La Comunidad de Madrid dice que va a "aplicar la inteligencia artificial por primera vez en un proceso electoral" porque a los periodistas que sigan la jornada electoral desde el centro de datos que ha montado el ejecutivo les acompañará un robot humanoide llamado Sophia, que describen como "innovación tecnológica". Este dispositivo es popular en todo el mundo por haber participado en programas de televisión y entrevistas, pero no es un buen ejemplo de lo que puede hacer la inteligencia artificial (IA) a día de hoy y lo que no. Os explicamos por qué.
¿Qué puede y qué no puede hacer Sophia?
Sophia es un robot diseñado por la empresa Hanson Robotics que se presenta como el "robot humanoide más avanzado" que existe porque es capaz de interactuar con las personas en una conversación, saber dónde se encuentran para dirigirse a ellas a través de sistemas de reconocimiento de imágenes o cambiar la expresión de su cara. Se presentó en 2016 y desde entonces se ha vendido como un dispositivo "inteligente" y con la apariencia de que es una tecnología muy avanzada en su campo.
En realidad, lo más parecido que hay a la tecnología que hay detrás de Sophia son los asistentes de voz que usamos en casa o en el móvil, como Alexa o Siri: "La mayoría de los sistemas de inteligencia artificial con forma humana son al final un chatbot de audio al que vistes y pones una cara. Tiene las posibilidades y limitaciones de estas inteligencias artificiales, como un asistente como Alexa pero con falda. Puede responderte a preguntas muy simples y enciclopédicas", explica a Maldita Tecnología Gemma Galdón, presidenta de la Éticas Consulting y especialista en auditoría de algoritmos e IA.
Para la tarea de reconocer lo que le están diciendo y contestar acorde, usa concretamente el modelo que diseñó Alphabet, la compañía matriz de Google, o sea que su tecnología no es muy distinta que la de estos asistentes. En este artículo te explicamos cómo funcionan y de dónde sacan la información que dan cuando se les hace preguntas.
En el caso de Sophia, muchas de las cosas que dice están diseñadas por un equipo de personas en función del tema que vaya a tratar y que luego son incorporadas a su sistema. El robot no entiende lo que dice o lo que le decimos: "En ningún caso Sophia genera dichas frases por sí mismas, en la mayoría de casos se trata de un guion. Está verbalizando una respuesta que ha sido previamente escrita por un humano", señala en uno de sus vídeos de divulgación Carlos Santana, docente e investigador de inteligencia artificial y 'machine learning'.
Por eso, no se puede decir que el programa de inteligencia artificial que le permite hablar sea más inteligente que estos otros sistemas, teniendo en cuenta que sus intervenciones están preparadas según la temática en la que vaya a participar. En el caso de un evento como las elecciones de la Comunidad de Madrid, su software se puede adaptar para que consulte los datos que el ejecutivo vaya subiendo a una plataforma, como hace Alexa cuando consulta el tiempo en distintos canales de Internet.
"Como Sophia se presenta de una forma muy vistosa y mediática es normal que los errores no se puedan permitir, con lo cual no se atreven a poner una Alexa a la que le preguntas 'cuál es el sentido de la vida' y entra en un bucle un poco loco", añade Galdón.
Lo que llama la atención: su apariencia y capacidad de hablar
Lo que hace su diseño atractivo, hasta el punto de participar en programas de televisión, dar charlas en convenciones o que un partido político lo venda como un supuesto sistema de inteligencia artificial novedoso para unas elecciones, es que se combina ese mecanismo de audio que nos resulta familiar con una apariencia humana que parece que nos ve, nos oye y puede hablar con nosotros.
Esto es porque en el campo de la robótica, Sophia sí que es un gran avance. No por su aspecto, ya que otras compañías como Boston Dynamics han fabricado robots con más habilidades físicas, sino por el hecho de que combine tantas aplicaciones tecnológicas a la vez: "Probablemente el mérito de Hanson Robotics sea el haber unificado por primera vez varias tecnologías en un mismo humanoide, como un sistema de cámaras, mecanismos que le permiten asemejar al movimiento humano, y la comunicación", explica a Maldita Tecnología Julián Estévez, profesor de Robótica e Inteligencia Artificial en la Universidad del País Vasco.
Además del sistema de reconocimiento por voz, el robot Sophia cuenta con sistemas de reconocimiento de objetos e imágenes para saber dónde se encuentran las cosas que lo rodean, que se enmarcan en el campo de la "visión por computador" o "computer vision". En este estudio sobre el robot explican que tiene cámaras incorporadas en la parte de los ojos que hacen posible que mantenga el contacto visual y que a través del programa que tiene instalado elija qué expresión facial poner.
"Sophia es un robot humanoide que a menudo se muestra como un hito de inteligencia artificial. Su empresa afirma sobre ella que tiene sentimientos y que es inteligente, pero ni siente ni es inteligente", añade Estévez. Es más, señala que en cuanto a ese aspecto de inteligencia artificial, hay varias alternativas más desarrolladas, como podría ser el programa informático GPT-3 (un sistema que incluso a día de hoy se sigue criticando).
Con él coincide Carlos Santana, que asegura que en lo que a chatbots se refiere es la tecnología más desarrollada del sector y difiere con lo que hace el robot Sophia en al menos un punto muy importante: el humanoide contesta con respuestas predefinidas, mientras que el sistema GPT-3 genera respuestas de manera "genuina". "Los asistentes de voz actuales usan respuestas predefinidas que se seleccionan con 'machine learning', buscando la respuesta que mejor se ajusta a los inputs (lo que se ha preguntado), pero GPT-3 responde en base a lo que ha aprendido en su entrenamiento y no está escrito por nadie previamente (con todos los problemas que eso puede tener, como que se ponga a hablar de otra cosa)", aclara Santana a Maldita Tecnología.
Sophia no representa las capacidades que tiene la inteligencia artificial a día de hoy
Por todos estos motivos, la denuncia general que hacen muchos investigadores de inteligencia artificial al robot Sophia es que tiene más de campaña de márketing que de avance puntero tecnológico, tal y como recoge este artículo del medio Skynet Today.
Incluso uno de sus creadores, Ben Goertzel, que trabajaba en el equipo de datos e inteligencia artificial de Hanson Robotics, admitía en una entrevista en el medio especializado The Verge que sus capacidades se sobreestimaban: "Si le digo a la gente que estoy usando la lógica probabilística para hacer un razonamiento sobre la mejor manera de limitar las cadenas de árboles de inferencia que surgen en nuestro motor lógico, no tendrán ni idea de lo que estoy hablando, pero si les muestro la cara preciosa y sonriente de un robot, tendrán la sensación de que la 'inteligencia artificial general' podría estar cerca y ser viable". Este último concepto es en el que trabajan con Sophia: hacer que demuestre tener la misma inteligencia que una persona. En la misma entrevista, Goertzel señala que no cree que el robot esté en ese punto todavía.
Según Galdón, la denuncia colectiva que hay de parte de los investigadores de este campo es que aunque el robot "se vista de persona, no tiene que ver con una inteligencia humana, ni la inteligencia artificial ha llegado en este momento a tener la capacidad de interacción que Sophia pretende tener, que no es más que un guion reproducido por una muñeca grande".
Estévez señala que desde la comunidad científica se considera que Sophia no deja de ser una herramienta de márketing de su empresa: "Da igual que se hable bien o mal de ti, lo importante es que se hable".
"Una de las cosas que históricamente más han dañado al campo de la inteligencia artificial ha sido la generación de falsas expectativas en cuanto a las posibilidades de lo que la tecnología puede ofrecer", admite Santana. Sobre el misticismo que hay alrededor de la inteligencia artificial y su campo te hablamos en este artículo en Maldita Tecnología.