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La sal y el hielo: no sirve para descongelar el agua, sino para evitar que esta se congele

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Entre tanta nieve, hielo y precauciones nos hemos topado con una posible aliada: la sal. Esta semana nos habéis preguntado por qué se utiliza y si debemos hacerlo antes, durante o después de una gran nevada u ola de frío. Al contrario de lo que mucha gente cree, la sal no descongela, sino que evita que el agua se congele. ¿Cómo? Al entrar en contacto con esta y mezclarse, consigue que disminuya aún más la temperatura a la que se hiela o solidifica. Es decir, hace falta más frío para que el agua se congele si esta se ha mezclado con sal previamente.

"El contacto sólido-sólido, es decir, entre la nieve o el hielo y la sal, nunca es eficaz para deshacerlos. Para conseguir este objetivo, es necesario que la sal se disuelva en el agua líquida", confirma a Maldita Ciencia Ricardo Díaz Martín, decano del Colegio de Químicos y la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid. "Una vez sucede esto, ese agua salada baja su temperatura de congelación (en función de la concentración, puede necesitar incluso - 10 ºC para congelarse)", añade.

La disminución de la temperatura del punto de congelación se conoce como descenso crioscópico. Este ocurre porque la temperatura de congelación de las disoluciones (agua más sal) es más baja que la temperatura de congelación del disolvente puro (solo agua).

Pero, ¿por qué baja la temperatura de congelación? Como explica Díaz, los iones salinos atraen sobre su superficie a las moléculas de agua, impidiendo que formen el cristal de hielo. Una vez la sal se mezcla con el agua, para que esta consiguiese cristalizarse (helarse), sería necesaria una temperatura menor, que retirase o minimizase la energía de interacción entre el ión salino y la molécula de agua.

"Por lo tanto, si yo añado sal sobre el hielo o la nieve, no hago nada: la sal no puede incorporarse en el hielo, no puede incorporarse dentro del cristal sólido para deshacerlo. No cabe", afirma el experto.

De ahí que las recomendaciones ante una gran nevada comiencen por retirar la nieve de las zonas de paso, sobre las que se debe echar la sal. Si no lo hacemos así, el primer deshielo de la nieve que hemos retirado hará que chorree agua en esa superficie y, en cuanto baje otra vez la temperatura, si nos encontramos a 0 ºC o menos, se congelará. Y ahí está: toda una pista de hielo, la misma que queríamos evitar.

"Si añado sal, en cuanto se produce el primer deshielo, el agua líquida la disolverá. Tendremos líquida salada que, como decíamos, presentará un punto de congelación muy por debajo de los 0 ºC", concluye Díaz.

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