María José Martínez Albarracín, una de las componentes de la asociación negacionista de la pandemia y del coronavirus "Médicos por la verdad España", habla en un vídeo de la campaña de vacunación contra la gripe de 2020/21 y hace una serie de afirmaciones falsas y sin evidencias científicas sobre las supuestas consecuencias que esta tendría en relación a la COVID-19: más contagios y más graves. Como decimos, lo que dice Albarracín es falso o no tiene ninguna evidencia científica.
“Los razonamientos de la Sra. Albarracín evidencian un desconocimiento sobre el desarrollo de fármacos y vacunas, al no tener en cuenta el principio básico de ‘potencial riesgo vs. beneficio a la salud’”, indica a Maldita Ciencia Arcadio García de Castro, doctor en microbiologia y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. “Resulta increíble cómo bajo el lema ‘Médicos por la Verdad’ combina con ingenio noticias marginales que interpreta con sesgo para posicionarse en un argumento totalmente anti-científico”, añade. Os contamos lo que sabemos sobre las afirmaciones falsas de Martínez Albarrazcín.
No hay evidencias de que la vacuna contra la gripe “produzca un tremendo pico de contagios y gravedad” en los pacientes de COVID-19
En el vídeo, Albarracín afirma que “en una población, si hay un porcentaje en torno al 50% de vacunados de gripe, los casos de COVID-19 se disparan” y “se produce un pico tremendo de contagios y gravedad”. De ahí su advertencia ante la intención del Ministerio de Sanidad de obtener una tasa de vacunación cercana al 75% de las personas mayores de 65 años. Sin embargo, no existe ninguna evidencia que relacione la vacuna antigripal con un peor pronóstico o un mayor número de contagios del coronavirus SARS-CoV-2.
“Las vacunas antigripales son vacunas muy seguras que siguen controles muy estrictos por parte de las agencias responsables", explicaba aquí Ángela Domínguez, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Barcelona y miembro del grupo de trabajo sobre vacunas de la Sociedad Española de Epidemiología. Además, Domínguez señalaba que "en los resultados proporcionados por un estudio riguroso publicado recientemente sí que existe evidencia científica de que la vacunación antigripal no aumenta el riesgo de infección por coronavirus”.
Otras investigaciones epidemiológicas también apuntan a que la vacunación antigripal podría asociarse a una menor gravedad y mortalidad en las personas afectadas de COVID-19. Si bien, como señalan los propios autores, se requieren más estudios para establecer si la relación observada es una relación causal o no.
Si quieres saber más de las evidencias científicas sobre la relación entre la gripe y la COVID-19, aquí te explicamos por qué no hay evidencias científicas de que la vacuna contra la gripe aumente el riesgo de infección por coronavirus o de padecer un caso de COVID-19 más grave y aquí la Agencia Sinc explica por qué la vacuna contra la gripe puede considerarse una aliada frente al coronavirus en 2020.
No hay evidencias de que el polisorbato 80, un componente de una de las vacunas contra la gripe, provoque COVID-19 grave y más muertes
No es la primera vez que nos preguntáis por vídeos o imágenes que hablan sobre el polisorbato 80, un componente de algunas vacunas antigripales, y su posible relación con la infección por SARS-CoV-2. De hecho, en Maldita Ciencia ya hemos explicado que este vínculo no tiene evidencias científicas. En el vídeo, Albarracín dice que una de las vacunas contra la gripe de la campaña de este año, la Chiromas (destinada a los mayores de 65 años), está adyuvada con este componente y que este la relaciona con “enfermedad grave y con muerte”.
En general, es cierto que la vacuna Chiromas se utiliza como vacunación activa en personas de 65 años en adelante y en aquellas con un riesgo elevado de complicaciones asociadas. Sin embargo, no hay evidencias de que el polisorbato 80 empeore el pronóstico de estos pacientes. En Maldita Ciencia ya explicamos por qué se usa en la vacuna antigripal y por qué no hay evidencias de que tenga relación con la COVID-19.
Recordamos que el polisorbato 80 se agrega en algunas vacunas como adyuvante porque ayuda a que ésta se mantenga en condiciones óptimas hasta que se aplica. También se utiliza como aditivo alimentario. Es un emulsionante, lo que significa que actúa manteniendo mezcladas sustancias que, en otras condiciones, se separarían.
"Son tensoactivos, tipo 'jabones', que hacen que la vacuna tenga mayor solubilidad y la mezcla que se inyecta sea más homogénea", explicaba en Maldita Ciencia Noelia Casares, experta en inmunología e inmunoterapia en el Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra. Añadía que lo que consigue este componente es reducir la tensión superficial entre dos líquidos, como si quisiéramos mezclar agua y aceite. "Tampoco son tóxicos a las concentraciones en las que se encuentran en productos de uso común o vacunas", concluía Casares.
Aunque algunos estudios han planteado problemas de seguridad relacionados con problemas reproductivos, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) ha categorizado el peligro de polisorbato 80 como "muy bajo" y, de hecho, la agencia autoriza su uso.
Cómo es la vacuna Fluzone y por qué no se relaciona con "efectos graves y muertes" por COVID
Otra de las actuaciones que Albarracín critica en el vídeo es que se administre la vacuna Fluzone de alta intensidad (Fluzone High-dose) a personas de más de 70 años. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), esta es la única vacuna inactivada contra la gripe de dosis alta aprobada.
El motivo de su crítica, dice Albarracín, es que “en su propia ficha técnica dice que entre una semana y seis meses producirá muchos efectos adversos graves y muertes”. Sin embargo, esto es falso: la ficha técnica no indica que esas sean posibles consecuencias de su aplicación. Los CDC señalan que la mayoría de las personas que reciben esta vacuna “tuvieron reacciones adversas mínimas o ningún tipo de reacción”.
De hecho, su ficha técnica proporciona información sobre una serie de estudios que analizan la seguridad y eficacia del medicamento. Este, por ejemplo, señala que las reacciones más frecuentes que se produjeron después de la administración de Fluzone de alta dosis tetravalente (brinda protección contra cuatro tipos diferentes de virus de la influenza) y en ningún caso habla de efectos adversos graves ni muerte, sino de dolor en el lugar de la inyección (41,3 %), mialgia o dolor muscular (22,7 %), cefalea (14,4 %) y malestar general (13,2 %). “La aparición se produjo generalmente en los 3 primeros días después de la vacunación. La mayoría de las reacciones solicitadas se resolvieron en los tres días siguientes”, explica la propia ficha técnica, que puedes consultar aquí.
Como recuerda García de Castro y es habitual, el prospecto también recoge los efectos adversos post-comercialización reportados por usuarios, aunque no se considerasen relacionados con la propia vacuna. En los 180 días tras recibir esta vacuna, 80 (el 4,5%) receptores de Fluzone de alta dosis tetravalente y 48 (el 5,4%) receptores de Fluzone de alta dosis experimentaron efectos secundarios más graves, pero ninguno de ellos se consideró relacionado con las vacunas del estudio.
Por otro lado, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine señaló que la vacuna Fluzone de dosis alta era un 24% más efectiva para prevenir la influenza en adultos de 65 años de edad o más en comparación con la vacuna de dosis estándar. Otro estudio publicado en The Lancet Respiratory Medicine informó que el uso de Fluzone High-dose se asociaba a un menor riesgo de hospitalizaciones en comparación con la vacuna Fluzone en dosis estándar aplicada en adultos de 65 años de edad o más, especialmente en aquellos que vivían en establecimientos de cuidados a largo plazo.
¿Y por qué se usa esta vacuna en personas mayores? Porque, en respuesta a una vacuna regular contra la gripe, estos pacientes producen de un 50 a un 75% menos anticuerpos que los adultos más jóvenes. “La vacuna está indicada para generar una respuesta en personas que, por ser mayores, tienen un sistema inmune envejecido y menos capaz de generar una respuesta protectora”, explica García de Castro.
Para compensar esta diferencia del sistema inmune, la Fluzone de alta intensidad contiene cuatro veces la cantidad de antígeno para el virus de la gripe (la parte de la vacuna que estimula el sistema inmunitario) que tiene la vacuna Fluzone regular y las otras vacunas estándar contra la gripe, según la Clínica Mayo.
“En ningún caso los prospectos aluden a muertes por uso de Fluzone HD como manifiesta la Señora Albarracin”, explica García de Castro. Es más, el uso de las vacunas de la gripe está totalmente justificado cuando el CDC americano estima que la vacuna reduce la incidencia de la enfermedad en un 40-60% evitando cada año solo en Estados Unidos 4.4 millones de enfermos, 2.3 visitas al médico, 58,000 hospitalizaciones y 3,500 muertes.
¿Es cierto que las personas con alergia no se pueden vacunar?
Otra de las críticas que hace Albarracín durante el vídeo es que se recomiende y administre otra vacuna contra la gripe, esta vez Flucelvax, a las personas que hayan tenido anafilaxia o alergia cuando a estos pacientes “no se les podría vacunar”.
Un buen número de vacunas de gripe se fabrican mediante la inoculación de virus de influenza en huevos embrionados, de los que después se extrae, se inactiva y purifica el principio activo, según apunta García de Castro. Como resultado de este proceso de fabricación, pueden quedar trazas de proteína de huevo en la vacuna susceptibles de causar reacciones alérgicas en pacientes con hipersensibilidad a este alimento.
Pero “como recoge su prospecto y a diferencia de otras, la vacuna Flucelvax se produce líneas celulares MDCK (línea celular modelo de mamífero utilizada en la investigación biomédica) cultivadas in vitro. Por tanto, están libres de trazas de proteína de huevo”, explica García de Castro. “El mismo prospecto proporciona los componentes de la vacuna y, como no puede ser de otra manera, advierte que no debe administrarse a pacientes con alergia conocida a alguno de ellos, de la misma forma que no deben proporcionarse cacahuetes a un niño alérgico a los cacahuetes”, aclara.
El ADN en las vacunas y el riesgo de cáncer
Otra de las afirmaciones que hace Albarracín es que todas estas vacunas se cultivan en líneas celulares y que los propios CDC y la Food and Drug Administration (FDA) reconocen que los restos de ADN que estas presentan al haberse fabricado así son potencialmente oncogénicas, es decir, que pueden provocar cáncer. Es cierto que puede haber restos de ADN pero, teniendo en cuenta los límites máximos permitidos en las vacunas, la probabilidad de que estos tuviesen relación con el riesgo de cáncer es ínfima.
Sabemos que son los virus desactivados, y no las células humanas en las que estos se cultivan, lo que se utiliza para hacer las vacunas. Sin embargo, como explicábamos en profundidad en Maldita Ciencia, es cierto que el producto final puede contener algunas trazas del ADN de esas células (aunque si lo hay es en cantidades ínfimas).
“Claramente los productos biotecnológicos obtenidos de líneas celulares podrían contener ADN contaminante. Las agencias reguladoras establecen unos límites aceptables tanto para este como para otros. Un artículo interesante estima que la probabilidad de cáncer por el ADN de una vacuna de gripe producida en la línea celular MDCK, teniendo en cuenta los límites máximos establecidos por la Organización Mundial de la Salud, es de menos de 1 en 1.000.000.000.000.000”, explica García de Castro.
Las vacunas, antes de ser comercializadas, superan rigurosos procesos de desarrollo y calidad
Albarracín también dice que estas vacunas se prueban en ensayos cortos, de menos de tres semanas y que, por lo tanto, no se puede conocer el potencial oncogénico y de reactividad del sistema inmune de estas.
Según aclara el experto, todas las vacunas siguen procesos rigurosos de desarrollo preclínicos en modelos animales y clínicos que duran años. Estos ensayos se plantean a partir de las correspondientes evaluaciones de riesgo y se diseñan para poder evaluarlos correctamente. “El riesgo de oncogénesis por ADN arrastrado de fabricación es bajísimo y sería absurdo plantear ensayos en millones de animales durante cuarenta años”, aclara el experto.
Si quieres saber más sobre este tema, en Maldita Ciencia explicábamos cuáles eran las fases de investigación por las que tiene que pasar una nueva vacuna antes de ser aprobada.
Los componentes de las vacunas son seguros en las cantidades en las que se utilizan
Según Albarracín, no solo la vacuna contra la gripe es potencialmente peligrosa, si no que en el mismo saco mete a la vacuna contra el neumococo y a la dosis de recuerdo contra el tétanos porque, dice, “tienen una alta carga de nanopartículas de todo tipo de metales” y menciona el aluminio y el mercurio.
Como argumento, Albarracín hace referencia a una publicación de Antonietta Gatti y Stephano Montanari en la revista British Medical Journal que sugiere la presencia de pequeñas partículas inorgánicas en 44 vacunas producidas en Francia e Italia.
“Como recoge la propia BMJ, un representante de la EMA, Melanie Carr, cuestiona seriamente la metodología utilizada por los autores y pone los hallazgos en contexto de un producto farmacéutico que, por su complejidad en la fabricación, no puede estar totalmente exento de contaminantes”, apunta García de Castro. “También que la publicación no incluye los controles metodológicos necesarios ni indica la cantidad de estos contaminantes que la señora Albarracín libremente define como ‘altísima’”, añade. La EMA añade que la sugerencia de una relación causa - efecto de Gatti y Montanari carece totalmente de fundamento.
En respuesta a esta publicación de Gatti y Montanari la Agencia Francesa del Medicamento también publicó un análisis concluyendo que las cantidades son extremadamente bajas y dentro de los rangos aceptables y habituales en cualquier lugar en el entorno. En Maldita Ciencia ya hemos desmentido otros discursos de Montanari llenos de afirmaciones falsas, ya que las mascarillas no causan ni hipercapnia ni acidosis respiratoria ni cáncer como dice en uno de ellos.
Los componentes de las vacunas son necesarios para su conservación y efectividad pero se van cambiando por otros si son más seguros
Sobre estos y otros componentes de las vacunas ya hablamos en este artículo, donde explicábamos por qué, en las cantidades en las que se usan, estos son seguros, están aprobados por las autoridades competentes y tienen una función específica en la mezcla del medicamento.
Con respecto a los metales que la propia Albarracín menciona, es cierto que algunas vacunas contienen pequeñas cantidades de sales de aluminio, pero estas son muy inferiores (menos del 1%) a las que, de forma natural, contienen incluso los alimentos que consumimos habitualmente (incluida, por chocante que resulte, la leche humana), según recoge este texto del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
¿A qué se debe la presencia de este metal pesado? Según la asociación de pediatras, las sales de aluminio también se usan como adyuvantes de vacunas desde hace 70 años y son "componentes imprescindibles para estimular el sistema inmunitario y permitir introducir menores cantidades de antígeno, que podría resultar perjudicial en el organismo". Añade, además, que "nunca se ha registrado ningún efecto adverso relacionado con el aluminio presente en algunas vacunas". “Las vacunas que contienen hidróxido de aluminio lo declaran en su composición sin ningún titubeo”, coincide García de Castro.
Por otro lado, recuerda que el mercurio (en concreto, el timerosal) ha sido también un componente clásico en la formulación de vacunas, introducido como bactericida para evitar el riesgo de contaminación bacteriana. ”¡Pero igual que antes se usaba ‘mercromina’ (mercuro-cromo) para curar heridas!”, recuerda el experto, quien añade que no obstante, las vacunas modernas se fabrican bajo estrictas condiciones de esterilidad, por lo que el uso del mercurio está quedando desfasado.
De hecho, a pesar de que las cantidades de mercurio a las que podía estar expuesto un niño español antes de los 14 años por la vacunación eran muy inferiores a las consideradas tóxicas por los diferentes organismos mundiales, estas se han ido reduciendo y sustituyéndose por otros compuestos inocuos, según el Comité Asesor de Vacunas de la AEP. Actualmente, "ninguna de las que se utilizan en los calendarios vacunales de las distintas comunidades autónomas españolas contiene esta sustancia", indica aquí el Comité.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 27/10/2020.
Primera fecha de publicación de este artículo: 01/11/2020