“Mamá, he perdido mi teléfono”. Este es uno de los fraudes que más se intenta colar a las personas mayores, según explican desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) a Maldita.es. Los ciberdelincuentes, a través de WhatsApp o llamadas, usan como cebo a los hijos o familiares de la víctima con el fin de conseguir un beneficio económico. Precisamente caer en un timo es lo que más preocupa a los mayores cuando navegan por internet. Según una encuesta realizada por 65YMÁS, el 72,8% de los encuestados —más de 3.000 personas de entre 60 y 79 años— afirmaron que caer en una estafa online es su principal temor en la red.
No obstante, según los expertos consultados, asociar la vulnerabilidad en el entorno digital a las personas mayores es un enfoque edadista. Para fomentar una vida digital segura para los mayores, los expertos aseguran que es necesaria una formación adaptada, entornos digitales accesibles y un enfoque que parta desde el respeto. Además, según los especialistas, los medios de comunicación también pueden ayudar a fomentar esta alfabetización digital.
La falta de competencias digitales influye en cómo se enfrentan las personas mayores ante los timos online
Existen varias fuentes de datos que analizan el impacto de las estafas online en los diferentes grupos de edad. Por ejemplo, el informe sobre la cibercriminalidad en España de 2023, realizado por el Ministerio del Interior, refleja que el fraude informático es la tipología delictiva con mayor incidencia en todos los grupos de edad y destaca, en especial, el grupo de mayores de 65 años: es el que tiene los valores más altos en términos porcentuales.
Otras fuentes muestran un panorama distinto. Según la encuesta sobre “inseguridad en la red” del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicada en febrero de 2024, son las personas de entre 25 y 34 años las que, en un mayor porcentaje (61,3%) indican haber sido víctimas de una estafa o intento de estafa. La franja de edad que menos reconoce haber sufrido una estafa o un intento de estafa son precisamente los mayores de 65 años: únicamente el 23,8%.
Preguntados por este tema, desde el INCIBE afirman a Maldita.es que, en ocasiones, los mayores son “más propensos” a caer en estafas online en comparación a la población joven. En parte, según indican, “debido a la falta de formación que los mayores tienen sobre ciertos aspectos de las nuevas tecnologías e internet”.
A este respecto, Lourdes Charles, presidenta de SomSeniors, una asociación dedicada a combatir la discriminación por edad de las personas mayores, advierte de que las personas mayores no son “naturalmente” más vulnerables a caer en una estafa. Por ejemplo, según la experta, la alta incidencia del fraude informático en el grupo de mayores de 65 años en el informe del Ministerio de Interior, puede deberse, entre otras cosas, a que las personas mayores denuncian más. “Tienden a reportar los delitos, algo que no siempre ocurre en grupos más jóvenes”, explica.
Además, Charles considera que el dato de que el 73% de las personas mayores manifiestan temor a sufrir una estafa online “no debería leerse como una señal de debilidad” sino como “una muestra de responsabilidad, prudencia y conciencia crítica frente a un entorno digital lleno de riesgos para todas las personas, independientemente de la edad”.
Según indica la experta, también hay una “injusticia estructural” detrás de este miedo: la falta de una alfabetización digital —es decir, de la capacidad para utilizar de manera efectiva las tecnologías digitales— que sea “accesible y adecuada a todas las etapas de la vida”.
De hecho, el informe de Competencias Digitales de 2023 del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (Ontsi), perteneciente a Red.es, refleja esta problemática: las personas de mayor edad están menos formadas en competencias digitales y alfabetización digital que los jóvenes, así como los ciudadanos con menor nivel educativo lo están menos que los que tienen estudios medios o superiores.
La brecha digital se debe al entorno y a factores estructurales, “no a la edad”, según los expertos
Relacionar edad con vulnerabilidad digital es un enfoque que perpetúa el “edadismo” (la discriminación por motivos relacionados con la edad), según asegura Lourdes Charles. “Ese enfoque estigmatiza, limita la autonomía y refuerza una narrativa sesgada”, advierte.
El contexto social y geográfico influye en la brecha digital, es decir, en la desigualdad existente respecto al acceso y uso de internet y de las tecnologías digitales. Desde la Fundación Cibervoluntarios, Antonio Pulido, responsable de incidencia social y cultural, refuerza esta idea e insiste en que la brecha digital no afecta por igual a todas las personas mayores: “No hay que tomar a las personas mayores como un grupo homogéneo (...) Cada persona tiene unas competencias digitales diferentes”. Pulido subraya que, por ejemplo, “no es lo mismo una persona que vive en el ámbito rural que una persona mayor que vive en el ámbito urbano”.
Ambas organizaciones coinciden en la necesidad de cambiar ese enfoque edadista. “Las personas mayores no son meros receptores, también pueden ser protagonistas”, apunta Pulido, y explica que en Cibervoluntarios incluso hay personas jubiladas que enseñan, tanto a mayores como a jóvenes. Con la formación y el acompañamiento adecuado, defiende que el impacto de la tecnología en las personas sénior puede ser “brutal”, ya que permite crear cultura, fomentar el ocio, mejorar la salud o realizar gestiones cotidianas con mayor autonomía.
“La brecha digital no es una característica inherente a la edad, sino el resultado de decisiones políticas, sociales y tecnológicas que han excluido sistemáticamente a las personas mayores del proceso de transformación digital”, concluye la presidenta de SomSeniors.
Competencias digitales, diseños adaptados y formación son las herramientas para una vida digital segura para los mayores
Según los expertos consultados, para mejorar la seguridad digital de las personas mayores hace falta formación adaptada, entornos digitales accesibles y un enfoque que parta desde el respeto. “Las personas mayores no necesitan ‘protección’, necesitan herramientas, respeto y oportunidades reales de aprendizaje”, explica a Maldita.es Lourdes Charles. En la misma línea, Antonio Pulido insiste en que “la mejor protección es la formación en competencias digitales que sensibilicen en derechos y les enseñe la posibilidad de un acompañamiento en su entorno”.
El responsable de incidencia social y cultural de Cibervoluntarios detalla tres ejes fundamentales para prevenir fraudes: “Primero, formar en ciberseguridad, incluyendo herramientas como los sistemas de pago seguro; segundo, fomentar el pensamiento crítico para poder detectarlos; y tercero, que las personas mayores conozcan sus derechos digitales como consumidoras: a reclamar, devolver o desistir de una compra online”.
Charles reclama, además, un enfoque más amplio y transformar los entornos digitales. “Muchas de las trampas digitales no se deben a la ‘inexperiencia’ de los mayores, sino a entornos digitales complejos, confusos y poco accesibles”, asegura. Por eso pide una transformación digital “basada en la simplicidad, la transparencia y la accesibilidad para todos los públicos, en todas las edades”.
Ambas organizaciones resaltan la importancia del acompañamiento intergeneracional y del papel activo de las personas mayores. “Tienen derecho a preguntar, a tomarse su tiempo antes de decidir, y deben saber que no están solas”, explica Antonio Pulido.
Desde el INCIBE han creado un espacio específico para el colectivo senior con recursos sobre cómo proteger dispositivos o identificar fraudes digitales. Además, recuerdan que cualquier persona puede contactar con Tu Ayuda en Ciberseguridad, un servicio gratuito, confidencial y disponible todos los días del año, llamando al 017, por WhatsApp (900 11 61 17), Telegram (@INCIBE017) o correo electrónico.
Con alfabetización mediática y dejando atrás estereotipos: así pueden ayudar los medios de comunicación
Tanto Cibervoluntarios como SomSeniors destacan que los medios de comunicación tienen un “papel fundamental” para ayudar a sensibilizar en la alfabetización digital de las personas mayores. Para ello, deben dejar atrás el estereotipo de que las personas mayores son “pasivas” y dejar de reformar la figura del “abuelo torpe” que cae en estafas, coinciden ambas entidades. “Ese relato es falso, injusto y dañino”, denuncia Charles.
La presidenta de SomSeniors considera necesario visibilizar a las personas mayores como personas activas en lo digital. “Hay miles creando contenido, liderando proyectos de innovación social o emprendiendo online. ¿Por qué no están en los titulares?”, se pregunta la presidenta de SomSeniors.
No excluir a las personas mayores de los debates tecnológicos que afectan a toda la ciudadanía también es un punto clave que destaca Pulido. “Las personas mayores son parte de la soberanía digital y tienen derecho a participar en debates sobre inteligencia artificial, ciberseguridad o derechos digitales”, insiste.
“La alfabetización digital no es una concesión, es un derecho”, sentencia Lourdes Charles, que recuerdan que los medios, al igual que las instituciones y el resto de la sociedad, “deben dejar de tratar a las personas mayores como ‘un problema’ y empezar a verlas como parte activa de la solución”.