Como cada Navidad, puede que junto a familia o grupo de amigos, eres tú quien decide por qué brindar un fin de año más y, sobre todo, con qué: cócteles, mezclas de licores con zumos, refrescos… ¿Son saludables? No suelen serlo: tanto el alcohol, si lo llevan; como los zumos, bebidas o cremas azucaradas hacen de ellos productos cuyo consumo, cuanto más puntual sea, mejor.
El alcohol no es beneficioso para la salud en ningún caso, tampoco de forma moderada
En la mayor parte de la carta de cócteles, las protagonistas son una o varias bebidas con alcohol. Nada nuevo: se trata de una sustancia sobre la que la evidencia científica ha demostrado que perjudica nuestra salud y de la que no existe un nivel de consumo que se considere seguro. Lo que muestran las investigaciones es que el único consumo seguro de alcohol es cero, como también recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El consumo de bebidas alcohólicas está relacionado con un mayor riesgo de alta presión arterial, enfermedad cardiaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del hígado, problemas digestivos y cáncer (de mama, boca, garganta, laringe, esófago, hígado, colon y recto). También con problemas en el aprendizaje y la memoria, de salud mental, familiares y laborales.
El alcohol light no es la solución: sigue siendo alcohol
Según explicaba a Maldita.es Daniel Ursúa, dietista-nutricionista, la denominación ‘alcohol light’ es el nombre comercial que se utiliza para hacer referencia a la reducción del porcentaje de alcohol respecto a la bebida original. Es el caso de la ‘ginebra light’ o ‘el whisky light’, con una graduación alcohólica de 20º en lugar de los 37,5º y 40º originales, respectivamente.
Ahora bien, esto no quiere decir que sea una versión del mismo producto con menos carga calórica, como sí ocurre con los batidos o refrescos light, sino un producto distinto: por ley, las bebidas espirituosas deben tener una graduación alcohólica mínima para que pueda denominarse como tal producto.
Según valoraba el tecnólogo de los alimentos Miguel Ángel Lurueña, en teoría, una bebida de 20º es “menos mala” que una de 40º, aunque ambas son perjudiciales. ¿Qué ocurre? A la hora de la verdad, “puede que incluso bebamos más cantidad, ya que el sabor y efecto del alcohol light son más suaves que los del que tiene 40º”.
Tenga o no tenga alcohol, probablemente la ‘receta’ rebose azúcar
Uno de los principales ingredientes de los cócteles son los refrescos y zumos industriales con un alto contenido en azúcar. En Maldita.es ya hemos hablado sobre las repercusiones que este ingrediente puede tener en nuestra salud tanto a corto, como a medio y largo plazo. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, en un ranking de las bebidas más saludables, “las azucaradas se encuentran al final de la lista, porque proporcionan muchas calorías y prácticamente ningún otro nutriente”.
Además, el azúcar no solo está presente en los refrescos ultraprocesados o zumos industriales: en caso de que el preparado en cuestión presuma de estar hecho con zumo ‘natural’ o ‘recién exprimido’, tampoco será recomendable ni podrá equipararse a los beneficios de comer una pieza de fruta.
No es que el zumo de una fruta tenga más azúcar que la pieza entera, sino que llega a nuestro cuerpo de formas distintas, lo que supone un efecto diferente: al pegar un bocado y masticar la fruta entera, tomamos azúcar intrínseco, el que está en la matriz del alimento sin procesar y cuyo consumo no es perjudicial. Si la exprimimos, sin embargo, este azúcar llega a nuestro sistema digestivo en forma de azúcar libre sobre el que sí se recomienda limitar su consumo.
Por otro lado, los zumos naturales fluyen a gran velocidad por nuestro sistema digestivo (mucho más que el bolo alimenticio que conformaría la fruta masticada), suponiendo un rápido ‘chorro’ de azúcares y sus correspondientes calorías, fácilmente absorbibles.

También las bebidas energéticas tienen su espacio en algunos cócteles con o sin alcohol. En este caso, además del azúcar y su alta carga calórica, el problema deriva de su gran cantidad de cafeína. Las hay que suponen el equivalente a dos cafés y 50 gramos de azúcar.
Pero, ¿y si son ‘zero azúcar’? Las bebidas sin azúcar añadido, edulcoradas, tampoco convierten un cóctel en una bebida saludable: como ya explicamos en Maldita.es, aunque el consumo de edulcorantes, en las dosis en las que se emplea, es seguro; su uso habitual puede alterar nuestro sentido del gusto. Al tener un poder endulzante mucho mayor que el azúcar, aumentan nuestro umbral de dulzor, favoreciendo que solo los productos muy dulces lo satisfagan.
Pon el ojo también fuera del vaso
Hay ocasiones en las que a los cócteles se les añade incluso gominolas. Y, ¿de qué están hechas estas? Además de gelificantes y aditivos, de azúcar refinado o azúcar blanco y jarabe de glucosa (más azúcar). Otro punto negativo.
Seguimos restando: patatas fritas, frutos secos salados o fritos, snacks de toda clase… Productos ultraprocesados con una composición de sal, azúcares y grasas perfecta para generar esa satisfacción momentánea y el detonante de ese ‘comer en modo automático’, sin pensar. En un entorno festivo de charla, música y amigos, podemos incluso perder la noción de la cantidad comida (o bebida).
Si las bebes, controla la frecuencia y practica un estilo de vida y una alimentación saludable
Las guías sobre alimentación saludable no incluyen en sus recomendaciones ni las bebidas azucaradas ni el alcohol salvo para señalar que, cuanto menos se consuman, mejor. Ninguna cantidad es recomendable ni saludable.
Esto no quiere decir que debamos prohibirnos determinados productos, en este caso los cócteles pero sí que, en caso de consumirlos, lo hagamos con conciencia, con responsabilidad, sabiendo que no es una opción interesante desde el punto de vista de la salud y gestionando la frecuencia en la que lo consumimos.
El objetivo es “dar información para que la gente pueda elegir en libertad y que no beba justificando que es bueno para la salud (tampoco la famosa copita de vino diaria)”, explicaba Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos en una de nuestras twitcherias científicas. “Las personas que lo beban, que lo disfruten; pero que tomen la decisión de forma consciente”, añadía la experta.
Lo importante, en definitiva, no es lo que hacemos entre Navidad y Año Nuevo, sino nuestra forma de vida y alimentación entre Año Nuevo y Navidad.
Este contenido es apoyado por la iniciativa “Alimentando el cambio” de DANONE EDP en el que Maldita.es colabora elaborando contenidos independientes según su metodología.