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El casino en el bolsillo y al alcance de menores: cómo se diseñan y viralizan los minijuegos de apuestas en TikTok y la app de apuestas deportivas Omada

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“Son como una tragaperras”, opinaban Javier Moya y Juan Puig, expertos en videojuegos y parte del canal de Twitch Chiclana & Friends, al referirse en la Maldita Twitchería Tecnológica a los minijuegos de apuestas que se comparten en TikTok. Estos vídeos centrados en minijuegos de apuestas como ‘Dino’, ‘Aviator’ o ‘Chicken’ se han hecho virales en esta red social por la supuesta posibilidad de ganar dinero “fácilmente” con ellos, como os hemos contado en Maldita.es. Muchos usuarios de la red social crean contenido hablando de estos juegos y ofreciendo supuestas claves y consejos para conseguir ganar el “máximo dinero posible”. Los menores pueden acceder prácticamente sin problemas a estos minijuegos –que tienen un diseño muy sencillo e intuitivo– ya que la plataforma casino que los ofrece no cuenta con sistemas de verificación de edad, por lo que pueden acabar apostando. La facilidad con la que estos vídeos permean en los usuarios que los ven puede determinar el desarrollo de trastornos adictivos y ludopatía.

¿Cómo se diseñan estos juegos y cómo funcionan?; ¿cómo se viralizan este tipo de contenidos, entre los que también destaca la aplicación francesa de apuestas deportivas Omada?; ¿cuáles son las consecuencias psicológicas que se pueden desencadenar a raíz de jugar con este tipo de minijuegos? Lo analizamos con la ayuda de expertos en la Maldita Twitchería Tecnológica.

‘Dino’, ‘Aviator’ y otros minijuegos de casino: ¿cómo se desarrollan estos juegos de apuestas que se promocionan en TikTok?

‘Dino’, Aviator o ‘Chicken’ son, aparentemente, minijuegos muy sencillos e intuitivos que tienen un diseño similar al de un videojuego. Todos siguen la misma dinámica: el usuario debe hacer una apuesta y mantenerse en el juego el mayor tiempo posible para poder multiplicar su apuesta inicial. Las partidas son muy rápidas y esto hace que el usuario se “enganche” y quiera jugar de nuevo.

Pero aunque tengan una capa de gambling [de apuestas], no dejan de ser videojuegos, como señalaba en Twitch Sergio Lasheras, ingeniero informático y de videojuegos y maldito que nos ha prestado sus superpoderes: “Se considera videojuego a cualquier cosa con la que puedas interactuar, entretenerte y que te genere algún tipo de reacción, felicidad o incluso adicción. Se consideran videojuegos, malos, pero videojuegos”. Lasheras explica que un videojuego, como cualquier aplicación, tiene dos capas: el backend (oculta al usuario) y el frontend (la capa que todos vemos). “Aunque estén relacionadas, una puede funcionar sin la otra. Un mismo backend, en este caso centrado en la mecánica de apuestas, puede replicarse con aspectos diferentes de forma fácil. Es lo que pasa con ‘Dino’ y ‘Aviator’, que “son el mismo juego pero dedicado a distintos públicos”, detallaba.

Sobre el funcionamiento de las partidas, Lasheras resaltaba que se programan de forma pseudoaleatoria: “El tiempo que durará la partida se rige por unos valores que da la propia empresa. Además, los valores con los que aumenta el multiplicador no serán iguales. Por ejemplo, sube más lento entre x10 y x20 que entre x30 y x40 para que al usuario le dé la sensación de que va a ganar más dinero”. Para el ingeniero es importante que “empecemos a sospechar” de este tipo de videojuegos en cuanto veamos que hay dinero de por medio.

OMADA, la ‘app’ francesa de apuestas deportivas que enseña a los niños a apostar

No solamente hay apuestas disfrazadas de videojuegos, también ‘apps’ que emulan casas de apuestas. El periodista de El Periódico de España David López Frías publicó una serie de reportajes sobre el caso de Omada, una aplicación francesa de apuestas deportivas que imita a una casa de apuestas real pero sin utilizar dinero. Una aplicación peligrosa, explicaba, para los menores de edad.

López Frías supo de Omada a través de los hijos menores (11 y 14 años) de uno de sus amigos. El padre empezó a identificar dinámicas entre los niños en las que hablaban sobre a cuánto dinero se pagaban las apuestas deportivas. “Ahí es cuando se enciende la bombilla del padre, que no entendía porque sus hijos le hablaban de apuestas deportivas e incluso sabían de cuotas”, explicaba López Frías. Los niños le hablaron entonces de Omada, una aplicación “muy fácil” que tenían todos sus compañeros en el colegio.

La aplicación es muy sencilla y no tiene restricciones para menores, señala el periodista. “Al final lo que hace es generar una serie de dinámicas que enseñan a los niños a apostar. No se mete dinero, pero te enseñan cómo funciona el proceso, cómo funciona una casa de apuestas”, resaltaba. La aplicación te da dinero falso para apostar todos los días, lo que para López Frías genera una falsa sensación de seguridad: “Si el niño acierta, él no ve que tiene pérdidas. Cree que es muy bueno, que siempre tiene crédito y piensa que si se abre una cuenta en una casa de apuestas de verdad podría ganar”.

El periodista explicaba que fue muy difícil hablar con los creadores de la aplicación, ya que la web no cuenta con aviso legal ni tampoco con un formulario de contacto. “Ellos se definieron como la metadona, como la forma de evitar que las personas apostaran en sitios reales. Aunque lo negaron, pero yo lo que veo es una academia de apostadores”, resaltaba.

Con estos minijuegos “llevas el casino en el bolsillo” y además están publicitados por 'streamers’

Javier Moya y Juan Puig, parte del canal de Twitch Chiclana & Friends y expertos en videojuegos, aseguraban estar “muy acostumbrados” a ver como estos juegos empiezan a salir “de debajo de las piedras”. Son juegos que te venden la ilusión del play to earn, de que vas a ganar, y ahí ya te empiezas a oler que pasa algo”, indicaba Puig. Moya reconocía que “le cuesta ver” el punto de juego: “Es una tragaperras”.

Ambos destacaban que lo más preocupante es que es “muy evidente” que este tipo de juegos están muy enfocados al usuario más débil, en este caso los más jóvenes: “Va claramente dirigido a niños, y cuanto más pequeños mejor”. Su viralidad, señalaba Moya, se debe a esa sensación de que es muy fácil ganar, a lo que se suma la publicidad que hacen muchos streamers. Por ejemplo, el streamer DjMaRiiO (ocho millones de seguidores en YouTube) promocionó Omada en sus redes sociales a cambio de dinero.

No deja de ser una tragaperras con las mismas estrategias que usan los casinos, indicaba Puig: “Las alertas, llamarte la atención con colores, saber tocar ciertos puntos de tu cabeza para hacer la partida corta y que quieras empezar otra”. Un bombardeo continúo que, por activa y por pasiva, te dice que tú también lo vas a conseguir. Algo que se intensifica, insistían, cuando te das cuenta de que llevas el casino en el bolsillo, en tu móvil.

La edad de los jugadores patológicos ha descendido en los últimos años; incluso hay menores de edad

Bayta Díaz, psicóloga experta en adicciones conductuales, explicaba que la edad de los jugadores patológicos ha descendido drásticamente durante los últimos años: “Cada vez más chavales jóvenes llegan con problemas muy graves. Algunos, incluso, son menores de edad”. Este tipo de minijuegos y aplicaciones de apuestas están dirigidos a un público infantil, algo que para la experta es muy preocupante. No todo el mundo que juega desarrolla trastorno por juego, señalaba Díaz, pero los jóvenes son “más vulnerables” porque todavía están en una edad de desarrollo.

Para Díaz el mundo del juego y de las apuestas no solo implica una ganancia económica, sino que se relaciona con el concepto de estatus social: “En el caso de Omada, apostar bien es saber de deportes y eso, en un país como España que se paraliza por un partido de fútbol, también forma parte de un estatus social y refuerza tu situación entre un grupo de iguales”. Esa sensación de que “se nos da bien” forma parte de lo que se conoce como la atención selectiva a las ganancias, lo que significa que no se tiene atención a las pérdidas, sino “a lo bien que he apostado y a todo lo que he ganado”. Eso puede derivar, decía Díaz, en que más adelante acabes apostando dinero real.

La experta señalaba que lo más importante es la prevención. Por eso, la psicóloga insistía en que no solo hay que alertar a los jóvenes, sino también a los padres: “Que no puedan entrar a un salón de apuestas no quiere decir que no puedan acabar apostando de forma online. Decir que un chaval menor de edad no puede jugar es absurdo”.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldita Sergio Lasheras, ingeniero informático y de videojuegos.

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Primera fecha de publicación de este artículo: 24/04/2023

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