¿Son efectivas?, ¿seguras? Yuka, El CoCo o la novedosa MyRealFood... Las aplicaciones nutricionales están de moda, pero la gran pregunta es si se ciñen a criterios científicos al recomendarte un producto frente a otro. Desde Maldita Ciencia, y para que no te la cuelen, hemos hablado con expertos en nutrición y te contamos cómo puntúan tres de estas herramientas.
La etiqueta de información nutricional, esa gran desconocida
Unos le prestan más atención, otros menos. Del mismo modo, hay quienes consiguen descifrar de forma más rápida y efectiva la información que aporta y quienes no saben por dónde coger tanta letra, número, abreviatura y porcentaje. Seas de uno u otro grupo, lo cierto es que el etiquetado nutricional de los productos que decidimos echar al carrito de la compra puede darnos las claves para saber si estos son o no saludables: qué y cuántos ingredientes los componen; qué cantidad de azúcar y sal o qué tipo de grasas incluyen...
"Actualmente existe mayor conciencia social con respecto a llevar una alimentación saludable", indica a Maldita Ciencia Luis Bellot, dietista-nutricionista. Según Bellot, hay cada vez más información sobre nutrición, para bien o para mal, y más evidencia acerca de su relación con las enfermedades crónicas. "Esto hace que nos cuestionemos qué es mejor, tanto a nivel de salud, como social y de sostenibilidad", añade.
Frente a la amalgama de "jeroglíficos" y valores numéricos de los que hablamos, existen diferentes sistemas (como Nutriscore y NOVA, que explicaremos más adelante) y herramientas (como Yuka, El CoCo o la nueva MyRealFood) que presumen de poder masticar, digerir y servir en bandeja la información nutricional de un producto hasta hacerla comprensible por cualquier mortal.
¿Qué es el sistema Nutriscore y qué pegas tiene?
Para tratar de hacer más fácil la comparación nutricional entre productos similares, hace meses que algunos de ellos utilizan el sistema de etiquetado frontal Nutriscore en los envases de algunos alimentos manufacturados. A través de cinco colores y letras (del verde al rojo y de la A a la E), se hace referencia a lo saludable que es un producto, en base a sus ingredientes y micronutrientes. Sin embargo, "no es 100% fiable y lo tendríamos que incorporar junto a mucha educación alimentaria", opina Bellot. ¿Por qué?
Para puntuar tiene en cuenta qué elementos presenta su composición y cuál es su repercusión en la salud, para bien o para mal. "Como casi todas las cuestiones relevantes de nuestra vida moderna, la decisión se basa en un algoritmo (sobre el que puedes leer aquí)", explica en este post Marián García, farmacéutica y diestista-nutricionista. "El sistema distribuye puntos en función de la composición nutricional por cada 100 gramos de producto". Es decir, la calificación depende del valor energético, las grasas saturadas, el azúcar y la sal, por un lado y las proteínas, la fibra alimentaria o el porcentaje de fruta y verdura por otro.
"El inconveniente es que hay algunos productos sobre los que [Nutriscore] puede crear confusión", opina García y pone un ejemplo: el aceite de oliva virgen extra tendría una baja puntuación, al tener un elevado porcentaje de grasa, equiparando su categoría a un producto ultraprocesado. "Lo mejor es utilizarlo para comparar productos dentro de una misma categoría: yogures con yogures, cereales con cereales...", recomienda Bellot.
La entrada en los supermercados del sistema Nutriscore ha sido la excusa perfecta para la aparición de aplicaciones relacionadas con nutrición, que buscan echar una mano a quienes quieren intentar comer mejor. Por la que sin duda nos habéis preguntado más es por Yuka, aunque existen otras como El CoCo, y la nueva MyRealFood, presentada por el dietista-nutricionista Carlos Ríos y el movimiento "realfooding".
La mera existencia de estas aplicaciones, según explica a Maldita Ciencia Beatriz Robles, dietista-nutricionista, significa que, por un lado, los mensajes sobre alimentación no están llegando correctamente y hay confusión en la población pero, por otra, que la población se preocupa por lo que come.
García plantea una pregunta a los malditos: ¿es mejor conducir un coche al que se le puede explotar una rueda en cualquier momento o ir caminando? "Yo prefiero ir caminando. Si las aplicaciones no tienen rigor científico, usarlas es un riesgo". En la misma línea, Robles opina que "las que son rigurosas y aplican criterios científicos sí podrían ser útiles".
El punto débil de Yuka: los aditivos y la dimensión orgánica ('eco' o 'bio') no influyen en que un producto sea más o menos saludable
Según puede leerse en su página web, el objetivo de Yuka (extrapolable al resto de aplicaciones) es "mejorar la salud de los consumidores ayudándoles a descifrar las etiquetas de los productos para poder tomar las decisiones más saludables". Para utilizarla, basta con escanear con la cámara de tu móvil el código de barras del producto. La aplicación lo puntuará en una escala de 0 al 100, de menos a más saludable.
Sin embargo, los criterios que utiliza la aplicación para calificarlos no son los más adecuados: a pesar de que un 60% de la nota proceda de los datos gestionados por Nutriscore (que, como ya hemos dicho, tampoco es un sistema perfecto), otro 30% se atribuye en función de los aditivos y el 10% restante depende de si son o no ecológicos.
"Valorar si un alimento 'es bueno o no' en función de sus aditivos es peligroso porque promueve la quimiofobia", explica aquí García. "Los aditivos son seguros y esto nos tiene que quedar claro", añade. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) los considera seguros en las dosis permitidas. El dietista-nutricionista Juan Revenga, por otro lado, afirma que “no por ser eco o bio un producto es más o menos saludable", como ya te contamos en Maldita Ciencia con ayuda de Gemma del Caño, tecnóloga de alimentos, en este vídeo.
En palabras de Robles, todo esto hace que solo el 60% se corresponda con una clasificación nutricional reconocida, ya que el 40% restante no obedece a criterios científicos ni es objetiva. Desde Maldita Ciencia hemos tratado de ponernos en contacto con el equipo que gestiona la aplicación para preguntarles por el origen del uso concreto de estos porcentajes, pero todavía no hemos recibido respuesta.
El CoCo: la aplicación que supera los puntos débiles de Nutriscore
Para vencer las trabas que presenta el sistema Nutriscore, la aplicación El CoCo (El Consumidor Consciente) utiliza junto a él, el criterio NOVA, que clasifica los alimentos del 1 al 4 en función de su grado de procesamiento (de menor a mayor, respectivamente) y no de sus nutrientes.
"Aplicamos Nutriscore una vez el producto pasa el filtro NOVA", explica Revenga, que pertenece al equipo de expertos de El CoCo. Así, el consumidor se enfrenta a una primera criba informativa que le permite saber si un producto está muy procesado o no. De esta manera deja claro, por ejemplo, que una lata de CocaCola Zero, aunque no tenga azúcar o grasas, es un ultraprocesado y no se trata de un producto saludable y recomendable, a pesar del aprobado de Nutriscore.
El objetivo de El CoCo según Revenga, es obtener una puntuación propia aplicando exclusivamente criterios científicos contrastados: las características nutricionales por categorías que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS), el criterio NOVA de ultraprocesamiento y el sistema de advertencias chileno (sellos negros que indican si un alimento es alto en un determinado componente).
"Yo a los desarrolladores de Yuka les preguntaría por qué han ponderado positivamente con un 10% de la nota que sea eco y por qué negativizan con un 30% que el producto lleve aditivos. ¿Por qué no un 25% o un 15%?", afirma Revenga y añade que, aunque El CoCo aún está en continuo cambio, el equipo estaría agradecido si, en el día de mañana, la gente pregunta por qué el algoritmo utiliza los porcentajes que utiliza. "El CoCo es transparente con los criterios que utiliza y está asesorada por profesionales de reconocido prestigio en alimentación", opina Robles.
MyRealFood y el concepto de "buen procesado"
Desde el pasado 3 de octubre, otra herramienta compite por hacerse hueco en el menú principal de nuestros móviles. Se trata de MyRealFood, la aplicación que busca terminar con el modelo de consumo masivo de ultraprocesados, al que se refiere como "MATRIX".
El origen de MyRealFood es el realfooding, movimiento encabezado por el dietista-nutricionista Carlos Ríos que defiende una alimentación saludable y basada en comida real, reduciendo los ultraprocesados a un 10% de nuestra dieta. "Lo que hemos hecho es coger la clasificación NOVA y hacerla un poco más entendible y accesible a la gente, estableciendo tres clases de alimentos: la comida real, que es el equivalente a los productos mínimamente procesados; los buenos procesados y los ultraprocesados", explica Ríos a Maldita Ciencia.
El problema de NOVA, según Ríos, es que califica como ultraprocesados productos que el movimiento realfooding considera buenos procesados. "Imagínate un tomate frito envasado. A lo mejor lleva aceite y lleva azúcar añadido, por lo que sería un ultraprocesado para la clasificación NOVA. Pero, si ese aceite es aceite de oliva virgen extra, y si ese azúcar que lleva es mínimo (2 o 3 gramos por cada 100), ¿por qué eso debe ser malo?", explica Ríos.
Sin embargo, Revenga discrepa, ya que este sistema no distingue ni el tipo y cantidad de ese aceite (lo tratará como grasa, independientemente de que sea de oliva o de girasol), ni la cantidad de azúcar. Como hemos recordado antes, NOVA clasifica los alimentos en función de su grado de procesamiento: NOVA 1, los mínimamente procesados; NOVA 2, los ingredientes culinarios; NOVA 3 la mezcla entre los NOVA 1 y NOVA 2 y NOVA 4 los productos ultraprocesados.
"En un tomate frito tú tienes tomate, que es NOVA 1, sin procesar o mínimamente procesado, en caso de estar rallado; y aceite, que es NOVA 2, porque es un ingrediente (no lo tomarías solo como, por ejemplo, una manzana)". Por esto, según Revenga, el tomate frito sería un NOVA 3: una mezcla de NOVA 1 y 2. Un buen procesado. "El cambiarle el aceite no va a hacerle cambiar a NOVA 4, y tampoco el ponerle más o menos azúcar. Porque no habla de la calidad nutricional, habla del grado de procesamiento", concluye Revenga.*
Además, el equipo de MyRealFood subraya como cualidades otras dos características de la aplicación: te permite configurar un calendario de comidas, para controlar la cantidad de ultraprocesados que comes mensualmente, y crearte un perfil dentro de la comunidad realfooding, para compartir recetas y contenido, conformando así una nueva especie de red social.
Sin embargo, y como una pescadilla que se muerde la cola, volvemos al problema inicial. "MyRealFood, por un lado, valora los alimentos según su grado de procesamiento en base al sistema NOVA, revisado por la comunidad científica; pero también tiene en cuenta la presencia de aditivos y los califica como 'inocuos' o 'controvertidos', para lo que indica que se basa en las opiniones de la EFSA y en estudios independientes, sin identificar dichos estudios", expone Robles.
¿Utilizarlas o no? Esa es la cuestión
Usar o no este tipo de herramientas para mejorar los hábitos alimentarios sigue siendo cuestión de gustos.
Por un lado, a pesar de que el etiquetado proporciona mucha información, si una persona no está formada en cómo entenderlo, es algo complicado de interpretar. Robles lo ve de esta manera: "No debería pedirse al consumidor que tenga conocimientos avanzados en nutrición. Lo ideal es que se desarrollasen perfiles nutricionales que categorizasen los alimentos de acuerdo con su composición nutricional y por razones relacionadas con la prevención de enfermedades o promoción de salud.
Según Robles, esto limitaría reclamos del etiquetado e impediría que alimentos insanos incluyan declaraciones de propiedades saludables. Por ejemplo: un bollo de chocolate que indica "alto en hierro" o cereales azucarados que se anuncian como "fuente de fibra".
Por otro lado, Daniel Ursúa, dietista-nutricionista, opina que, en general, su uso no empodera al consumidor ni le enseña a leer estas etiquetas. "Mejor un consumidor con una app respaldada por un profesional y que dé información neutra que uno que dependa de lo que le diga el envase", se explica. "Ahora bien, prefiero a un consumidor que sepa leer el etiquetado y que no dependa de una app a uno que la necesite, por muy buena que sea esta", concluye Ursúa.
Sea cual sea la mejor opción, lo que algunos expertos opinan es que estas aplicaciones podrían no solo ayudarte a comer mejor. "Podría llegar el momento en el que la industria de los ultraprocesados, aunque mantenga la venta de estos productos, no intente engañar al consumidor utilizando etiquetas o packaging que haga parecer que son saludables", opina Ríos. "Simplemente creo que intentará ser más honesta, o por lo menos eso le aconsejaría: cada vez veo más rechazo hacia los nuevos productos que se promocionan como healthy (saludables) cuando no lo son", concluye.
"Es enorme la presión que hacen los fabricantes para que esas leches, esos zumos y esas papillas (entre otros productos) puedan seguir luciendo los mensajes típicos de 'con un 35% de fruta' y similares", expone Revenga. "Yo estoy convencido de que sí, de que esto [la educación en la lectura del etiquetado nutricional] servirá a modo de presión. Pero más que sobre la administración, sobre las empresas. Eso seguro", añade.
En lo que todos ellos coinciden, y como hemos avanzado en un principio, es en que la mejor opción es tratar de ser conscientes de qué comemos y la frecuencia con la que lo hacemos (si hablamos de productos no tan saludables), para así reeducar nuestros hábitos alimentarios. De hecho, quién sabe, puede que lleguemos al punto de no necesitar aplicación alguna que nos diga qué es lo más adecuado. Al final, el objetivo es cuidarnos sin dejar de disfrutar un buen desayuno, una apetecible comida o una gustosa cena.
*Hemos incluido este párrafo para contrastar las declaraciones previas.