Los científicos lo tienen claro: más del 97% asegura que la temperatura del planeta aumenta por culpa de la actividad humana. De hecho, los científicos que más a fondo han estudiado el tema, son los que más claro tienen que el cambio climático lo provocan los seres humanos. En Maldita.es hemos explicado que la comunidad científica ha comprobado que la emisión de gases de efecto invernadero está causando que aumenten las temperaturas. Los expertos en el clima también han alertado de las catastróficas consecuencias a las que nos enfrentamos si continúa esa tendencia y han pedido que se tomen medidas para detener el calentamiento global.
Aunque los científicos insisten en que la solución a la crisis climática está en nuestras manos, hay quien intenta que no se haga nada. Para tratar de convencer a la sociedad de que no es necesario tomar medidas existen dos líneas de argumentación: la que asegura que el calentamiento global no se está produciendo o no es un verdadero problema y la que sostiene que las soluciones que se barajan no sirven o, incluso, que son contraproducentes. Se las conoce como el negacionismo y el retardismo. La literatura académica ha estudiado a fondo cuáles son los argumentos más habituales de estas dos estrategias que tienen un objetivo común: fomentar la inacción frente a la crisis climática.
Negacionismo: ponerse una venda en los ojos ante la crisis climática
En la literatura científica hay varios análisis de las narrativas negacionistas. Uno de los más relevantes lo hizo el climatólogo alemán Stefan Rahmstorf. Él se refiere a los negacionistas como “escépticos climáticos” y diferencia tres tipos según qué niegan:
Escépticos sobre la tendencia. Son los que niegan la mayor. Dicen que no hay crisis climática porque no se está produciendo ningún aumento de temperatura en el planeta y no está sucediendo nada anómalo en el clima. Algunos ejemplos de esta línea de argumentación se vieron durante las olas de calor del verano de 2022 cuando se afirmaba que en España “siempre ha hecho calor en verano”. Sin embargo, los datos de la AEMET certificaron que este ha sido el verano más caluroso en España desde que hay registros.
Escépticos sobre la atribución. Son los que reconocen que se está produciendo un cambio en el clima pero aseguran que se está dando por causas naturales y que el ser humano no tiene nada que ver. Un ejemplo de este tipo de negacionismo sería el bulo que aseguraba que la NASA había admitido "que el cambio climático ocurre por los cambios en la órbita solar de la Tierra y no por los todoterrenos y los combustibles fósiles", algo que ya desmintió Maldita.es.
Escépticos sobre el impacto: Admiten que hay calentamiento y que la acción humana lo está provocando pero aseguran que eso no supone ningún peligro o, incluso, que puede ser algo beneficioso. Uno de los argumentos que utilizan es que el CO2 favorece el crecimiento de las plantas así que no hay nada malo en que haya grandes cantidades de ese gas en la atmósfera. Como prueba de ello, muestran que los invernaderos usan generadores de CO2. Maldita.es ya explicó que, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el aumento de CO2 puede beneficiar a algunos cultivos, pero globalmente tiene consecuencias negativas para la agricultura.
Retardismo: reconocer el problema pero no aceptar la solución
Hay otra excusa para no actuar, incluso si se reconoce que se está produciendo un calentamiento global, provocado por el ser humano y que tiene consecuencias dañinas: descalificar cualquier tipo de solución que se baraje. Es lo que se llama el retardismo.
En el artículo “Discursos del retraso climático” publicado en la revista Global Sustainability se hace un repaso sistemático de las narrativas que utilizan. Detectan cuatro grupos fundamentales de argumentos:
Redirigir la responsabilidad. Reconocen que hay que actuar contra el cambio climático pero lo tienen que hacer otros. Dentro de este grupo los hay que argumentan que el peso de la acción contra el clima debe caer sólo en los ciudadanos individuales. También es habitual señalar que son otros países los que están contaminando más y no corresponde al nuestro reducir sus emisiones. Cuando se habla de las responsabilidades de cada país también se puede sacar a relucir una vertiente económica: si el nuestro hace un esfuerzo para emitir menos y otros no lo hacen, perdemos competitividad a nivel internacional. Una muestra de este tipo de argumentos es señalar a China e India como culpables de la crisis climática y exigir que actúen ellos para tratar de solucionarla. En Maldita.es ya explicamos que, aunque son los dos países que más CO2 emiten actualmente, no se tienen en cuenta las emisiones acumuladas a lo largo de las últimas décadas ni cuánto emite cada país per cápita.
Impulsar soluciones no transformadoras. Sí admiten que hay que tomar medidas pero se apuestan por las que menos sacrificios suponen, aunque no sean efectivas. También se fijan objetivos climáticos ambiciosos a largo plazo pero se deja para más adelante adoptar las medidas que permitirían alcanzarlos. Otra derivada de este tipo de excusas para la inacción es el optimismo tecnológico. Consiste en confiar en que los avances científicos lo resolverán todo. Argumentan que si las nuevas tecnologías van a acabar con el problema del cambio climático en un futuro cercano, no tiene sentido tomar medidas ahora. Esta última narrativa se avivó, por ejemplo, tras el anuncio de que se había logrado una ganancia neta de energía en una fusión nuclear. En Maldita.es explicamos que, aunque se trata de un avance científico importante, queda mucho para que la fusión nuclear pueda ser una fuente de energía limpia a gran escala.
Enfatizar las desventajas. Se centran en el lado negativo de las medidas que se plantean contra la crisis climática. Aseguran que pueden crear graves problemas económicos y sociales y que afectarán con más fuerza a los más débiles. Sostienen, por ejemplo, que la transición a energías limpias va a generar desempleo y va a poner en peligro la prosperidad económica.
Rendirse. Aseguran que ya es demasiado tarde, nada va a detener el cambio climático así que la única opción es tratar de adaptarse lo mejor posible, por eso consideran que es absurdo esforzarse para reducir las emisiones de gases.
Otros estudios académicos varían ligeramente estas clasificaciones. Por ejemplo, esta taxonomía publicada en la revista Scientific reports por científicos de las Universidades de Exeter y Monash y el Trinity College de Dublín detalla todos los argumentos que utilizan los que se ponen a la acción contra la crisis climática. Ellos añaden una narrativa que no contemplaban los anteriores estudios. Destacan que una de las vías de intentar detener la acción climática consiste en atacar a quienes la impulsan: los científicos que alertan sobre el calentamiento global y a los activistas climáticos. En Maldita.es hemos desmentido varias desinformaciones que cuadran con esta estrategia y que tratan de desprestigiar al movimiento climático o a la activista ambiental Greta Thunberg.
Las tendencias en los discursos para la inacción
El mundo académico no sólo ha estudiado las narrativas de los que se oponen a la acción climática, también se han estudiado cuáles de esas narrativas se están usando más y cuáles han están empezando a quedar obsoletas. Una de las principales conclusiones de esos estudios es que la negación pura y dura, asegurar que no pasa nada raro con el clima, cada vez les funciona peor a los negacionistas. El climatólogo Stefan Rahmstorf tiene una explicación para eso: negar que hay alteraciones en el clima es cada vez más difícil porque “el calentamiento es ahora evidente hasta para los ciudadanos de a pie”.
Sin embargo, esta encuesta realizada por IPSOS a nivel mundial advierte de un repunte en otro tipo de escepticismo: el que niega que la causa del incremento de la temperatura del planeta sea la acción humana. Aunque la mayoría, un 63%, sí ve la mano del hombre detrás de la crisis climática, este porcentaje ha caído en los últimos años: era del 69% en 2019.
Pero la principal tendencia en las narrativas contra la acción climática consiste en pasar del negacionismo al retardismo. Según el climatólogo de la Universidad de Pennsylvania State, Michael Mann los negacionistas del cambio climático están en retroceso pero porque han cambiado de táctica y ahora se han convertido en lo que llama “inactivistas”.
El auge del retardismo lo confirma la investigación a la que nos referíamos antes publicada en Scientific reports. Los autores del estudio no sólo hicieron una taxonomía de narrativas contra la acción climática, también examinaron cuáles habían estado utilizando los “think tanks” y los blogs conservadores estadounidenses entre 2000 y 2020. Analizaron con inteligencia artificial sus publicaciones y comprobaron que en los últimos años los argumentos más usados en los think tanks eran que las políticas climáticas son perjudiciales y que el movimiento climático no es fiable. En los blogs, la mayoría de los contenidos atacaban a los científicos y a los activistas climáticos. En ambos, el argumento de que no existe el cambio climático se usaba cada vez menos.