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MALDITA EXPLICA

El etiquetado de alimentos de origen animal y las dificultades para que la carne de cerdo o vaca indiquen el tipo de ganadería

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En el debate sobre la producción de carne en España, algunas iniciativas ciudadanas, partidos políticos y asociaciones ganaderas han destacado el hecho de que el envase o la etiqueta de la carne que compramos en el supermercado no indica si proviene de una granja intensiva o una extensiva.

En Europa es obligatorio por ley que todos los alimentos (salvo excepciones) indiquen una serie de características en su etiquetado, como sus ingredientes, su fecha de caducidad o consumo preferente, la forma en que debe conservarse o las alergias e intolerancias que puede causar. También el país de origen o el lugar de procedencia del producto

Además, algunos alimentos de origen animal, como el pescado o los huevos, tienen normativa específica que les exige indicar cómo se criaron los animales que se van a consumir. Pero esto no es obligatorio para la carne de cerdos o vacas

En Maldita.es hemos preguntado a expertos por los motivos y han apuntado a la falta de una línea clara para diferenciar las granjas intensivas de las extensivas porque a veces se combinan los modelos. Aseguran, además, que no se puede afirmar con rotundidad que toda la ganadería intensiva sea insostenible y toda la extensiva, sostenible.

En el pescado se detalla si fue capturado o criado en piscifactorías; en los huevos, si la gallina vivió al aire libre o en una jaula

Algunos alimentos de origen animal tienen normas específicas que obligan a incluir información sobre el producto aparte de las características generales. Por ejemplo, el pescado debe añadir si ha sido capturado o es de cría, la zona y el tipo de pesca.

Los huevos también deben indicar la forma de cría de las gallinas con el código 0 si son ecológicas, el 1 si son camperas, el 2 si fueron criadas en suelo y el 3 si fueron criadas en jaulas. Junto a este código, un número identifica el país, la provincia, el municipio y la granja en la que se produjeron.

Sin embargo, para la carne de cerdos o vacas sólo es obligatorio señalar el país en que los animales fueron criados y sacrificados​​, pero no declarar el modelo de producción de ese alimento, es decir, si el ganado fue criado en granjas intensivas o extensivas. 

Según los expertos, no es tan fácil diferenciar entre granjas intensivas y extensivas y la sostenibilidad de cada modelo

En Maldita.es hemos hablado con expertos de la industria alimenticia para conocer por qué en la carne de cerdo o de vaca no es obligatorio indicar la forma de cría del animal. Manuel Pereira, biólogo experto en bioseguridad y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explica que es difícil categorizar el tipo de granja.

Como contamos en Maldita.es, el Ministerio de Agricultura asume que no hay una definición oficial y generalizada para la ganadería intensiva y extensiva, aunque considera extensivas aquellas granjas donde hay “aprovechamiento de pastos o prados para alimentar el ganado” e intensivas las que funcionan “en sentido contrario”, es decir, donde los animales comen pienso y permanecen dentro de las instalaciones.

Pero también pueden combinarse los modelos. Pereira explica que hay granjas donde las vacas “salen a pastar y en invierno están bajo techo, pero con acceso al exterior libre o llevadas por el ganadero”. El extremo son las conocidas como macrogranjas, "una nave con vacas y gran automatización donde comen piensos elaborados para estandarizar y simplificar el proceso", cuenta el experto.

En cuanto a los cerdos, “cada vez es más habitual la producción industrial intensiva bajo techo y con piensos, pero también existen muchos grados hasta llegar al ibérico de bellota que vive parte de su vida en dehesas”, explica Pereira. Por todo esto a veces es “complejo” clasificar la explotación como intensiva o extensiva.

Asociaciones de ganadería extensiva preparan un sello para carnes, huevos y lácteos producidos con este modelo

Desde el sector ganadero extensivo también se advierte de que el criterio no es fácil. La Fundación Entretantos y la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo están trabajando en un sello para las carnes, lácteos y huevos que provengan de ganadería extensiva y advierten de que establecer un sello "es complejo y entraña dificultades".

Desde la Plataforma explican a Maldita.es que para definir lo que significa 'extensivo' en esta certificación, están basándose en parámetros como la estabulación del ganado, el pastoreo, la alimentación, los insumos externos (es decir, lo que se trae de fuera para mantener la granja, como el heno), el aprovechamiento del territorio, el bienestar animal y las razas. Además, la organización remarca que el sello pretende ser "flexible con los gradientes de extensividad que se dan en cada parte del territorio español".

Representantes de esta asociación, de Ganaderas en Red y de la Federación Española de la Dehesa se reunieron el 20 de enero de 2022 con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, para pedir el apoyo del ministerio a la promoción de este sello de ganadería extensiva.

El objetivo del etiquetado: trazar el producto y que el consumidor sepa lo que está comprando

Otros motivos por los que puede ser difícil establecer un etiquetado es la dificultad para calificar una y otra ganadería como sostenible. La farmacéutica y especialista en industria alimenticia Gemma del Caño afirma que “no depende del tipo de ganadería intensiva o extensiva, sino de cómo esté planteada la explotación” y “puede existir sostenible intensivo y extensivo insostenible”. Según Del Caño, “la línea es mucho menos clara que en los tipos de pesca”.

Preguntados los expertos por si tiene algo que ver la presión de los consumidores sobre las formas de producción, Del Caño afirma que el objetivo general del etiquetado es “garantizar la trazabilidad y el mayor conocimiento del consumidor sobre lo que está comprando”. La trazabilidad es la posibilidad de seguir el rastro de un alimento desde que es producido hasta el punto de venta. En el caso de los huevos, como hemos explicado, se puede saber la explotación ganadera concreta que los produjo.

Por su parte, Pereira detalla cada caso. Explica que el pescado de captura está regulado sobre todo para controlar cuestiones como las cuotas de pesca y que “quizá las formas de pesca hayan sido algo influenciadas por presión de grupos ecologistas”, pero que en España “la sensibilidad por la forma de pesca es muy baja”. En el caso de los huevos, según el experto, el consumidor tiene en cuenta la forma de cría de las gallinas porque la asocia a mejor sabor, “aunque puede ser sólo marketing”, por el bienestar animal y el control de la salmonela.

Sin embargo, apunta Pereira, “nunca hubo gran interés en legislar [el etiquetado de porcino], en parte porque es un sector al que no se mira mucho por el poder que tiene” y porque “al consumidor no parece haberle preocupado mucho en España”.

Por su parte, Lorenzo Mingallón, tecnólogo de los alimentos, señala que “un posible motivo” para que la ley no exija que las etiquetas de carne indiquen el tipo de ganadería puede estar relacionado con la “concienciación e información previa que tienen los consumidores” y que “la posible presión o interés favorezca estos cambios o novedades en la legislación”.

Los certificados ecológicos o de bienestar animal son voluntarios y acreditan requisitos específicos

Por otro lado, están los sellos que certifican que un alimento es de producción ecológica o de bienestar animal. Utilizarlos o no es una acción voluntaria de las empresas para, además de cumplir con la legislación, acreditar requisitos específicos. Del Caño explica que “estas certificaciones tienen los mismos requisitos que la legislación e incorporan alguno más” y que para certificar un producto “son empresas privadas acreditadas quienes realizan la evaluación, no el control oficial (que también se hace)”. Para crear un nuevo sello, la empresa certificadora debe ser acreditada por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC), la institución pública que controla a las empresas certificadoras.

“La certificación marca unas condiciones a cumplir, a las que les han puesto el nombre de ‘ecológicas’ o de ‘bienestar animal’, que pueden ser acertadas o menos acertadas”, indica Pereira. Mingallón detalla que las etiquetas de producción ecológica significan que si el ganado “recibe pienso en su alimentación, además de lo que pueda pastar, este debe ser ecológico”, entre otros requisitos.

Por otro lado, los sellos de bienestar animal “certifican que el trato que ha recibido ese animal y las condiciones de vida que ha disfrutado (espacio, situaciones de estrés…) cumplen con unos estándares durante todo el proceso, desde la cría, pasando por el transporte, hasta el sacrificio”. “En una explotación intensiva esto se puede cumplir, si bien es cierto que en una explotación extensiva será más fácil”, apunta el experto.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes los malditos Manuel Pereira, biólogo experto en bioseguridad, desinfección, análisis de laboratorio, electrólisis, acuicultura y acuariología y Lorenzo Mingallón, tecnólogo de los alimentos.

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