No, la sal no sirve para descongelar el agua, sino para evitar que esta se congele. Y no, hacer gárgaras con agua con sal no previene la infección por coronavirus. Son solo algunas de las consultas relacionadas con esta sustancia que hemos resuelto desde Maldita.es en los últimos meses. Ahora nos habéis preguntado qué sal es más saludable. Lo aconsejable es optar por sal yodada y limitar su consumo. Otros ingredientes como el ajo en polvo, la cebolla, las especias o las hierbas aromáticas pueden ayudar a potenciar el sabor de la comida.
Antes de responder a vuestra pregunta, es importante recordar que el consumo excesivo de sal es responsable de numerosos problemas de salud. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda disminuir la ingesta de sodio para reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos. Este organismo aconseja que los adultos no consuman más de dos gramos de sodio al día, lo que sería equivalente a cinco gramos de sal común.
Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y nutricionista, explica a Maldita Ciencia que en el supermercado podemos encontrar muchas sales diferentes (rosa del Himalaya, negra de Chipre, en escamas...).
“Puede haber pequeñísimas diferencias en su composición, con trazas de distintos compuestos como el potasio, el calcio o el magnesio que les aportan colores especiales o sabores peculiares. No obstante, sus compuestos principales son siempre los mismos: cloro y sodio”, aclara. Y advierte: “No hay evidencia científica que pruebe ningún beneficio atribuible al consumo de estas sales exóticas”.
Según recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones sanitarias internacionales, tras llevar a cabo estudios que prueban la relación entre las necesidades de sodio, el consumo de sal en exceso y las enfermedades cardiovasculares, recomiendan que se utilice sal yodada. “Por lo tanto, la sal de elección será la yodada, y este tendría que ser el único parámetro que determinase nuestra elección”, comenta Robles.
La deficiencia de yodo se asocia con problemas de desarrollo mental y de tiroides y en España los niveles de yodo son especialmente bajos. La química Gabriela Morreale estudió la influencia del yodo en las hormonas tiroideas y en el desarrollo del cerebro, tal y como se indica en el portal Mujeres con Ciencia. Esta experta consiguió trasladar a las autoridades sanitarias la necesidad de yodar la sal común para asegurar que la población consumía el yodo suficiente y evitar así los problemas que el déficit de este elemento podía causar.
La dietista-nutricionista Laura Moya explica a Maldita Ciencia que lo más habitual en el supermercado es distinguir entre la sal de mesa o común y la sal marina en función de su origen: “La sal de mesa proviene de minas de extracción de este mineral en la roca, mientras que la marina proviene de la evaporación de agua de mar”.
La diferencia entre una y otra, además del origen y la forma de extracción, es que “la segunda presenta una pequeña cantidad de minerales, que la sal de mesa no presenta”. Pero esto no la hace más saludable, según la experta, ya que “el aporte es tan pequeño que no vamos a considerarla a la hora de cubrir requerimientos de minerales”.
Luis Frechoso, presidente del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas del Principado de Asturias, también recomienda consumir sal yodada. Según cuenta a Maldita Ciencia, existen las llamadas “sales hiposódicas”, que “suelen tener un 60% o 70% menos de sodio que la sal común”. No obstante, indica que la sustitución de cloruro de sodio (NaCI) suele ser por cloruro de potasio (KCI), es decir, sales de potasio.
“El uso de este tipo de sal puede llevar a la hiperpotasemia (un nivel de potasio en la sangre es más alto de lo normal) y en personas con patología renal puede ser totalmente contraproducente”, afirma Frechoso, que también es miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.
Además, el experto considera que se puede hacer un mal uso de esta sal ya que “la persona puede percibir el producto como saludable o que tiene poco efecto en lo que a potenciar el sabor se refiere, por lo que puede llevar a un exceso en su consumo”.
A Frechoso le parece que se debería educar en cómo localizar la sal en el etiquetado de alimentos y productos. Según cuenta, en una etiqueta sería aceptable que, por cada 100 gramos de producto, contuviese como máximo 1,2 gramos de sodio.
El experto también recomienda aprender a cocinar y potenciar el sabor de las elaboraciones con otros ingredientes como ajo en polvo, cebolla, especias, hierbas aromáticas o zumo de limón.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 03/05/2021