Si las fases de la luna afectan a las mareas de los océanos, ¿afectan también a otros fluidos que hay en la Tierra, por ejemplo, a los que se encuentran en el interior de nuestro cuerpo? ¿Hay algo similar a las mareas que afecte a nuestra sangre o los fluidos estomacales, por ejemplo?
La respuesta es que no, debido al volumen de líquido del que estamos hablando. Para que nos hagamos una idea: el volumen de líquido que contienen los lagos, incluso los más grandes, es cientos de veces menor que el que contienen los océanos y por esto, tal y como explica el National Oceans Service estadounidense, las mareas en los lagos son casi inapreciables, con un desplazamiento de las aguas de unos 5 centímetros en cada marea. Teniendo en cuenta que el cuerpo humano tiene un volumen de líquido miles de veces menor que estos lagos, y que además esos líquidos no tienen un espacio al que desplazarse, el impacto de la gravedad lunar no tiene efecto sobre nuestros fluidos.
Vale, no hay mareas en nuestro cuerpo, pero ¿tienen las fases o movimientos de la luna algún otro efecto sobre nuestro cuerpo? La respuesta aquí que no hay evidencias de que sea así, a pesar de que sea una idea tradicionalmente extendida y aceptada.
Lo cierto es que si bien las fases de la luna afectan al comportamiento de muchos animales, especialmente a aquellos con hábitos nocturos, que ven variar enormemente la cantidad de luz de unas noches a otras, y que han condicionado los modos de vida de muchas culturas pasadas al ser una forma común de medir el paso del tiempo, "no hay evidencias convincentes de que la luna pueda afectar a la biología de nuestra propia especie", concluía esta revisión de la literatura científica al respecto publicada en la revista Current Biology.
Algunos estudios han buscado efectos en aspectos concretos de nuestro organismo, por ejemplo, este que analizaba algunas mediciones del rendimiento deportivo, o este otro que trataba de averiguar si había más casos de ruptura de aneurismas intracraneales en determinadas fases lunares. Ambos concluyeron que no existía una correlación notable entre ambos factores.
Otros estudios sí que han hallado determinadas correlaciones, por ejemplo, este que analizaba si las noches de luna llena dormimos menos o peor (aprovechamos para recordaros, una vez más, que correlación no implica causalidad, es decir: que dos fenómenos ocurran juntos no quiere decir necesariamente que uno provoque el otro). Los resultados mostraron que las noches de luna llena, dormimos de media 20 minutos menos que las noches que no hay luna. Se trataba en cualquier caso de un estudio pequeño y los propios autores reconocían que "había sido diseñado para otro objetivo, de forma que la asociación entre la fase lunar y la duración del sueño debería ser confirmada en otros estudios".
Es común relacionar la influencia de los ciclos lunares sobre los ciclos menstruales ya que ambos coinciden en que duran 28 días (si bien los menstruales pueden variar de unas mujeres a otras, como explicamos en el artículo que dedicamos a la Maldita Regla), pero como mencionaba este artículo divulgativo publicado en Nature, los ciclos menstruales de otros mamíferos tienen duraciones distintas, así que suponer una influencia especial sobre los humanos por este motivo no está basado en una lógica muy sólida y parece más bien atribuible a la casualidad.
Primera fecha de publicación de este artículo: 03/09/2019