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Las narrativas desinformadoras sobre el coche eléctrico: del riesgo de incendio a la contaminación en su fabricación

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  • Los coches eléctricos son parte de la transición energética y la mitigación del cambio climático
  • Junto a su crecimiento también han surgido narrativas desinformadoras, como que tienen más riesgo de incendio o la energía que utilizan para cargarse emite CO2
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Alrededor de los coches eléctricos circulan desinformaciones que cuestionan su eficacia para combatir el cambio climático y que afirman que suponen incluso un riesgo para los usuarios.

En Maldita.es hemos detectado diversas narrativas desinformadoras sobre los coches eléctricos:

  • ‘Los coches eléctricos tienen más riesgo de incendio’

  • ‘Las estaciones de carga dependen de generadores diesel o energía contaminante’

  • ‘Nos dicen que el coche eléctrico va a salvar el mundo del cambio climático’

    La narrativa de que ‘los coches eléctricos tienen más riesgo de incendio’

    Una tendencia recurrente en redes es publicar el vídeo de un coche en llamas y plantear que el incendio ha surgido porque “es eléctrico”, o bien alertar de que el riesgo de que un coche eléctrico salga ardiendo es mayor que en uno de combustión interna. Esta narrativa desinformadora intenta empujar la idea de que los coches eléctricos son peligrosos porque se incendian más.

    En Maldita.es hemos desmentido hasta 11 contenidos diferentes que decían que el vehículo quemado era eléctrico. En la mayoría de casos no se trataba de un eléctrico sino de combustión interna, o el incendio no guardaba relación con el vehículo, o no se confirmó que el vehículo fuera eléctrico. En el único caso registrado en el que el vehículo incendiado podría ser eléctrico, las llamas no aparecían en el lugar donde se alojaba la batería.

    Sobre el riesgo de incendio, en este reportaje explicamos que el coche eléctrico es una tecnología reciente y en aumento (ahora mismo suponen el 2% de los turismos en todo el mundo), por lo que es pronto para sacar conclusiones. Si nos atenemos a los datos disponibles, la probabilidad de que arda un coche eléctrico es extremadamente baja, posiblemente menor que la de los coches de combustión.

    Aún así, las baterías de ion de litio —que son las que utilizan la mayoría de coches eléctricos— pueden sufrir un fallo de seguridad grave llamado embalamiento térmico que sucede si se le da un mal uso a la batería o esta viene con un defecto de fábrica. Cuando ocurre, es más difícil apagar el fuego que en un vehículo de combustión interna y hay más probabilidad de reignición.

    La narrativa de que ‘las estaciones de carga dependen de generadores diésel o energía contaminante’

    Mensajes en redes comparten que las estaciones de carga de coches eléctricos funcionan con generadores diésel o energía contaminante, anulando la descarbonización que buscan las electrolineras y estos vehículos, contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero. Se trata de una afirmación que no se cumple en la mayoría de los casos y sí en contadas excepciones.

    La inmensa mayoría de las estaciones de carga de vehículos eléctricos toman la energía de la red eléctrica que disponen, según explican compañías eléctricas, operadores de infraestructuras eléctricas, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y expertos en ingeniería eléctrica.

    Cada red eléctrica cuenta con su mix energético (la combinación de fuentes de energía producida) y según ese mix emite más o menos gases de efecto invernadero. Si tomamos como referencia los datos de Electricity Maps, un proyecto que muestra la producción eléctrica de 200 regiones del mundo, cargar un coche eléctrico en Polonia en 2023 emite mucho más que hacerlo en España. En el primer caso, la mayoría de la electricidad generada (63,1% del mix) venía del carbón y solo un 27% se consideraba de bajas emisiones (renovables y nuclear); mientras que en España la fuente más representativa fue la eólica (24,4%) y el 76% de la electricidad producida este año provenía de fuentes de bajas emisiones.

    No obstante, sí hay casos puntuales en los que se usan generadores diésel en estaciones de carga de vehículos eléctricos. Estos casos corresponden, según se han documentado, a picos de demanda, a estaciones ubicadas en lugares remotos donde no hay conexión con la red eléctrica o a experimentos que no estaban pensados para usarse de manera generalizada.

    La narrativa de que ‘Nos dicen que el coche eléctrico va a salvar el mundo del cambio climático’

    Los planes de descarbonización se leen por muchas personas como si fueran una receta sencilla: cambia el coche de combustión interna por uno eléctrico para combatir la crisis climática. “Los gobiernos se han puesto de acuerdo para decir que nuestros coches con 10 y 20 años [de antigüedad] son los causantes de la contaminación y el cambio climático”, dice un vídeo en TikTok. “Se está haciendo una presión a la población en general para cambiarse al eléctrico, vendiendo de que va a salvar el mundo”, dice otro en Twitter (ahora X). La realidad es más compleja porque no se trata de la única medida ni la principal entre las políticas públicas para reducir emisiones.

    El transporte supone la cuarta fuente de emisiones de efecto invernadero más importante a nivel mundial, por detrás de la generación de energía (primera), la industria (segunda) y la agricultura, silvicultura y usos de la tierra (AFOLU, la tercera), según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés). El transporte por carretera supone un 70% de las emisiones dentro del sector. Por tanto, los vehículos son una parte importante de la tarea, pero desde luego hay mucha actividad más por descarbonizar.

    Iniciativas como las zonas de bajas emisiones se suelen leer como un incentivo (o imposición) para cambiarse al coche eléctrico. Si están bien diseñadas, tienen mucho éxito en la mejora de la calidad del aire, en empujar a un cambio modal sostenible (menos personas toman su coche y optan más por el transporte público o la movilidad activa) o en una mejor salud de la población (con menos enfermedades crónicas y menos siniestros de tráfico). Todo esto puede conseguirse sin renovar el vehículo, a pesar de que la primera pregunta para muchas personas cuando aparece una ZBE es “¿voy a tener que comprarme un coche eléctrico?”.

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