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¿Las vacunas contra el coronavirus pierden realmente eficacia con el paso de los meses o frente a la variante Delta?

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Numerosos medios de comunicación han informado sobre diversos estudios científicos que supuestamente “confirman” que las vacunas contra el coronavirus pierden eficacia contra la variante Delta o con el paso de los meses. Os explicamos realmente lo que se sabe sobre esta posible disminución de eficacia de las vacunas.

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

Eficacia y efectividad no son lo mismo ni se miden igual

Aunque muchos titulares usan eficacia y efectividad de forma indistinta, no son lo mismo. La eficacia de las vacunas se mide en un ensayo clínico aleatorizado con dos grupos de población de características lo más parecidas posibles. En cambio, la efectividad es el impacto en condiciones reales una vez comercializada y administrada.

En el ‘mundo real’, las características sociales y demográficas de vacunados y no vacunados pueden diferir. Es decir, las personas vacunadas no son iguales que las no vacunadas. Esto dificulta saber si un grupo ha estado más expuesto al virus que el otro. Por eso evaluar la efectividad es difícil, como explicaron los epidemiólogos Mario Fontán y Pedro Gullón en un artículo publicado originalmente en The Conversation y que republicamos en Maldita.es.

La letra pequeña de tres estudios que señalan una posible leve disminución de la efectividad de las vacunas

Algunos de los titulares sobre la posible menor inmunidad de las vacunas por la variante Delta o por el paso del tiempo provienen de tres estudios. Mario Fontán, doctorando en Epidemiología y Salud Pública en la Universidad de Alcalá, aclara a Maldita.es que uno de los principales problemas es que se informa de la pérdida de efectividad en un sentido amplio, pero “cada estudio (o intento de estudio) coge una variable de resultado distinta frente a la cual la vacuna puede presentar efectividades diferentes. Por tanto, es necesario saber qué están midiendo y cómo lo miden para explicar por tanto cómo varía la efectividad en caso de que lo haga”.

Otro desafío general a estos trabajos es que analizan efectividades en poblaciones diferentes con medidas distintas, o incluso en una misma población pero en momentos epidémicos distintos, lo que “añade un grado de complejidad que tiene que tenerse en cuenta a la hora de interpretar variaciones en la efectividad, que por otro lado entra dentro de los escenarios posibles”.

Algo importante en estas publicaciones es fijarse en los intervalos de confianza, algo así como el margen de error, más que en las cifras concretas, “sobre todo en estos casos en los que estamos hablando de proporciones ya que la media no es el valor central del intervalo”, añade a Maldita.es Anabel Forte, matemática, estadística y profesora de la Universitat de València. Esto es especialmente importante cuando se mira “la eficacia en escenarios cambiantes donde los números de personas en riesgo en cada etapa cambian. Lo podemos ver porque el ancho del intervalo de confianza (y por tanto, el error que podemos estar cometiendo en la estimación) cambia”.

Por su parte, la catedrática de Inmunología de la Universidade de Vigo, África González, destaca a Maldita.es que “hay dudas de cómo se han estudiado realmente los datos” porque aunque hay evidencia de reducción de la protección frente a Delta, “tal vez la reducción en la protección no sea tan acusada como algunos estudios indican”.

Los tres estudios y sus particularidades

Uno de ellos es de los CDC (los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) que analiza la efectividad de las vacunas de Pfizer y Moderna para prevenir la infección entre trabajadores de primera línea antes y después de la emergencia de la variante Delta en ocho lugares de Estados Unidos. Fontán explica que este trabajo tiene varios problemas.

Uno es que miden fundamentalmente la infección sin tener en cuenta la gravedad de la enfermedad. Otro problema para Fontán es que la muestra es muy reducida. Esto lleva a que los intervalos de confianza que calculan para sus estimaciones son muy amplios, “lo que dificulta interpretar donde puede estar el valor verdadero de lo que están calculando. De hecho, muchos se solapan entre sí”.

Otro estudio, que se trata de un preprint y no ha pasado la necesaria revisión previa a ser publicado en una revista científica, midió la seguridad y eficacia de la vacuna de Pfizer hasta seis meses después de la vacunación. Los autores concluyen que la vacuna tuvo un perfil de seguridad favorable y fue “altamente eficaz en la prevención de la COVID-19” pese a “una tendencia a la disminución gradual de la eficacia de las vacunas”. Que sea un preprint no invalida sus conclusiones pero sí hace necesario tomarlas con cautela. Puedes leer más sobre los preprints y su abundancia durante esta pandemia en este artículo de la Agencia SINC republicado en Maldita.es.

Para Fontán, este estudio es el mejor diseñado pero tiene varios problemas. Por ejemplo, que los pacientes residen en diferentes países, cada uno con sus diferencias de población y de medidas implementadas. Además, el descenso detectado en la eficacia para la COVID-19 leve, del 96% hasta los dos primeros meses al 83% pasados los cuatro meses, es pequeño y los intervalos de confianza “entre el segundo y el tercer periodo se solapan entre sí, indicando que podría no haber diferencias”.

Por último, un estudio en Reino Unido analizó datos a través de una app con más de un millón de participantes entre diciembre de 2020 y finales de julio de 2021. Su conclusión es que la protección inicial un mes después de la segunda dosis de Pfizer era del 88% pero tras cinco o meses cayó al 74%. AstraZeneca pasó del 77% al 67%, según el estudio. Para Fontán, los autores fallan al interpretar los datos porque vienen de “una aplicación donde la gente autorreporta la información, lo cual creo que tiene un sesgo a la hora de incluir a individuos” que sepan usar estas aplicaciones y estén informados de la existencia de la app.

Además, sólo hablan de infección, “sin saber cómo es la efectividad frente a otro tipo de resultados con enfermedad leve, hospitalización o fallecimiento.” La inmunóloga Yvelise Barrios, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), también destaca que este estudio ”viene a decir que ahora hay más cantidad de infecciones en personas que ya se han vacunado, cuando ya sabemos que la vacuna no protege frente a la infección pero sí protegen en gran medida de la COVID-19 graves”. La inmunóloga concluye: “Hay que vacunarse porque vas a estar muy eficazmente protegido frente a la infección grave” y a día de hoy no hay ningún tratamiento eficaz frente a la COVID-19.

Ligera disminución de neutralización frente a la variante Delta

Más allá de estos tres estudios en concretos, ¿qué se sabe sobre el efecto de las vacunas con el paso del tiempo o ante la variante Delta? Primero hay que aclarar que los anticuerpos se unen a los coronavirus o a su proteína espiga o spike a la que reconocen estas proteínas para neutralizar su actividad. Este evento se conoce como neutralización. “En los resultados a nivel experimental en personas que se han vacunado y en las que hacemos estudios de inmunidad humoral (anticuerpos) y celular frente a las variantes, sobre todo la Delta, se ha demostrado una leve disminución de la capacidad neutralizante de los sueros de personas con doble vacunación frente a la variante Delta”, explica a Maldita.es la inmunóloga Yvelise Barrios, vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).

Además, Barrios aclara que ninguna variante ha logrado escapar a la respuesta inmune de las personas totalmente vacunadas, algo que ya explicamos en este artículo del mes de junio

Una menor neutralización no significa menor inmunización gracias a las células de memoria

Yvelise Barrios señala que también hay otros artículos que han visto una reducción de la cantidad y capacidad neutralizante a lo largo del tiempo. Pero esto sucede normalmente porque la memoria inmunológica, cuando se reactiva ante una nueva entrada del virus, no lo hace sólo con anticuerpos sino sobre todo con células de memoria como algunos linfocitos T.

La inmunidad de memoria reside en células, no en anticuerpos, y es una respuesta rápida y eficiente frente al virus, añade la inmunóloga, quien también destaca que las vacunas son la principal causa de la disminución de las infecciones que estamos viviendo. “Hay artículos que describen que las personas que han pasado la infección y que han sido vacunadas tienen esas células de memoria y la respuesta celular es muy potente” frente al coronavirus.

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