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Reciclar cigarrillos electrónicos, tractores que dañan el suelo y plantas que absorben CO₂: he aquí el séptimo consultorio de Maldito Clima

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No te has confundido de día. No es el último viernes del mes sino el primero. Hemos hecho una excepción y cedido nuestro día habitual para que Maldita Ciencia nos metiese el miedo en el cuerpo con su consultorio sobre Halloween. Así que este mes de noviembre, tendremos doble sesión de consultorio climático. Un mes, por cierto, marcado por la COP27, a la que prestaremos especial atención.

Explicada esta ruptura de nuestra habitual cita del calendario, vamos con la séptima edición del consultorio climático de Maldita.es. Nos toca aclarar si los tractores pesados pueden reducir la fertilidad del suelo, cómo la programación del apagado del alumbrado público se adapta al cambio en la salida y la puesta de sol, si realmente se reciclan los vapeadores y qué plantas logran fijar más carbono.

Estas son sólo algunas de las dudas que puedes tener en el ámbito ambiental. Pero si tienes más preguntas sobre clima, energía, medio ambiente y otros temas relacionados, buscaremos respuestas a las preguntas que nos hagas y las contestaremos a través de nuestra web (en la sección de consultorio y dudas), nuestro perfil de Twitter (@Maldito_clima), nuestro correo electrónico ([email protected]) y el chatbot de WhatsApp de Maldita.es (+34 644 229 319) ¡Escríbenos! Y ya, sin más dilación, el 7º consultorio de Maldito Clima.

¿Se pueden reciclar los cigarrillos electrónicos?

En Maldita.es ya hemos hablado sobre los efectos en la salud del vapeo: es menos dañino que fumar pero tiene también muchos otros riesgos. Ahora nos habéis consultado sobre si los residuos de los cigarrillos electrónicos se pueden reciclar. La respuesta es que, en teoría, pueden ser reciclados y sus materiales, reaprovechados.

El cigarrillo electrónico o vapeador es un residuo peligroso al tener batería incorporada, según dicta la ley de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), indica a Maldita.es Roberto Longueira, experto en gestión de residuos industriales y maldito que nos ha donado sus superpoderes. Como todo RAEE, es susceptible de ser reciclado, “en mayor o menor medida, siempre y cuando se gestione correctamente”. Pero su pequeño tamaño es un hándicap de cara a su correcto reciclado, añade.

Como los componentes electrónicos pueden ser contaminantes y requieren un tratamiento especial para su reciclaje, deben entregarse de forma separada de otros tipos de residuos. “Si sustituimos un cigarrillo electrónico por otro nuevo, el distribuidor tiene la obligación de quedarse con el viejo, tanto si es en un punto de venta físico como si se hace por internet. El consumidor dispone de un mes para entregar el residuo al vendedor”, como indica el artículo 22 de la citada ley sobre RAEE, aclara a Maldita.es Alberto Vizcaíno, ambientólogo y consultor en sostenibilidad y gestión ambiental.

Según la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), los cigarrillos electrónicos se pueden reciclar en su totalidad. La patronal de estos cigarrillos indica a Maldita.es que el objeto lleva una batería con un tanque de líquido y un pequeño mecanismo electrónico cubierto por una carcasa de plástico o metal.

La UPEV afirma que “en el caso de los desechables, va todo junto y en el caso de los recargables, se pueden separar por partes. Todos los componentes, una vez depositados en el punto limpio, se desmontan para tratar cada componente de forma adecuada”. Los empresarios de los cigarrillos electrónicos señalan que en sus tiendas especializadas hay contenedores especiales para cada parte del cigarrillo electrónico y así poder reciclarlos. Es más, todos los establecimientos comerciales con una superficie destinada a la venta de aparatos eléctricos y electrónicos con un mínimo de 400 m² están obligados a la recogida de los RAEE muy pequeños de modo gratuito, aclara Vizcaíno.

Longueira concluye: “Se puede gestionar como un único dispositivo depositándolo en contenedores específicos para RAEE o en el punto limpio de nuestro municipio o separando la batería del dispositivo si es posible, lo que mejoraría notablemente la reciclabilidad del conjunto”.

Pero, una vez depositados para su gestión, ¿son realmente reciclados? Alberto Vizcaíno opina que probablemente muy poco. “El reciclaje de RAEE en general es muy limitado. Suele implicar la destrucción del equipo mediante trituración para rescatar metales por sus propiedades electromagnéticas. En el caso de los cigarrillos, por tamaño y complejidad, salvo que se entregue al distribuidor y este disponga de un proceso específico de reciclaje, resulta improbable que se recupere una cantidad importante del material que lo forma”.

Por cierto, en ningún caso los cigarrillos electrónicos van al contenedor amarillo, ya que “ni el cartucho, ni la batería ni el aparato en sí es un envase doméstico”, aclara a Maldita.es Ecoembes, encargada de gestionar los residuos en ese contenedor.

¿Hay plantas que fijan más CO₂ que otras?

Los bosques absorben CO2 gracias a las hojas, tallos, troncos y raíces de plantas y árboles. Así ayudan a atenuar la crisis climática, como ocurre en el sumidero de CO2 que es la Amazonía (aunque una zona de la selva ya no actúa como tal). Pero no todas las plantas fijan dióxido de carbono con la misma eficacia.

Por ejemplo, las plantas leñosas como los árboles y arbustos absorben más. Lo hacen “porque la madera contiene y almacena más carbono que los órganos verdes. Además, almacenan carbono más rápido aquellos árboles que crecen más rápido, como pueden ser los pinos”, como señala a Maldita.es la ingeniera forestal Alicia Ledo, especializada en la estimación de la captura de carbono y emisiones de gases de efecto invernadero en bosques y sistemas agrícolas.

La capacidad de absorción y fijación de carbono depende de varios factores: la cantidad de hojas que tenga, es decir, la superficie de hojas en relación con la superficie de suelo o por volumen de copa de árbol y la actividad de las hojas en sus tasas de intercambio gaseoso con el que absorben CO2 para hacer la fotosíntesis. Este intercambio se hace a través de los estomas, unos poros que hay en la superficie de las hojas, destaca a Maldita.es Rocío Alonso, bióloga ambiental en el Departamento de Medio Ambiente del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).

Las distintas especies de plantas tienen diferente cantidad de hojas y tasas de intercambio de gases. Además, estos dos valores dependen de las condiciones climáticas y meteorológicas, de la edad de la planta y de las hojas y de las condiciones de crecimiento que determinan el estado de vigor o salud de la planta.

En palabras de Rocío Alonso, experta en efectos de la contaminación atmosférica y del cambio climático en la vegetación, “una planta en malas condiciones, porque le haya atacado alguna plaga, haya mucha sequía o calor, las condiciones del suelo no sean favorables… como un árbol viviendo en un alcorque en la ciudad con muy poco suelo y de baja calidad, va a tirar hojas y sus hojas van a ser menos activas. Va a crecer menos y por tanto absorberá menos CO2”.

¿Qué especies serían las mejores considerando todo lo anterior? Las que tengan más hojas, con hojas que permanezcan más tiempo en el árbol y las plantas que tengan unas mayores tasas de intercambio de gases y fotosíntesis. “Lo importante no es solo absorber el CO2 sino acumularlo a largo plazo”, aclara Alonso. Por lo tanto, plantas que vivan más y con gran cantidad de biomasa retirarán más CO2 de la atmósfera durante más tiempo.

Responder a esta pregunta a nivel de ecosistema “es más complicado porque una buena parte del carbono se acumula en suelo y raíces”. Los distintos hábitats tendrán capacidad de captar más o menos carbono según el clima, las condiciones del suelo, la disponibilidad de agua y nutrientes, la topografía y las presiones humanas en el mismo, entre otros factores.

Para poder aumentar la captación de CO2, lo ideal sería convertir suelos baldíos sin vegetación en suelos con vegetación perenne. Que esa vegetación sean árboles, matorrales o pastos “dependerá del clima y del suelo que sea adecuado para su crecimiento”, indica la bióloga ambiental.

Pero esos terrenos baldíos no pueden ser turberas. Los residuos vegetales acumulados como turba son un gran sumidero de carbono. “La cantidad de carbono almacenada en las turberas por metro cuadrado suele ser de 10 a 15 veces superior a la de esa misma superficie de tierra en un bosque o en un entorno agrícola”, según Merritt Turetsky, científica especializado en turberas de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) en declaraciones al podcast 99% Invisible. En Europa, estos ecosistemas contienen cinco veces más carbono que los bosques.

Es más, las turberas contienen más de un 25% de todo el carbono del suelo, aunque sólo son el 3% de la superficie terrestre. Las turberas contienen más del doble de carbono que los bosques del mundo.

¿Es verdad que los tractores pesados pueden estropear los suelos hasta reducir su fertilidad?

Esta agrícola pregunta tiene una respuesta clara: si no se realizan las prácticas adecuadas, sí. Francisco Márquez García, ingeniero agrónomo e investigador de la Universidad de Córdoba, indica a Maldita.es que el tránsito continuado de maquinaria pesada sobre un terreno puede compactarlo, haciendo que el agua de lluvia se infiltre menos en el suelo y que las raíces de los cultivos no se desarrollen correctamente.

Si la compactación es muy intensa, que las raíces estén dañadas “podría reducir la absorción de nutrientes” y “todo este proceso repercutiría finalmente en una disminución de la productividad del cultivo”, explica por su parte Caridad Pérez de los Reyes, profesora de producción vegetal en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Ahora bien, ambos ingenieros indican que todo esto depende de varios factores. En primer lugar, ciertos suelos son más susceptibles a la compactación que otros. Además, influye el peso del tractor: “Los tractores cada vez son más pesados y por tanto incrementan el riesgo de compactación”, señala Márquez. El ingeniero añade que la forma de manejar el terreno también es un factor importante: “Cuando se practica agricultura de conservación y no se labra, tenemos mayores riesgos de compactación”.

Para paliar este daño se utilizan neumáticos de alta flotación, que son más grandes y tienen menos presión de inflado, por lo que distribuyen mejor su peso sobre el suelo, explica Márquez. Por otra parte, según el experto, “está demostrado científicamente” que pisar siempre las mismas zonas de la finca, compactando así sólo una pequeña parte del terreno, es preferible a compactar menos el suelo pero a lo largo de toda la superficie de cultivo.

Resumiendo y en palabras de Carmen del Campillo, experta en producción vegetal de la Universidad de Córdoba y maldita que nos ha prestado sus superpoderes: dependiendo de lo pesado del tractor y del tipo de suelo, este se estropeará más o menos. Además, hay alternativas para reducir ese posible daño, como el tráfico controlado en finca y el uso de neumáticos de alta flotación.

Alumbrado público: ¿es automático? ¿Se adapta a la hora de la puesta de sol?

Atardece: el Sol se esconde, el cielo se tiñe de malva y las farolas se encienden ¿O ya estaban encendidas? ¿A qué hora se encienden exactamente? ¿El alumbrado municipal es manual o automático? ¿Se adapta al cambio de hora? Algo así pudo pasar por la cabeza del maldito que nos hizo estas preguntas. Hemos consultado con expertos y este es el resultado: los sistemas de iluminación municipales suelen ser automáticos y adaptarse al horario de la puesta de sol.

Gonzalo Bonet, arquitecto y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que el funcionamiento de cada sistema de alumbrado depende mucho de la ciudad, pero que lo normal es que las farolas estén conectadas a una red que desemboca en un cuadro eléctrico que da acceso a todas. “Antes había que ir manualmente, pero ahora ya se suele tener un pequeño módem para acceder en remoto desde el ayuntamiento o la empresa que se encargue del alumbrado. Diría que ya en prácticamente cualquier municipio son automáticos”, dice el arquitecto, que ha trabajado alguna vez con sistemas de alumbrado público.

Con respecto a la adaptación a la luminosidad, Bonet explica que es muy común. A lo largo del año, la hora de salida y puesta de sol varía unos 30 segundos por día, indica, por lo que normalmente se van cambiando las horas de encendido y apagado para adaptarlas a los niveles de intensidad lumínica.

En 2017 había en España unos nueve millones de “puntos de luz”, según una estimación del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía publicada aquel año [pág. 8]. El instituto público había abierto dos años antes una línea de financiación que supuso la reforma de al menos 50.000 puntos en distintos municipios españoles para mejorar su eficiencia energética, incluyendo la adaptación de los niveles y el horario de encendido al flujo de luz nocturna. Aún así, la organización destaca el "elevado potencial" de ahorro eléctrico que aún tienen estas instalaciones y que la implantación de sistemas de regulación y control de encendidos y apagados de la instalación y para la reducción de su flujo en horarios de madrugada es un importante campo de mejora.

En la ciudad de València, el alumbrado se enciende y apaga automáticamente mediante unos relojes astronómicos programados, que van variando cada día la hora de encendido y apagado. "Es decir, los más de 700 cuadros de mando de la ciudad se programan, bien manualmente o de forma telemática los que están telegestionados, y los relojes astronómicos incorporados van variando cada día el horario en función de las horas de sol", indican desde el ayuntamiento a Maldita.es.

En Murcia también utilizan los relojes astronómicos del Instituto Geográfico Nacional. “Cada día se enciende de manera automática el alumbrado público en relación a este método”, explican desde el consistorio murciano. En concreto, las farolas se iluminan 10 minutos antes del ocaso y se apagan 10 minutos después de la salida del sol.

También es automático el alumbrado de Sevilla. Desde el ayuntamiento cuentan a Maldita.es que su sistema sigue la curva astronómica del Sol, que tiene en cuenta la latitud y la longitud de la ciudad. Los interruptores se activan de forma automática previo cálculo de la salida del sol y del ocaso. Explican que este cálculo es diario, por lo que el encendido y apagado se va a adaptando según las variaciones solares. Además, "con independencia de este cálculo automático del propio sistema, desde la Gerencia de Urbanismo se hacen unas pequeñas correcciones de varios minutos –también de forma automática- para aprovechar al máximo la luz 'residual' del Sol y conseguir un mayor ahorro".

En este artículo han colaborado con sus superpoderes el consultor ambiental Roberto Longueira, el arquitecto Gonzalo Bonet y la catedrática especializada en producción vegetal Carmen del Campillo,  que forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación..

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