bien por el riesgo a la salud que pueda suponer esta enfermedad (para personas inmunocomprometidas o trabajadores sanitarios) o por el riesgo de estigmatización: “Deben ser contactados, informados y preguntados para conocer su situación, sus percepciones y sus preocupaciones”.
En definitiva, el mensaje que el ECDC está transmitiendo a las organizaciones de la sociedad civil de toda Europa, en base a lo que recomiendan los expertos en comunicación de riesgos, es el siguiente:
“La viruela del mono se está extendiendo en Europa, en particular entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Se transmite a través de un contacto estrecho, como durante relaciones sexuales o a través de la ropa de cama o juguetes sexuales contaminados. Si tú o cualquier pareja reciente (en los últimos 21 días) tiene erupciones inusuales o llagas, ponte en contacto con tu especialista en salud sexual (puedes encontrarlo en la web https://www.testfinder.info) o con tu médico de cabecera”.