En los años posteriores a la crisis económica de 2008, España era uno de los líderes mundiales en la descarga ilegal de contenidos, según denunciaron varios organismos internacionales relacionados con los derechos de autor, como el Caucus Antipiratería Internacional del Congreso de Estados Unidos, que aseguró que en 2011 sólo superaban en números a España cuatro países: Canadá, China, Rusia y Ucrania.
Según un estudio impulsado por la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos en 2009, la descarga de contenidos en España se cuantificaba en más de 5.100 millones de euros, “un 76% del mercado”.
“Música y películas alcanzaron un porcentaje pirateado del 95,6% y 83,7%, espectivamente, videojuegos del 52,3%, seguido de un relevante 19,7% en el libro, sector donde la piratería acaba de empezar”, afirmó la organización española en el estudio.
La popularización de los servicios de streaming en el país
¿Cómo han cambiado las cosas en poco más de una década? A simple vista, es fácil reconocer que en nuestro entorno se han popularizado los servicios de streaming, plataformas que nos permiten consumir todo tipo de contenidos protegidos con derechos de autor a cambio de una suscripción: Spotify o Apple Music para música; Steam para videojuegos; Netflix, Filmin o HBO para películas y series, etc.
Según apuntan estudios más recientes, este auge del streaming ha reducido notablemente en apenas diez años el número de descargas ilegales. El último estudio de la Coalición de Creadores refleja que “la descarga de contenidos ilícitos registró una caída del 5% en 2019”. En el acumulado se observa que este descenso crece hasta el 17% si comparamos con las cifras de 2015.
El informe señala que el 66% de los encuestados que consumen música en formato digital lo hacen de forma legal, un dato casi idéntico (67%) al de usuarios que ven las películas y series pagando su suscripción y no descargándolas de forma irregular.
También apunta en esta dirección el informe de 2020 ‘Los ciudadanos europeos y la propiedad intelectual: percepción, conciencia y comportamiento’ elaborado por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea. Según sus datos, un 10% de los encuestados españoles admiten “haber descargado contenido desde fuentes ilegales en internet”, lo que supone una caída de seis puntos respecto al mismo estudio de 2017.
Otra tabla del informe europeo pone datos al rápido aumento de los servicios de streaming. El 54% de los españoles afirma utilizar de manera habitual este tipo de plataformas. O dicho en otras palabras, un 30% más que en 2017, lo que sitúa al país en cuarta posición en el uso de estos servicios en la UE por detrás de Finlandia, Suecia y Dinamarca.
La persecución legal y los cierres de webs de descargas: razones por las que decae la piratería
Una vez vistos los datos, preguntamos a nuestro maldito Rafael Galán Pérez, miembro de la Junta Directiva de la SGAE, sobre la relación entre el auge del streaming y la caída de descargas ilegales. A su juicio, si comparamos la situación actual con la de hace una década, “la gente descarga menos por la persecución legal y los cierres de las web de descargas”.
“Los servicios de streaming también han contribuido enormemente porque ahora son accesibles productos, como la música, en plataformas que ofrecen tarifas planas a precios asequibles”, afirma.
¿Y esta solución es la idónea para todas las partes? Pese a que ahora el consumo se realice por cauces legales, Pérez considera que la retribución que llega a los autores es, en la mayoría de los casos, “ridícula”. Además, critica que estas plataformas “se niegan a facilitar los datos” de visionados o escuchas de cada obra, algo que ayudaría a “negociar el pago de derechos” a los creadores.
Precios "asequibles" para ver contenido sin tener que descargarlo
Marelisa Blanco, abogada especializada en propiedad intelectual, señala a Maldita.es que los estudios recientes apuntan a “un estancamiento o un proceso a la baja” de las descargas ilegales de contenido, explicadas en buena medida por “los precios asequibles para el acceso a muchas obras” que ofrecen las plataformas de streaming.
“Sin embargo, con la situación desatada por la COVID-19 hubo un repunte. Tampoco es de extrañar, estamos en medio de las guerras del streaming, donde tienes que tener todas y cada unas de las plataformas si quieres ver las series exclusivas o del momento. Creo que las personas somos como somos y queremos hablar de lo que está de moda por ese famoso miedo a perdérselo (FOMO o fear of missing out en inglés) del mundo de las startups”, afirma.
La especialista también vincula este repunte de la piratería durante la pandemia, del que advierte el último informe de la Coalición de Creadores, al “aburrimiento” por la falta de alternativas de ocio y al empeoramiento de la situación económica de muchos hogares.
Desde el punto de vista legal, Blanco considera que en los últimos 20 años “se ha intentado, por muchos medios, atajar el problema que supone la piratería” con campañas de sensibilización o reformas legales “muy sonadas” como la denominada ‘ley Sinde’, orientada a perseguir judicialmente la descarga de contenido protegido con copyright en Internet.
“La ley ha intentado solventar en parte este problema, pero, como todo, tiene límites. La piratería es un asunto complejo que requiere acciones desde varios frentes y un análisis sosegado. Puede que la economía doméstica tenga mucho que ver, no sólo por el ejemplo comentado sobre el repunte en piratería debido al coronavirus, sino también con el alivio que supusieron las plataformas en streaming”, concluye.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Rafael Galán Pérez, miembro de la Junta Directiva de la SGAE.
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