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MALDITA CIENCIA

Por qué el supuesto estudio que dice documentar "el magnetismo" tras vacunarse contra la COVID-19 no tiene base científica

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Claves
  • Contenidos virales afirman que un supuesto estudio ha probado que las vacunas contra la COVID-19 generan magnetismo
  • Se trata de una encuesta a seis personas, más el caso de un niño sin vacunar al que supuestamente se le pega una cuchara; con eso los autores lo consideran un fenómeno real sin hacer más indagaciones
  • El documento al que hacen referencia se ha publicado en una revista considerada predatoria (de baja calidad académica)

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Qué circula: contenidos que citan un supuesto estudio para afirmar que se han encontrado “objetos metálicos masivos” que producirían magnetismo en las personas vacunadas contra la COVID-19.

Narrativa: Estas afirmaciones forman parte de la idea de que las vacunas supuestamente son perjudiciales para la salud porque, en teoría, contienen sustancias tóxicas distintas a las indicadas en su ficha técnica.

Verificación: El documento al que se hace referencia se basa en una encuesta a seis personas vacunadas y el hijo de una mujer vacunada que no recibió el fármaco, una muestra demasiado pequeña como para sacar conclusiones. Aunque todos ellos dicen “tener magnetismo”, no se recoge ninguna prueba o medición que demuestre que es realmente así. No se trata de una investigación con metodología científica válida y, de hecho, según tres expertos consultados por Maldita.es, la publicación se ha hecho en una revista predatoria sin estándares de calidad.

No es un estudio, sino un documento que no sigue el método científico

Las conclusiones del documento al que hacen referencia los contenidos virales, cuyo objetivo es investigar la supuesta asociación entre la vacunación contra la COVID-19 y el magnetismo, se basan en el cuestionario planteado a seis personas vacunadas que dicen haber empezado a experimentar magnetismo tras recibir el fármaco.

Una de las participantes afirma que incluso su hijo de 10 años, que no ha recibido la vacuna, habría empezado a “tener magnetismo” en el esternón, la misma zona en la que ella dice poder ‘pegarse’ objetos metálicos. El documento incluye fotografías en las que aparecen cada una de estas seis personas con cucharas adheridas a la piel de distintas zonas del cuerpo. También una fotografía similar del menor sin vacunar. 

Esto, sin embargo, no quiere decir ni demuestra que el fármaco genere magnetismo, como aseguran los contenidos que se hacen eco del documento: la humedad de la piel y la presión sobre la misma es suficiente para hacer que estos objetos queden sujetos a ella momentáneamente. Además, no hay evidencias, pruebas ni experimentos disponibles que prueben que, en las cantidades de componentes que hay en las vacunas, estos pudiesen generar magnetismo dado que la cantidad inyectada sería demasiado pequeña.

Los seis supuestos casos de magnetismo de personas vacunadas (A-F) y del niño sin vacunar (G). Fuente: Documento que circula del International Journal of Medical Science and Innovative Research

Cuando estamos ante un estudio científico, es imprescindible tener en cuenta el tamaño de la muestra, esto es, el número de casos que se ha utilizado: a mayor número de participantes, mayor robustez (siempre y cuando esté bien diseñado). En este caso, el documento que mencionan los contenidos desinformadores se basa en sólo seis casos, lo que en cualquier trabajo o estudio, incluso bien diseñado, es una limitación que impide sacar conclusiones

Además, no existe validación o confirmación externa que corrobore si los participantes realmente experimentaron el magnetismo del que hablan ni si realmente su cuerpo atraía de esta forma a las cucharas que aparecen en las imágenes. Solo se tienen en cuenta sus respuestas al cuestionario.

A pesar de estas limitaciones, entre las que se encuentra la inclusión en la muestra de una persona no vacunada, los autores concluyen que “el fenómeno del magnetismo es real y no un efecto nocebo”. Es decir, rechazan que el supuesto magnetismo sea una creencia inducida por el hecho de vacunarse y asumen, sin pruebas ni evidencias, que este sea un efecto secundario real de la vacuna.

Como señala Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), director científico del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS) y maldito que nos ha donado sus superpoderes, la metodología es “absolutamente deficiente” al basarse en autocuestionarios y ‘pruebas’ caseras, como adherir cucharas y objetos metálicos a la piel “sin control alguno, sin verificación objetiva, sin grupo control, sin análisis físico de los fenómenos descritos ni mediciones cuantificables. No hay exploración médica seria, ni pruebas objetivas”.

Roger Solanas, experto de ensayos clínicos y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, indica que “ni se ha reproducido el fenómeno del magnetismo ni este ha quedado demostrado”. En su opinión, “el propio artículo descarta la hipótesis, ya que parece afectar a individuos no vacunados”, añade el experto. Ese documento “no representa la ciencia” ni utiliza “ningún método científico”, indica a Maldita.es Matti Sällberg, catedrático de análisis biomédico del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia). “Simplemente debería ser ignorado”, añade. El trabajo “carece totalmente de la mínima credibilidad y rigor científico”. 

El trabajo ha sido publicado en una revista predatoria (no cumple ningún estándar de calidad), según dos expertos consultados

El documento que se comparte ha sido publicado en International Journal of Medical Science and Innovative Research (IJMSIR, por sus siglas en inglés), una revista que no está indexada por PubMed, la base de datos bibliográficos más utilizada para buscar literatura biomédica. Tampoco aparece en Google Académico, otro buscador de literatura académica.

“La revista es una publicación de tipo depredador. Está fuera de cualquier índice científico de calidad, sin política editorial transparente ni garantías de revisión por pares. No tiene impacto ni reconocimiento en la comunidad biomédica”, explica Nájera sobre la publicación. Como explicamos en Maldita.es, una revista se considera predatoria cuando muestra muy baja calidad académica y cuando trata de convencer o engañar a los equipos de investigación para que envíen sus manuscritos para ser publicados sin apenas filtros ni revisiones. Existen listas de potenciales revistas predatorias, como esta, que incluyen a la IJMSIR.

Nájera añade que “su web no es más que un conjunto de elementos formales que puede engañar a lectores desprevenidos o no científicos, pero que no aportan ninguna garantía científica”. Solanas coincide y apunta que se trata de “una revista de bajo impacto que publica artículos científicos mientras se pague, sin importar su contenido”

Los autores del documento han publicado en otras revistas predatorias y antivacunas

El cuestionario utilizado en este trabajo se utilizó por los mismos autores para otro documento, del año 2023, publicado en International Journal of Vaccine Theory, Practice, and Research (Revista internacional de Teoría, Práctica e Investigación sobre Vacunas). Como ya explicamos respecto a otra desinformación sobre las vacunas COVID-19, se trata de otra revista no indexada por PubMed y es crítica con las vacunas contra la COVID-19 con un equipo editorial liderado por un lingüista. Nájera señala que los autores carecen de trayectoria científica sólida al no tener publicaciones previas en este ámbito, ni afiliaciones claras: dos de los tres no están vinculados a ningún centro de salud acreditado.

Para la redacción de este artículo, nos ha prestado sus superpoderes el experto de ensayos clínicos Roger Solanas y Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Castilla-La Mancha y codirector del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).

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