En Maldita.es ya os hemos resuelto muchas dudas sobre el cerebro, como por qué no se te ‘congela’ cuando comes o bebes algo frío, qué son los pensamientos intrusivos o cómo funcionan las ilusiones ópticas y auditivas. Ahora nos habéis preguntado por qué se dice que el intestino es ‘el segundo cerebro’ y si tiene sentido esta afirmación. Pese a que este órgano del sistema digestivo también cuenta con millones neuronas, dicha denominación no es del todo ajustada y puede llevar a una comprensión incorrecta de sus funciones.
El intestino es denominado el “segundo cerebro” porque un investigador estadounidense, Michael Gershon, publicó un libro con ese título hace más de 20 años, según explica a Maldita.es José Antonio Uranga, biólogo, investigador del departamento de Ciencias Básicas de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos, experto en patología digestiva y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.
El autor defendía que el gran número de neuronas situadas en las paredes del tubo digestivo y sus funciones, algunas tan importantes como la liberación de serotonina (un neurotransmisor que genera nuestro cerebro y que influye en nuestro estado de ánimo), “bien merecían esa calificación”.
Desde entonces, el término se ha ido popularizando “por comodidad de lenguaje o por el atractivo que tiene el mundo ‘neuro’, si bien no es una denominación correcta y puede llevar a una comprensión incorrecta de sus funciones”, valora Uranga.
Es cierto que en el intestino hay múltiples neuronas agrupadas en redes que recorren el tubo digestivo, formando el sistema nervioso entérico (SNE). Pero, tal y como subraya el biólogo, hay muchísimas menos que en el cerebro. Mientras que algunas investigaciones señalan que el intestino tiene entre 200 y 600 millones de neuronas, otras indican que el cerebro cuenta con unas 100.000 millones.
“Tampoco son las únicas fuera del sistema nervioso central, ya que el sistema nervioso entérico forma, junto con el resto de neuronas y sus células acompañantes fuera del encéfalo y la médula espinal, el sistema nervioso periférico”, afirma.
La función principal del SNE es controlar la digestión. Jay Pasricha, director del Centro Johns Hopkins de Neurogastroenterología, explica que este sistema se encarga de la deglución (el paso de los alimentos u otras sustancias desde la boca hacia el estómago), la liberación de enzimas que descomponen los alimentos y el control del flujo sanguíneo que ayuda con la absorción y eliminación de nutrientes.
Además de estimular y coordinar los movimientos de las distintas capas del tubo digestivo para favorecer la digestión, Uranga explica que el SNE también es el responsable de la sensibilidad al dolor y hace de intermediario entre el sistema nervioso central y distintos metabolitos (sustancias producidas durante el metabolismo) producidos por las bacterias intestinales.
Estas funciones de comunicación entre células están mediadas por neurotransmisores. “Pero, en realidad, todas las células del cuerpo se comunican y relacionan entre sí mediante hormonas, neurotransmisores u otras moléculas, por lo que tampoco en este aspecto el intestino es diferente”, comenta Uranga.
Por último, hay que tener en cuenta que “el cerebro es algo más que neuronas o moléculas de señalización”. Su función característica es la cognitiva y “eso es algo de lo que carece el intestino o cualquier otro órgano que no sea el ‘único’ cerebro”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito José Antonio Uranga, biólogo e investigador del departamento de Ciencias Básicas de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos.
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Primera fecha de publicación de este artículo: 06/09/2022