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Las afirmaciones falsas del audio de Ernesto Estrada, miembro del grupo negacionista 'Médicos por la Verdad', sobre la vacuna de AstraZeneca

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Está circulando un audio de Ernesto Estrada, miembro del grupo negacionista 'Médicos por la Verdad', en el que dice que los "doctores" franceses Jean-Bernard Fourtillan, Christian Tal Schaller y Serge Rader han descubierto que la vacuna contra la COVID-19 de Oxford-AstraZeneca lleva "cuatro fragmentos" del virus VIH-1, secuencias de ADN del "parásito de la malaria" y "nanopartículas para el control externo por 5G" que responden a una patente de Microsoft, empresa cofundada por Bill Gates. También, que el virus SARS-CoV-2 fue creado por el Instituto Pasteur de París (Francia).

Pero en la ficha técnica de la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca se puede comprobar que ninguno de los supuestos componentes que menciona Estrada está entre los ingredientes de este fármaco.

Os explicamos por qué son falsas todas sus afirmaciones.

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

La vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca no lleva "cuatro fragmentos" del virus VIH-1

El origen de la desinformación que está circulando es un vídeo publicado originalmente en agosto de 2020 en el que se difunden las teorías de la conspiración que defienden el farmacéutico jubilado Jean-Bernard Fourtillan, el defensor de la "medicina alternativa" Christian Tal Schaller y el también exfarmacéutico Serge Rader. Los tres son conocidos en Francia por sus posturas antivacunas.

En el audio que se mueve ahora, Ernesto Estada afirma que Fourtillan, Schaller y Rader han descubierto que la vacuna de AstraZeneca lleva "cuatro fragmentos" del virus VIH-1 causante del sida. Pero no es cierto. No han realizado ninguna investigación al respecto, para afirmarlo se basan en un artículo preprint de enero de 2020 que trata sobre las similitudes entre el virus SARS-CoV-2 (causante de la enfermedad COVID-19) y el virus VIH-1. Es decir, se basan en un artículo que no tiene relación alguna con la vacuna de AstraZeneca.

En cualquier caso, el artículo fue retirado posteriormente. "Ese artículo es un preprint por lo que no ha sido revisado por nadie ni publicado en ninguna revista científica y que, además, es un artículo que han tenido que retractar porque las conclusiones a las que llegaban y la interpretación de los resultados no eran correctas", explica a Maldita.es José Manuel Jiménez, investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. 

Jiménez aclara que el genoma del SARS-CoV-2 está compuesto por 30.000 "letras" y que en este puede haber "regiones con cierta homología con el genoma de otros organismos simplemente por pura coincidencia. Lo que hay que analizar es si esa homología es significativa o simplemente es fruto del azar". Según el experto, estudios posteriores que analizaron los genomas del SARS-CoV-2 y del VIH determinaron que "aunque existían zonas homólogas con algunos nucleótidos de VIH, estas quedaban muy por debajo del umbral para considerarse significativas".

En esta misma línea, Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III, explica a Maldita.es que el genoma del virus SARS-CoV-2 tiene algunas "letras" que coinciden con el del VIH, pero que son "entre 9 y 13 letras" y que en ningún caso se trata de "un gen completo del VIH". Según el virólogo, "afirmar que esas letras indican que se han insertado fragmentos del VIH en el SARS-CoV-2 es como decir que García Márquez ha plagiado en 'Cien años de soledad' a Cervantes porque incluye la palabra 'jamelgo' que aparece en el Quijote".

La vacuna de AstraZeneca tampoco tiene "nanopartículas" que pueden ser controladas por 5G

"Y aquí viene un descubrimiento muy importante que puede explicar este magnetismo: encuentran [en la vacuna de AstraZeneca] nanopartículas para el control externo por el 5G. Estas nanopartículas responden a la patente de Microsoft US2019-038084", dice Estrada en el audio viral. Pero tampoco es cierto.

La patente que menciona es de un sistema de criptomonedas que utiliza datos de actividad corporal y fue registrada por Microsoft el 26 de marzo de 2020. No tiene ninguna relación con la vacuna de AstraZeneca ni con la COVID-19.

Alberto Nájera, físico, profesor de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), asegura a Maldita.es que es "imposible" que con las vacunas nos inyecten "nanopartículas" que pueden ser controladas por 5G.

"En el hipotético caso de que fuéramos capaces de construir un dispositivo autónomo (con batería y capacidad de interacción con nuestro cuerpo, bien con fármacos o con otro tipo de interacción fisiológica), éste debería ser invisible y nanoscópico, algo que es físicamente imposible", explica Nájera. Y, aún suponiendo que fuera posible construir un dispositivo así, necesitaríamos una antena para "comunicarnos mediante radiación electromagnética usada en 5G". Esta antena, según indica el experto, mediría al menos unos milímetros y, por lo tanto, sería visible y no podría ser inyectable en la vacuna contra la COVID-19.

Además, como ya os hemos explicado en Maldita.es, no es cierto que las vacunas contra la COVID-19 lleven componentes magnéticos.

El Instituto Pasteur no creó el virus del SARS-CoV-2

Estrada afirma que Fourtillan, Schaller y Rader han revelado que el virus del SARS-CoV-2 es un virus artificial que fue creado "en Francia por el Instituto Pasteur en el año 2011, a partir del virus SARS-CoV-1 que fue sintetizado en Hanói en el año 2003" y que "fue vendido al partido comunista chino y transferido a la ciudad de Wuhan". Pero tampoco es cierto.

Para afirmar esto, se basan en una patente registrada por la institución en 2004, tanto en la Oficina Europea de Patentes como en Estados Unidos. Pero la patente no tiene relación con el SARS-CoV-2 que causa la enfermedad COVID-19. En realidad, la patente hace referencia a una cepa del coronavirus SARS-CoV-1 que causa el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), enfermedad que fue identificada en 2003 en China y se extendió a otros países.

"No patentamos un virus, sino el código genético de un virus", aclaró Olivier Schwartz, director de la unidad de virus e inmunidad del Instituto Pasteur, a AFP Factual, agencia que forma parte del International Fact-Checking Network (IFCN) al igual que Maldita.es. En concreto, lo que se protegió fue el código genético de una cepa del coronavirus SARS-CoV-1 que se recolectó en Hanói (Vietnam) "en el momento de la epidemia del SARS". El investigador explicó a este medio que "la ventaja" de patentar la secuencia genética de un virus es "poder desarrollar pruebas de diagnóstico y vacunas candidatas".

El propio Instituto Pasteur manifiesta en su web que no es cierto que inventaran un virus (ni el SARS-COV-2, ni el SARS-CoV-1), pero que sí inventaron una vacuna candidata para el SARS-COV-1 en 2004. Según explican, esta vacuna candidata se probó "con éxito" en un modelo animal, pero nunca se llegó a probar en humanos ni se comercializó porque el brote de SARS había terminado.

Asimismo, la institución asegura que "es falso y calumnioso afirmar que el Instituto Pasteur liberó el coronavirus en la ciudad de Wuhan en China".

De hecho, la organización presentó una denuncia en septiembre de 2020 por las "afirmaciones falsas y difamatorias" de un vídeo publicado meses antes, en marzo, en el que se afirmaba que el Instituto Pasteur inventó el virus de la COVID-19. El tribunal falló a favor de la institución en noviembre.

La vacuna de AstraZeneca no contiene "secuencias de ADN del parásito de la malaria"

Estrada también dice que han encontrado "secuencias de ADN del parásito de la malaria" y "157 secuencias de ADN y proteínas cuyo rol es inexplicado" en la vacuna de AstraZeneca. Fourtillan, Schaller y Rader utilizan esta patente del Instituto Pasteur como prueba de sus afirmaciones. Esta patente, que se solicitó en 2010 en Estados Unidos, hace referencia también a la cepa de coronavirus que se recolectó en Hanói. En concreto, es una división de la aplicación de la patente que se había registrado ya en 2004.

Pero, como hemos visto anteriormente, la patente no tiene relación con la vacuna de AstraZeneca, ni con la COVID-19, ni con el parásito de la malaria. "Esta patente no es prueba de nada, es sobre un coronavirus anterior completamente diferente y en ninguna parte se menciona nada de ADN de malaria o secuencias de ADN extrañas", afirma el investigador José Manuel Jiménez.


En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito José Manuel Jiménez.
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