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MALDITA CIENCIA

Comida basura y alcohol, ejercicio de alta intensidad para personas con problemas cardíacos e inteligencia heredada: llega a Maldita Ciencia el consultorio 79º

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¡Hola, malditas y malditos! Aquí estamos de nuevo, un viernes más, para responder a cuatro de vuestros ruegos y preguntas. Esta semana hablamos de la relación entre el alcohol y los alimentos grasientos, de los beneficios o contraindicaciones del ejercicio de alta intensidad en personas con problemas cardíacos, sobre si es cierto que la inteligencia se hereda y demontamos una de las técnicas consideradas pseudoterapias por el Gobierno: la terapia bioenergética.

Hoy, además, os traemos una novedad. ¿Queréis formar parte del podcast Maldita la Hora? ¡Ahora tenéis la oportunidad! Lo único que tenéis que hacer es mandarnos vuestras consultas a través de un audio. Para hacérnoslo llegar, ya sea así o como la consulta escrita habitual, los medios son los de siempre: podéis enviárnoslo por WhatsApp (655198538), e-mail ([email protected]) o redes sociales (tanto Twitter como Facebook). ¡Manos a la obra!

¿Es perjudicial para personas con problemas cardíacos practicar ejercicio de alta intensidad ?

No hay duda de que practicar una actividad física intensa aumenta nuestra frecuencia cardíaca, disparando las pulsaciones. Y para comprobarlo, basta con echarnos una carrera a ritmo ligero. En relación a esto, nos habéis preguntado si un tipo concreto de entrenamiento, el de alta intensidad, puede tener contraindicaciones para las personas con problemas de corazón, al acelerar de manera más evidente el ritmo de los latidos. Pero no solo no tiene por qué ser perjudicial, sino que este tipo de ejercicio puede llegar a ser recomendable para las personas con patologías similares. Os contamos lo que sabemos.

El ejercicio físico es fundamental si nuestro objetivo es llevar una vida saludable. "Junto a dejar de fumar y mantener una dieta equilibrada, hacer deporte es la variable con mayor impacto en la calidad de vida", señala a Maldita Ciencia José Miguel Martín Torres, cardiólogo y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. En concreto, si hablamos de pacientes con problemas cardíacos (por ejemplo infartos o insuficiencia cardíaca), Martín Torres explica que el ejercicio físico mejora la supervivencia, la autonomía funcional, la capacidad física, la calidad de vida, a la par que reduce el riesgo de reinfarto u hospitalización.

"La alta intensidad en el ejercicio de resistencia cardiovascular consiste en esfuerzos que exigen mucho trabajo al sistema cardiorrespiratorio", explica a Maldita Ciencia David Argüelles, entrenador personal graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD) y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. Según el 2018 Physical Activity Guidelines Advisory Committee Scientific Report, durante este tipo de actividad resulta casi imposible mantener una conversación, debido a la elevada frecuencia respiratoria que se alcanza (lo que se conoce como test de hablar).

"La duración tampoco puede ser muy prolongada. Es por esto que surgen propuestas de ejercicio como el entrenamiento interválico de alta intensidad (sus siglas en inglés, HIIT) para dosificar mejor el entrenamiento a estas intensidades", indica Argüelles, y explica en qué consiste: se trata de la combinación de varios períodos de duración suficiente para alcanzar dicha intensidad, con intervalos de recuperación a una intensidad menor.

"En cuanto a su seguridad en personas con problemas cardiovasculares, la mayor prevalencia de lesiones son las musculares y su gravedad no supone el abandono de las intervenciones de ejercicio. Es decir, no están relacionadas con complicaciones cardiovasculares", explica Argüelles.

En particular, según Martín Torres, el HIIT no solo tiene los mismos beneficios que el ejercicio tradicional de intensidad moderada, sino que presenta una mayor mejoría en clase funcional (movimientos que ayudan a la persona a desempeñar tareas útiles).

"Hay muchos estudios hechos para determinar la seguridad de esta modalidad de ejercicio. En todas las circunstancias (insuficiencia cardíaca de diferentes clases, infartos, personas de baja clase funcional, diabetes, hipertensos...) en comparación con el ejercicio convencional no se ha apreciado un incremento de complicaciones o efectos adversos [en pacientes con problemas cardíacos]", resume Martín Torres.

¿Existen excepciones? Sí: aquellos casos en los que el cardiólogo desaconseje evitar el ejercicio físico, en general. En el momento agudo de un infarto, en una descompensación grave de insuficiencia cardiaca o en algunas miocardiopatías, por ejemplo, practicar ejercicio de alta intensidad no es recomendable, al igual que cualquier otro tipo de deporte. Martín Torres resalta que, en estos casos, la recomendación se refiere a toda clase de entrenamiento y no únicamente al HIIT realizado correctamente. "No hay contraindicaciones del ejercicio de alta intensidad en pacientes que sí que tengan indicación de hacer deporte", añade.

Sí existe una diferencia con respecto a los pacientes sanos: en personas con problemas cardiovasculares (insuficiencia cardíaca, infartos previos, o hipertensión de mal control), es imprescindible monitorizar las pulsaciones durante la actividad. Teniendo en cuenta la frecuencia cardíaca máxima (marcador que en ningún momento deberíamos superar), conseguiremos que el esfuerzo de nuestro corazón sea similar.

"Para que nos entendamos, será el mismo siempre, independientemente de que se trate de un atleta joven o un anciano que ha teniendo un infarto y presenta insuficiencia cardíaca", señala el cardiólogo. Lo que sucede es que, para llegar a ese 85%-95% de su capacidad (la requerida por el protocolo Wingate en HIIT), el atleta seguramente tenga que hacer un sprint prolongado en pendiente, por ejemplo, mientras que para el anciano (o una persona que no acostumbre a realizar ejercicio físico) será suficiente con caminar un poco deprisa. "En todo caso, el trabajo del corazón y el cansancio percibido va a ser el mismo", concluye.

¿Existe relación entre beber alcohol y tener ganas de comer alimentos grasientos?

Domingo por la mañana, horas de sueño de menos y alguna que otra copa de más. En Maldita Ciencia ya hablamos sobre los mitos y verdades sobre la resaca, pero esta semana nos habéis planteado un nuevo dilema: ¿está justificada esa gula de alimentos grasientos tras haber bebido alcohol? Eso, al menos, es lo que dicen algunos de los artículos por los que nos habéis preguntado.

El estudio al que hacen referencia es real (de hecho, puedes encontrarlo aquí). Sin embargo, además de que las conclusiones se han extraído de experimentos llevados a cabo en ratones, la investigación sigue una progresión diferente: sostiene que el incremento en el consumo de alcohol podría ser consecuencia del tipo de dieta y no al revés, como dan a entender los titulares.

De hecho, según se explica en el propio estudio, los resultados en ratones sugieren que el acceso limitado a dietas sabrosas o altas en grasa se corresponde con una mayor probabilidad de atracón en el momento en el que se tiene la opción de consumir este tipo de alimentos y, a su vez, con una mayor preferencia por las bebidas alcohólicas. A su vez, aquellos animales que mantienen constantemente una dieta alta en grasa, disminuyen voluntariamente el consumo de alcohol.

La investigación, publicada en 2019 en la revista de bioquímica The Faseb Journal, sugiere que la razón del abuso de alcohol y el "mono" de comida grasienta podría ser que ambos utilizan el mismo circuito cerebral.

"La obesidad y el alcoholismo, dos de los trastornos crónicos más comunes en Estados Unidos, podrían estar relacionados con que determinados comportamientos, como la ingesta de comida grasa y beber alcohol compulsivamente, utilicen el mismo neurocircuito", explican los autores de la investigación. La conclusión, según resume esta nota de prensa publicada en la plataforma EurekAlert!, es que beber alcohol afecta a las mismas áreas cerebrales que las que controlan la necesidad de comer en exceso (darse atracones).

Ahora bien, repetimos que las evidencias no están basadas en estudios en humanos, sino que los investigadores utilizaron tres grupos de 10 ratones. El primero de ellos tuvo acceso continuo a una dieta alta en grasas y acceso limitado a una mezcla de agua y alcohol. El segundo, mantuvo las condiciones con respecto al acceso alcohol, pero una dieta normal, propia de roedores. Por último, el tercero tuvo acceso limitado tanto a la dieta alta en grasa (con una dieta normal durante el resto del tiempo) como al alcohol. Fue este último grupo el que incrementó el consumo de alcohol y la preferencia por este frente al agua potable, mientras que el de los dos primeros se redujo.

Aunque no se han estudiado los efectos en humanos, las conclusiones tras este experimento sugieren que, en ratones, limitar el acceso a una dieta alta en grasa favorece los patrones de ingesta compulsiva, que a su vez activaría al cerebro para consumir alcohol.

¿Es eficaz la terapia bioenergética, una de las consideradas pseudoterapias por el Gobierno? Spoiler: no

De nuevo retomamos el tema de las pseudociencias y los pseudotratamientos que prometen efectos milagrosos sin evidencias científicas ni metodología alguna que los avale. En esta ocasión, vuestra consulta se ha dirigido hacia la terapia bioenergética y su supuesta eficacia. ¿Es cierto que esta puede mejorar nuestro estado de salud físico y mental? No, no hay ninguna evidencia científica al respecto. De hecho, es otra de las 77 técnicas que el Gobierno incluye en su lista de pseudoterapias.

Para los que no están familiarizados con el término y según sus adeptos o centros que la ofrecen, la terapia bioenergética es "un método que relaciona las emociones, carácter, expresiones corporales y estructura muscular, permitiendo desbloquear zonas del cuerpo cargadas", además de "liberar las emociones y sentimientos que producen una enfermedad o bloqueo energético". Sin embargo, bajo su definición existen multitud de prácticas.

"Incluso si nos centramos solamente en una, tiene tantas interpretaciones que es difícil enfocarla bien", indica a Maldita Ciencia Fernando Cervera, biólogo y vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP). "Esto suele ser bastante habitual en las pseudoterapias", añade.  

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Cervera explica que, si intentamos reducir todas estas interpretaciones en un conjunto de ideas comunes, se podría decir que lo que sostiene la terapia bioenergética es que las limitaciones en el movimiento del cuerpo son el resultado de bloqueos emocionales y conflictos no resueltos. "Esta idea general, que podría parecer casi lógica, se mezcla con una serie de afirmaciones y supuestos mecanismos de producir enfermedades que no tienen el menor respaldo en la evidencia científica", recalca.

Incluso centrándonos en un solo concepto, ese al que sus seguidores denominan "energía", por ejemplo, encontramos ambigüedades. Esta sería una especie de "fuerza" no definida que estaría anclada en la cabeza y los genitales, fluyendo de una a otros constantemente. En teoría, sus desequilibrios y flujos son el origen de ciertas patologías, sobre todo psicológicas, pero no hay ninguna prueba al respecto. "De nuevo [y al igual que ocurre con otras muchas pseudoterapias], este supuesto flujo energético es algo más cercano a la ciencia ficción que a la realidad", sentencia Cervera.

¿Pero qué ocurre con los pacientes que, tras haber recibido alguna sesión, dicen encontrarse mejor? Además de tratarse solo de experiencias y no evidencias contrastadas, la respuesta reside, una vez más, en el efecto placebo (del que puedes encontrar más información aquí).

Pero, ojo, del mismo modo que existe el efecto placebo también está el menos conocido efecto nocebo, que aumenta el sufrimiento psicológico al pensar que uno está enfermo, aunque no sea así. "Las pseudoterapias del ámbito psicológico pueden generar al paciente esta sensación, aunque no sea algo real. En este caso, a una persona preocupada por una cuestión menor se le puede hacer creer que sufre un desequilibrio en una supuesta energía vital", detalla Cervera. "Por lo tanto, aunque sí que podría existir cierto efecto placebo, también podría darse todo lo contrario", añade.

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A parte de esta contraindicación, y como puede suceder con el resto de terapias alternativas, existe la posibilidad de que el paciente decida descartar un tratamiento médico para su diagnóstico ante la idea de una posible curación milagrosa prometida por esta y otras pseudotécnicas similares. Según el vocal de la APETP, esto supone un riesgo para nuestra salud ya que el problema, o bien persistirá, o se alargará de modo innecesario.

"En resumen: más allá del engaño económico y dependiendo de la enfermedad, esto puede suponer sufrimiento adicional o incluso la muerte", advierte Cervera.

¿De qué depende nuestra inteligencia?

Por último, pero no menos importante, nos habéis preguntado por la inteligencia y los factores que la determinan. Entre otras cosas, habéis incidido en si esta depende o no de la genética y hasta qué punto es así.

Lo cierto es que la inteligencia de una persona, descrita como la capacidad general que los humanos usamos para integrar distintas funciones psicológicas (percepción, atención, memoria, aprendizaje, razonamiento o la resolución de problemas), depende tanto de los factores genéticos como de los no genéticos, según explica a Maldita Ciencia Roberto Colom, profesor de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro la International Society for Intelligence Research.

"El impacto de esos dos tipos de factores cambia durante el ciclo de la vida: las diferencias genéticas contribuyen menos a las diferencias de inteligencia en la infancia (aproximadamente un 40%) que en la edad adulta (un 80%)", indica Colom. "Esas estimaciones no son algo estático puesto que pueden cambiar también según las circunstancias; por ejemplo, en países con mayor o menor desigualdad social", añade. Este estudio resume lo comentado por el experto, sobre el impacto de esos factores.

"Los estudios e investigaciones que se han hecho para tratar de conocer cuánta inteligencia heredamos de nuestros progenitores han dado resultados dispares", explica en este artículo de la revista Investigación y Ciencia Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y en la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El experto añade que los estudios más rigurosos no atribuyen a la herencia biológica más de un 40%. "Eso es importante, pues nos dice que más de la mitad de la inteligencia que tenemos tiene que ver con causas controlables, como la educación, la alimentación y el ambiente en el que vivimos", resalta.

¿Cómo sabemos que la genética influye en la inteligencia? Morgado lo explica: la clave se encuentra en la corteza prefrontal, la parte más evolucionada del cerebro, de la que depende la memoria de trabajo y cuyo grosor, en buena medida, heredamos. Pero, como cuenta el experto, esta puede aumentar si las personas practican con frecuencia actividades como jugar al ajedrez o resolver problemas matemáticos (que implican el uso de la memoria de trabajo).

"Por tanto, si ese tipo de actividad intelectual mejora el funcionamiento ordinario de la corteza prefrontal y esa mejora incrementa a su vez la inteligencia, cualquier persona tiene la posibilidad de aumentar la que hereda realizando con frecuencia prácticas como las mencionadas", relaciona Morgado. 

A pesar de que, como hemos podido comprobar, es cierto de que la inteligencia está en parte condicionada por la genética, no hay evidencias científicas que demuestren que esta dependa en mayor medida de la heredada de la madre que la del padre, como también nos habéis preguntado y se ha publicado en diferentes medios. "Desconozco que haya evidencia que apoye esa declaración, pero considero que es altamente improbable", opina Colom. Puedes leer más información sobre el tema en este reportaje de Emily Willingham.

Y por último...

Siempre os decimos que estamos encantados de ayudaros y responder a vuestras preguntas. Pero también os recordamos que, para algunas cuestiones, no nos necesitáis a nosotros, sino a un médico especialista que conozca vuestro caso y pueda orientaros: diagnósticos concretos, consejos de alimentación o aplicación de unos u otros tratamientos. ¡Hasta la semana que viene!

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos David Argüelles y José Miguel Martín para la consulta sobre el entrenamiento de alta intensidad.

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