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Por qué las vacunas contra el coronavirus no pueden hacernos transgénicos ni alterar nuestro ADN

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Ahora que en varios países ya han autorizado y empezado a vacunar contra el coronavirus, han aumentado los bulos y desinformaciones sobre supuestos efectos negativos de la vacuna como que cambian nuestro ADN, que son sustancias transgénicas y nos convierte en seres transgénicos. En este artículo os desmontamos los argumentos falsos que se usan habitualmente para difundir esta desinformación en torno a las vacunas frente a la COVID-19.

Las vacunas de ARN mensajero por lo que sabemos de momento son seguras y no alteran nuestro ADN: sólo hacen que produzcamos una proteína del virus

Como ya explicamos al contar qué son las vacunas de ARN mensajero y por qué no van a alterar nuestro ADN, las vacunas de ARN mensajero como las de Pfizer/BioNTech y la de Moderna, introducen una secuencia de ARN con las instrucciones para producir el antígeno en nuestras células. De esta forma se entrena al sistema inmune para que reconozca los patógenos que causan enfermedades y así pueda defenderse de ellas. Lo que hacen las vacunas de ARN mensajero es, en vez de introducir en el organismo un patógeno atenuado o una parte de este, introducir las instrucciones para que sea nuestro propio organismo el que produzca el antígeno (en este caso una proteína) que desencadene la reacción del sistema inmune.

En el caso del coronavirus SARS-CoV-2, la vacuna de ARN mensajero provoca que se produzca la proteína S de la superficie del virus y así entrena a nuestro sistema inmune frente al coronavirus antes de que ocurra la infección.

Como explica a Maldita Ciencia Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), "al utilizar ARN mensajero estas vacunas le están proporcionando a las células las instrucciones para que estas fabriquen proteína S del coronavirus. Nada más. Estas moléculas de ARN mensajero son extraordinariamente lábiles [frágiles], y desaparecen muy rápidamente tras ser usadas para producir proteína S. Por eso hay que mantenerlas congeladas a tan baja temperatura".

Montoliu descarta que estas moléculas vayan "a insertarse en nuestro ADN, que sería la única manera de que nuestras células acabaran modificadas genéticamente, es decir, que se convirtieran en transgénicas. El ARN se administra, se usa y desaparece, se destruye y degrada por la propia célula, y ahí acaba su viaje".

Estas vacunas por lo que sabemos de momento son seguras porque no se hacen con patógenos inactivados ni con partes de esos patógenos, así que no contienen componentes infecciosos, y además tampoco modifican nuestro ADN causando daños aún desconocidos: las vacunas de ARN mensajero no podrían de ninguna forma interferir en la secuencia de ADN de nuestras células.

El motivo es que, a diferencia del ADN que se encuentra en el núcleo de la célula, el ARN se encarga de llevar las instrucciones a la maquinaria celular que se encuentra fuera del núcleo. Por eso, tal y como explican los autores de este artículo publicado en la revista Journal of Immunology Research, "el ARN no necesita entrar en el núcleo durante el proceso y por eso no hay riesgo de que se integre en el genoma".

"Modificar el ADN sería como añadir un ingrediente extraño en una receta que ya existe, lo cual podría suponer que el plato resultante sea distinto. Pero inyectar ARN sería como añadir de forma temporal una nueva receta en el libro de cocina sin tocar las que ya tiene el libro, y por tanto no habría cambios inesperados en las recetas previas", explican los autores de este artículo publicado en la web de la Universidad de Harvard.

"Las vacunas no pueden generar transgénicos porque no se integran en el ADN humano", explica a Maldita Ciencia la viróloga Sonia Zuñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología.

Las ventajas de las vacunas de ARN mensajero

Las vacunas de ARN mensajero se consideran prometedoras porque traen consigo varias ventajas que se recogen en este artículo publicado en la revista Nature y que la PGH Foundation de la Universidad de Cambridge resume en:

  • Son seguras: estas vacunas no se hacen con patógenos inactivados ni con partes de esos patógenos, así que no contienen componentes infecciosos.
  • Son eficaces: estudios clínicos preliminares indican que estas vacunas generan una respuesta inmune sólida y que son bien toleradas por individuos sanos, con pocos efectos secundarios.
  • Son más fáciles y baratas de producir: se pueden generar rápidamente en un laboratorio y el proceso es fácilmente escalable y modificable para adaptarse a las necesidades cambiantes de muchos brotes de enfermedades infecciosas.

Primera fecha de publicación: 18 de diciembre de 2020.


Primera fecha de publicación de este artículo: 18/12/2020

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