Por si no tenías suficiente con la atención extra que debemos prestar al cuidado y la protección de nuestra piel en verano, tanto si practicamos el ‘vuelta y vuelta’ en playas y piscinas como si no, ¿sabías que también lo que comes puede tener repercusión en la salud del que es el órgano más grande del cuerpo?
Además del potencial papel preventivo y la capacidad de prevenir enfermedades como el acné o la psoriasis de la alimentación, como afirma la dermatóloga Paloma Cornejo en representación de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), existen determinados alimentos, en este caso vegetales que, por el contrario, pueden producir lesiones en la piel. ¿Siempre? Negativo: sólo si, como adelantábamos, nos exponemos al sol tras tocarlos o comerlos.
Es lo que se conoce como fitofotodermatitis (‘fito’ de planta, ‘foto’ de luz y ‘dermatitis’, que significa inflamación de la piel) y se diferencia del resto de afecciones cutáneas relacionadas con el sol porque, “en lugar de afectar a todas las zonas, lo hace sólo en los puntos que los compuestos químicos [procedentes de algunos v vegetales] tocan directamente”, como aclara en la página web de la Clínica Mayo la dermatóloga Dawn Davis.
¿Qué es y con qué vegetales se relaciona la fitofotodermatitis?
Como define la Fundación Piel Sana de la AEDV, con este nombre se conoce precisamente a aquellas reacciones fototóxicas o fotoalérgicas causadas por el contacto con determinadas plantas y la exposición al sol. ¿Cómo cuáles? Cítricos, como el limón, la lima y la naranja; derivados de la familia de las rutáceas, como el aceite de bergamota (un fruto); las umbelíferas, como el perejil, el apio, el hinojo, el eneldo o las zanahorias y otros vegetales como la higuera, la mostaza o la manzanilla.
El porqué es que estos contienen furocumarinas, “unos compuestos que se depositan en la piel si se toca la planta (algo que es habitual en jardineros o agricultores) o cuando manipulamos estos alimentos”, explica en su cuenta de Instagram y en Consumer la dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles. Y no solo ‘el roce hace el cariño’ (en este caso, la lesión), sino que estas sustancias también pueden llegar “a acumularse bajo la piel cuando se ingieren en grandes cantidades”, como añade la experta.
Reenganchando con la época estival, recuerda que “el verano es una época propicia para que se produzcan [estas lesiones] porque es el periodo en el que las plantas acumulan mayor cantidad de furocumarinas y nuestra exposición a la luz ultravioleta es mayor”.
Así puedes reconocer una reacción por fitofotodermatitis…
En caso de que hayas tenido contacto con alguno de estos vegetales (o lo hayas consumido) y, por tanto, con las correspondientes furocumarinas, y te expongas a la luz ultravioleta, probablemente percibas una lesión similar a una quemadura solar. También puede desarrollarse “una mancha roja que pica, similar al eccema”, aparecer ampollas o que la zona adquiera un tono marrón, decoloración que puede durar incluso meses.
Dado que las lesiones sólo aparecen en la parte del cuerpo que ha estado en contacto con el compuesto químico, “la reacción puede aparecer en patrones inusuales de rayas, gotas y, a veces, como huellas dactilares o huellas de manos”, común en niños a quienes un adulto con esta sustancia en las manos les ha aplicado crema solar o tocado la piel.
La recomendación del portal DermNet, apoyado por la Sociedad Dermatológica de Nueva Zelanda, en estos casos es aplicar en la zona compresas frías, antisépticos tópicos (para prevenir infecciones) y analgésicos. “El uso de un protector solar con alta protección UVA además de cubrir la piel para evitar una mayor exposición a la luz puede disminuir la gravedad de la reacción si se inicia tan pronto como se reconoce la exposición accidental”, añade.