Fabricar un coche eléctrico emite más gases invernadero que fabricar uno de combustión
Con la tecnología disponible actualmente, fabricar un coche eléctrico emite más gases de efecto invernadero que uno de gasolina, diésel o de combustibles fósiles, según distintos estudios científicos e informes. El motivo principal es la fabricación de la batería y otros componentes que los coches de combustión interna no tienen. Los gases de efecto invernadero más importantes son el CO2, el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y los gases fluorados, y todos ellos están presentes en el ciclo de vida de los vehículos.
Una buena referencia para comparar las emisiones de gases de efecto invernadero es el Laboratorio Nacional de Argonne, perteneciente al Departamento de Energía de Estados Unidos, y su modelo GREET (siglas en inglés de gases de efecto invernadero, emisiones reguladas y uso de energía en tecnologías). El modelo incluye las emisiones durante todo el ciclo de vida de los vehículos, desde la extracción de materias primas para fabricarlo hasta que se lleva al desguace y no tiene en cuenta la contaminación atmosférica, el consumo de agua o los gases de efecto invernadero de la infraestructura necesaria para usar los vehículos (carreteras, gasolineras, electrolineras…).
En un trabajo científico de 2023 donde investigadores de ese laboratorio analizan el ciclo de vida de diferentes vehículos según su motor (combustión interna, híbridos, eléctricos, etcétera) y su impacto ambiental según las tecnologías de fabricación actuales (2020) y futuras (2030-2035), se recogen cuántas emisiones de efecto invernadero corresponden a fabricar cada componente del coche. En el siguiente gráfico se puede ver que la batería (la barrita marrón) es el componente que más marca la diferencia en las emisiones de los eléctricos. Un trabajo científico publicado en 2013 también llegaba a conclusiones similares, indicando que fabricar un eléctrico supone en torno al doble de emisiones que fabricar uno de combustión interna.

Si se tiene en cuenta el ciclo de vida completo, los vehículos de combustión emiten más
Quedarse solo en la fabricación es no contar la historia completa. Si se tiene en cuenta las emisiones de efecto invernadero de todo el ciclo de vida, los de combustión interna emiten más gases de efecto invernadero que los coches eléctricos, según análisis de ciclo de vida e informes.
El motivo es que los vehículos de combustión interna emiten más gases efecto invernadero durante su conducción (vehicle operation, barra morada en el siguiente gráfico) que las emisiones de fabricar coches eléctricos (vehicle, la barra azul) y cargarlos (fuel y feedstock, barras verde y roja), según se refleja en este trabajo científico de 2023.

Las diferentes barras que muestra el gráfico de arriba corresponden a diferentes tecnologías y modos de uso del vehículo: tecnología actual (current tech), tecnología actual pero usada de modo eficiente (vehicle efficiency) y diferentes tecnologías futuras para obtener el combustible o la energía, como los electrocombustibles (e-fuels) o recargar el coche usando un mix energético totalmente renovable (wind).
La Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E) ofrece una herramienta que permite comparar las emisiones de vehículos según su motor, su tamaño e incluso según dónde se recarga el coche o dónde se ha fabricado la batería. Se puede ver que los eléctricos parten con más emisiones ‘de fábrica’, pero los de combustión interna acaban emitiendo más a lo largo de su vida.

No todo son gases invernadero: los coches de combustión emiten además NOX y CO
Además de los gases de efecto invernadero, los vehículos de combustión interna emiten por el tubo de escape otros gases contaminantes fruto de quemar combustibles fósiles: los óxidos de nitrógeno (NOX) y el monóxido de carbono (CO), procedentes de la quema de combustibles fósiles que ocurre en sus motores y que sale por el tubo de escape. Como los coches eléctricos no queman combustible, no emiten estos gases.
Los NOX son un grupo de gases que puede agravar o producir ciertas enfermedades respiratorias, como asma o irritación de las vías aéreas. El CO es un gas que reduce la capacidad de las células de la sangre para transportar oxígeno, lo que puede causar cansancio, dolores de cabeza, náuseas, vómitos o dificultad para respirar, entre otros problemas más graves, y resulta más dañino para personas con enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Todos los coches liberan partículas contaminantes
Por otra parte, las partículas en suspensión PM10 y PM2,5, que no son gases sino minúsculos fragmentos sólidos o líquidos de muchas sustancias químicas, se generan (además de por quemar combustible) al usar los frenos o por el rodamiento de las ruedas con la carretera. Esto es importante y se está explorando en la comunidad científica, porque los vehículos eléctricos también emiten estas PM2,5 y PM10 durante su funcionamiento.
Las partículas en suspensión están relacionadas con muchos problemas de salud, como muertes prematuras en personas con problemas cardiacos o respiratorios, infartos, asma, dificultad para respirar, bronquitis crónica o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La población infantil tiene más riesgo de sufrir peores consecuencias de estas PM.
Otros impactos de fabricar eléctricos: consumo de agua y minería
Producir vehículos con motor eléctrico (los eléctricos enchufables, pero también los de pila de hidrógeno y los híbridos) requiere extraer minerales para fabricar la batería, principalmente litio, níquel, manganeso y cobalto.
Si bien el análisis del Laboratorio Nacional Argonne tiene en cuenta las emisiones de efecto invernadero de extraer y fabricar estas baterías, también reconoce que hay otros impactos que no contabiliza. El trabajo parte del proceso químico habitual utilizado para fabricar la mayoría de baterías y explica cómo se produce y obtiene cada una de sus partes. Estos son, de forma resumida, algunos de los impactos medioambientales de ese proceso:
El litio se obtiene mayoritariamente de la extracción de la salmuera de litio. Requiere de un consumo importante de agua dulce del cual el 90% se pierde por evaporación y deja unas sales que se consideran residuos y requieren tratamiento.
El níquel se produce a partir del sulfato de níquel, que viene a su vez de la minería de sulfuros y de depósitos lateríticos (un tipo de suelo que puede ser rico en níquel en ciertas regiones). La minería de sulfuros tiene el riesgo de contaminar a largo plazo las aguas con residuos ácidos y metales pesados, mientras que la minería de lateríticos contamina el suelo, erosiona las cuencas hidrográficas y emite partículas contaminantes.
El manganeso se obtiene de la reacción de ácido sulfúrico con minerales de manganeso. Esta minería también puede contaminar el agua, con efectos tóxicos en plantas y animales acuáticos.
El cobalto procede principalmente de la minería de cobalto, que tiene un impacto contaminante en aguas, suelos y cultivos, sobre todo porque puede eutrofizar las masas de agua, es decir, provocar un exceso de nutrientes que desequilibra la vida marina.