Qué se dice: ningún niño amish sufre autismo, diabetes o cáncer porque no se les vacuna.
Verificación: los amish, los miembros de una Iglesia cristiana descendiente de inmigrantes europeos de lengua alemana que llegaron al continente americano en los siglos XVIII y XIX y conocidos por rechazar algunas tecnologías contemporáneas, sí padecen enfermedades como el cáncer y la diabetes. También presentan trastornos del neurodesarrollo como el autismo. Además, algunos sí se vacunan.
Narrativa que difunde el contenido: las vacunas son perjudiciales para la salud.
Los ‘amish’ son comunidades diversas donde sí se vacunan algunos miembros
Aunque todos los amish comparten ciertas creencias y prácticas, no son un grupo homogéneo, señala la web Estudios Amish del Centro Young de Estudios Anabautistas y Pietistas del Elizabethtown College (Pensilvania, Estados Unidos), fundado por una iglesia anabaptista, un movimiento cristiano nacido en el siglo XVI.
“Las prácticas sanitarias varían considerablemente entre las comunidades amish y de una familia a otra. Muchos amish utilizan servicios médicos modernos, pero otros recurren a formas alternativas de tratamiento”, añade. “No citan mandatos bíblicos contra la sanidad moderna o las medicinas más modernas, pero creen que Dios es el sanador supremo”, continúa esta institución.
Aunque sus conclusiones son limitadas por su tamaño y metodología, varios trabajos y estudios en los que se ha encuestado a la comunidad amish y observado sus datos de vacunación señalan que los miembros de esta comunidad religiosa sí se vacunan. Eso sí, lo hacen menos que la población general.
Un estudio de 2023 concluyó que, en Estados Unidos, los condados con comunidades amish presentan menor proporción de tasas de vacunación contra la COVID-19, lo que sugiere que esta población “tiene una tasa de vacunación contra la COVID-19 desproporcionadamente menor”.
Una encuesta de 2020 en un condado amish de Ohio (Estados Unidos), encontró que, de las 391 familias que respondieron de un total de 1000 a las que mandaron el cuestionario, el 59% no vacunaba a sus hijos. El 75% añadió que rechazaría las vacunas COVID-19 que, en esas fechas, todavía no se habían aprobado ni comercializado. No obstante, las familias amish con niños “con necesidades especiales” mostraban más probabilidad de aceptar las vacunas que aquellas con “niños sanos”, indica este trabajo.
Además, un sondeo de 2017 con 84 amish en otro condado de Ohio indicó que el 97,6% de los que respondieron aceptaban algún tipo de vacunación para sus hijos: el 58% de los padres afirmaron que lo hacían con todas las vacunas y el 39,3% que aceptaban algunas. Por lo tanto, aunque los amish se vacunen menos que la población general, las encuestas sean pequeñas y la muestra de las encuestas puede que no sea ni aleatoria ni representativa de la población, algo que le resta solidez respecto a que sea representativa de todas las comunidades amish, no es cierto que ningún miembro de este grupo religioso lo haga.
Los ‘amish’ sí tienen enfermedades como el cáncer y la diabetes, con mayor mortalidad y menor tratamiento
En las comunidades amish también se reportan casos de diagnósticos como el cáncer, que agrupa más de 100 enfermedades diferentes caracterizadas por el crecimiento anormal de células.
A pesar de que la incidencia de cáncer es un 40% menor en la comunidad amish de Ohio, esto no es consecuencia de una menor tasa de vacunación, sino de ciertos hábitos de vida (no fumar tabaco, realizar más actividad física…), como concluyó un estudio de 2009. Además, los miembros de este grupo religioso generalmente se exponen a menos pruebas de detección de cáncer, otro posible factor en la menor tasa de esta enfermedad.
Aunque la incidencia del cáncer de mama también es menor entre las amish de Ohio, su mortalidad es “desproporcionadamente alta” debido a que el diagnóstico suele ser tardío y disponen de un menor acceso a servicios sanitarios, según indicó Melissa K. Thomas, experta en disparidad de la salud en comunidades amish y menonitas en Ohio, en una ponencia en el congreso anual de la Asociación Estadounidense de Salud Pública en 2005.
El número de casos reportados de diabetes, al igual que los de hipertensión y los de niveles altos de colesterol, es menor entre la población amish que en la población blanca no amish de Estados Unidos, según un estudio de 2020. Este añade que, en caso de estos trastornos, la población amish mostró menos probabilidad de ser consciente de ello y, de serlo, también mostró menor probabilidad de recurrir al tratamiento necesario.
“Si bien los amish, incluidos los niños, son en general más saludables en muchos aspectos, eso se debe a una combinación de estilo de vida y genética, no a sus bajas tasas de vacunación”, indicó a Associated Press Mark Louden, experto amish de la Universidad de Wisconsin en Madison.
En cambio, la mortalidad infantil y de neonatos es mayor entre la comunidad amish, según un estudio con datos de 2014 a 2021 en Estados Unidos.
El autismo está presente entre los ‘amish’ (aunque posiblemente infradiagnosticado)
Entre los amish también se diagnostican casos de trastorno del espectro autista (TEA), al contrario de lo que afirman los contenidos que están circulando al respecto. Un informe de la Sociedad Internacional para la Investigación del Autismo de 2010 indicó que el autismo afectaba a uno de cada 271 niños amish.
Aunque la tasa es menor que la tasa de autismo diagnosticado en Estados Unidos, lo más probable es que esto sea consecuencia de un menor diagnóstico, no de una menor incidencia, como señaló a Reuters Douglas Vaughan, catedrático de medicina de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) que ha estudiado las comunidades amish.
Como ya explicamos, el hecho de que actualmente se utilice una definición más laxa del autismo ha contribuido a un aumento aparente de su incidencia, lo que no quiere decir que haya más casos, sino que se diagnostiquen más. En cualquier caso, no hay ninguna evidencia de que las vacunas formen parte de las múltiples causas del TEA.