Os habéis preguntado si los ultrasonidos tienen algún efecto sobre el coronavirus SARS-CoV-2. Los ultrasonidos son ondas mecánicas parecidas a las que generan sonidos audibles por los seres humanos, pero a frecuencias mucho más elevadas que no podemos oír.
Las frecuencias audibles por oídos humanos están generalmente entre los 40 Hz (las notas más bajas) y los 20 kHz, o 20.000 Hz (las más agudas). Los ultrasonidos son todos los sonidos que superan este umbral de 20 kHz: aunque no los podamos oír, tienen las mismas características del sonido audible, es decir son vibraciones que se transmiten a través de un fluido como el aire.
Los ultrasonidos se pueden utilizar para detectar objetos, medir distancias (midiendo el tiempo que tarda una onda para llegar a un objeto, rebotar y volver a ser detectada por nuestro aparato, como se hace por ejemplo en los barcos con los sonar para saber la profundidad marina) y también para crear imágenes bidimensionales o tridimensionales, como se hace habitualmente con las ecografías.
En cuanto al coronavirus, el maldito Pablo Rodríguez Cortés, residente de medicina interna en el Hospital La Princesa de Madrid, que nos ha prestado sus superpoderes, es tajante: “los ultrasonidos no desinfectan, no limpian, no matan”. Su única aplicación en el ámbito de la pandemia es meramente diagnóstica.
“El estándar para comprobar que un paciente tenga afectación pulmonar es el TAC”, nos explica Rodríguez Cortés. El TAC emplea radiaciones similares a las de la radiografía convencional. Sin embargo, tiene algunos inconvenientes: “Se tiene que desplazar el paciente a la máquina, y a veces esto no es factible, bien porque los pacientes están en una situación clínica inestable, o por el peligro biológico de contaminar durante el traslado. Los ecógrafos, las máquinas que efectúan la ecografías, en cambio, son portátiles y se pueden llevar ‘a pie de cama’ con las ventaja que esto supone”.
Esta es la razón por la que a veces se prefiere hacer una ecografía, es decir, usar ultrasonidos, para hacer el diagnóstico de los pacientes. Sin embargo, no es una técnica exenta de desventajas: “El TAC nos proporciona mayor definición, y no es tan operador-dependiente. La ecografía, en cambio, depende mucho más de quien la efectúa y requiere más habilidad por parte del médico”. Aun así, aclara Rodríguez Cortés, se trata de una herramienta diagnóstica “muy importante y prometedora” y opina que hay que seguir investigando en la manera más adecuada de optimizar su uso con estos pacientes.
El también médico italiano Danilo Buonsenso, del Hospital Policlínico Gemelli de Roma, primer autor de un estudio de caso publicado por la revista European Review of Medical and Pharmacological Sciences que describe la utilidad de los LUS (Ultrasonidos para el Pulmón, en sus siglas inglesas) en los pacientes de COVID-19, confirma: “No, los ultrasonidos no tienen efectos en el coronavirus, pero sí pueden utilizarse para hacer diagnósticos”. Y nos explica que los ultrasonidos no solo “tienen la ventaja de poder ser utilizados directamente en la cama del paciente”, sino que también “en casa, en atención domiciliaria”.
Y advierte que aunque no representen el estándar y no pueden sustituir el TAC, “pueden ser utilizados con mayor facilidad que el TAC, por ejemplo en pacientes fuera del hospital y en países de renta media o baja”. Los dos métodos son completamentes diferentes y dan informaciones distintas. "El TAC estudia todo el tórax y es la mejor prueba para hacerlo, los ultrasonidos estudian en particular la periferia del pulmón, la pleura (la membrana que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones) y la región subpleural”, compara.
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