Hace semanas que las autoridades francesas alertan sobre la plaga de chinches que ha inundado el país, especialmente su capital, París. En teoría y según especulan, la causa podría haber sido, no solo el aumento de viajes turísticos, también la resistencia que estos insectos han desarrollado a los insecticidas.
Los titulares también advierten acerca del incremento de casos en España (sobre todo en Madrid; Cataluña, con especial incidencia en Barcelona; Aragón; Comunidad Valenciana y Baleares). Según ha observado la empresa de control de plagas, higiene ambiental y seguridad alimentaria Anticimex, parecen haber aumentado en un 71% a lo largo de los primeros nueve meses del año. ¿Qué sabemos sobre estos insectos, sus mordeduras y la manera de deshacerse de ellos? ¿Por qué, en caso de plaga, se consideran un problema de salud pública?
¿Qué son las chinches?
Las chinches comunes o de cama (Cimex lectularius), chinches de aquí en adelante, son insectos de entre uno y cinco milímetros, más o menos como una semilla de manzana; sin alas (no pueden volar) y de primeras, planos y de un color marrón rojizo. ¿Cómo que de primeras? ¿Es que su aspecto cambia? Efectivamente, lo hace: su tamaño varía considerablemente en función de su ciclo vital y tras alimentarse. Al ser animales hematófagos, que sobreviven exclusivamente a base de sangre -preferentemente humana-, su color se oscurece y pasa de un tono amarillento a un rojo brillante tras un festín entre nuestras sábanas, uno de los lugares en los que son más comunes.
Durante el día, también pueden refugiarse en grietas y hendiduras cerca de la cama, así como en cualquier otro recoveco cerca de ella, de forma que puedan aprovechar la noche para alimentarse.
Nos recreamos en su aspecto porque, al ser difíciles de encontrar por su pequeño tamaño y su hábito de permanecer escondidas, puede sernos de gran ayuda conocer qué apariencia tienen en sus diferentes etapas de vida para identificarlos más fácilmente y tomar las medidas oportunas.
¿Por qué se consideran las plagas de chinches un problema de salud pública?
A pesar de que no hay evidencias de este tipo concreto de chinches como vector de transmisión o propagación de enfermedades (como sucede, por ejemplo, con los mosquitos), tanto la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) las consideran una plaga y problema en el sector de la salud pública por las consecuencias que pueden suponer a nivel de salud física y mental, además de económicas.
“Un incremento importante de cualquier tipo de insecto hace que este suponga una plaga y, con ello, que pase a considerarse un problema de salud pública. Es en este momento en el que se deben activar los protocolos, sobre todo de higiene, para intentar erradicarla”, explica a Maldita.es Patricia Guillem, doctora en epidemiología, medicina preventiva y salud pública de la Universidad Europea (Madrid).
Si no suponen un mayor riesgo de transmisión de enfermedades, ¿cuáles son los motivos para que una plaga de chinches se considere un problema de estas características? Por un lado, es cierto que hay casos en los que las mordeduras no causan ninguna reacción más allá de una pequeña marca en la piel. Sin embargo, estas se relacionan con respuestas muy variables, dependiendo de la persona y del tipo de piel: “Habrá quienes simplemente sufran ciertas molestias, pero también a quienes pueda incluso producirles una anafilaxia, una reacción alérgica desmesurada a los componentes de la saliva del insecto”, indica Guillem.
Además, existe un mayor riesgo de infecciones secundarias de la piel a partir de estas mordedura, especialmente en niños y ancianos. Entre ellas, de impétigo (una enfermedad bacteriana), de ectima (similar al impétigo pero más profunda) o de linfangitis (infección de los vasos linfáticos, imprescindibles para la respuesta inmunitaria, al complicarse ciertas infecciones bacterianas).
Esto ocurre porque, al producir sensación de picor, tendemos a rascarnos la zona afectada, un gesto con el que podemos contaminar la herida. “Al rascarnos, puede producirse una pequeña lesión en la piel, aumentando la posibilidad de que las bacterias entren en contacto con la herida y, con ello, convirtiéndola en un problema mucho mayor”, señala la experta.
También puede verse perjudicada la salud mental de las personas que viven en una casa o pasan tiempo en un lugares infestados. “Los efectos reportados incluyen ansiedad, insomnio y reacciones sistémicas”, señala la EPA. Guillem coincide en que una plaga de estos insectos en el hogar puede generar ansiedad, además de intranquilidad en situaciones de descanso y menor movilidad (sentarnos a ver la tele, dormir…), momentos que las chinches utilizan para alimentarse, comprometiendo no solo la salud física, también la mental.
¿A qué prestar atención para detectarlas?
Localizando e identificando mordeduras, excrementos y/o el cuerpo del propio bicho: estas son las claves para percatarnos de la posible presencia de chinches en casa o cualquier otro lugar en el que pasemos tiempo en reposo.
En cuanto a las picaduras, aunque pueden ser complicadas de diferenciar de las de otros insectos, son comunes en cuello y brazos. Por lo general, según la Clínica Mayo, suelen ser manchas que se inflaman, a menudo con un centro más oscuro, pruriginosas (causan sensación de picor) y dispuestas en una línea irregular o en racimo. Aunque no es habitual que las chinches de cama propaguen enfermedades a través de sus mordeduras, estas sí pueden causar reacciones alérgicas o reacciones graves en la piel de algunas personas.
Con respecto a los excrementos, suelen localizarse secos entre las sábanas. Atenta o atento, por lo tanto, a pequeñas manchas oscuras en colchones, somieres, colchas, almohadas, y en general, en cualquier parte cercana a la zona de descanso.
Evidentemente, el indicio más claro de la presencia de chinches es detectar al propio individuo o de restos de su cutícula (capa más externa del cuerpo de un artrópodo, similar a la piel en humanos), de la que se desprende durante la muda. Bien sea vivo, bien sea muerto. Si encuentras manchas algo más grandes que las de los excrementos y de color óxido o rojizas, ojo: pueden tratarse de uno de estos insectos aplastado.
El olor también puede ser un indicador de presencia de chinches: en infestaciones graves, pueden producir un olor dulzón y desagradable. “Algunos lo describen como un olor adulzado y rancio, como a fresas pasadas; otros, como un olor a humedad o a ambiente cerrado. En cualquier caso, todas las personas que han llegado a detectar el olor que desprenden las chinches coinciden en que es un olor desagradable”, señalan desde Anticimex.
Prevenir mejor que curar: cómo reducir la posibilidad de una plaga de chinches
Entre las precauciones básicas para evitar plagas (o al menos reducir el riesgo) de chinches encontramos las mismas que las recomendadas en al hablar de muchos otros tipos de insectos: evitar las zonas verdes o sobre las que se ha advertido que sean susceptibles de estos animales hacia el final de la tarde (es común que haya un pico en la presencia de insectos como mosquitos), utilizar ropa con cierta dureza que nos cubra las extremidades superiores e inferiores o disponer de repelentes de farmacia de uso personal.
En casa, y aunque la presencia de chinches no tiene por qué estar relacionada con una higiene deficiente, es importante prestar atención a la ropa de cama. Se recomienda lavarla a altas temperaturas o utilizar secadora con aire caliente, medidas útiles también en caso de anidación o huevos. Lo mismo de cara a la ropa susceptible de estar infestada.
¿Y si ya he confirmado la presencia de estos insectos en casa?
En caso de haber localizado alguna de las ‘pistas’ que nos lleve a pensar que las chinches son un huésped más en el hogar, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos recomienda, en primer lugar, asegurarse de que realmente se trata de este tipo de insecto y no de otro, como pulgas o garrapatas. “Puede comparar el insecto que actualmente tiene con las fotos que aparecen en la página Web sobre chinches de cama” o recurrir a expertos.
Es importante no entrar en pánico: deshacerse de estos insectos no es fácil, pero tampoco imposible. “No deseche todas sus pertenencias, la mayoría de ellas pueden tratarse y salvarse. Desechar las cosas resulta caro, y puede esparcir las chinches y causar mayor estrés”.
Además, sugiere reflexionar y barajar las opciones posibles para tratar la situación, sin recurrir directamente a los productos en spray o a los insecticidas: “Muchos de ellos no son eficaces contra las chinches, y además, su uso inadecuado puede provocar problemas de toxicidad aguda, sobre todo en niños”, señala Anticimex en su página web.
La EPA también sugiere reducir la cantidad de escondites, para lo que puede ser útil mantener la casa ordenada y lavar y utilizar la secadora regularmente para la ropa de cama.
No se debe apostar todo a la congelación (para deshacerse del insecto a través de este método, las temperaturas deben permanecer muy bajas durante un tiempo prolongado). En caso de jugar la baza del calor, sobre la que las evidencias también dicen ser efectiva, hacerlo con precaución y con un equipo especial, no a través de la calefacción. En esta situación, la aspiradora puede ser una potencial aliada para reducir el número de insectos en suelos, alfombras, muebles tapizados o los alrededores de la cama.
Por último, prestar atención para no transmitir las chinches a otras personas y, de ser necesario, acudir a los profesionales de control de plagas.
¿A qué se debe el aumento de chinches?
Todo apunta a que el aumento generalizado de las temperaturas es uno de los factores que interfieren en el aumento del número de este tipo de insectos. “Todavía no tenemos muy claro cómo les afectará a largo plazo, pero es cierto que en un contexto de cambio climático, con estos dos años que hemos pasado de tanto calor, estos bichos se reproducen más rápido. Si antes tardaban un mes entre que ponían huevos y tenías una nueva generación, ahora puede reducirse a menos de dos semanas. Esto es un crecimiento exponencial, muy rápido", señalaba en TVE el divulgador científico Luis Quevedo.
Dado que las chinches de cama también se trasladan escondidas en mochilas, maletas o en los pliegues de las prendas de vestir, el transporte es otro de los factores principales de su aumento. Esto es importante en un contexto en el que se han recuperado los niveles de viaje previos a la pandemia, como recuerda a elDiario.es el entomólogo Ricardo Molina.
"Si ves las barbas de tu vecino cortar..."
A raíz de la situación parisina, son varios los titulares que se han hecho eco del aumento de chinches también en España. Desde la empresa de control de plagas, higiene ambiental y seguridad alimentaria Anticimex afirman haber recibido un 71% más de avisos de estos casos en los nueve primeros meses de 2023.
Guillem compara la situación con lo ocurrido en 2020 con el SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19: “Un día estábamos viendo cómo en la otra parte del mundo se hablaba y se reportaban casos de una enfermedad desconocida y al otro esta había atravesado fronteras, llegando a multitud de países. En caso de alerta sanitaria de salud pública en un país, sea del tipo que sea (en este caso mucho más cercano, al tratarse de Francia) se deben activar los mecanismos necesarios de salud pública”. Así, en caso de cifras de incidencia de la plaga superiores a las esperadas, sabríamos qué medidas tomar, añade.
“En este caso, en el que lo necesario sería erradicar un vector, se debe actuar desde las organizaciones públicas sanitarias, haciendo un seguimiento y evaluando las posibles zonas a las que podrían llegar estos insectos. También estudiar casos individuales y de hogares concretos con esa colonización (al fin y al cabo, una desinfección en domicilio particular puede ascender incluso a 600 u 800 euros, dependiendo del tipo de plaga)”, opina Guillem.
“Donde se hayan detectado, hay que aplicar medidas, porque se multiplican rápidamente. No tienen depredadores y nosotros somos su alimento. Cuanto antes se actúe, sin histeria pero con orden, con las empresas de transporte, los ayuntamientos y las consejerías de Sanidad, mejor”, explicaba a elDiario.es Félix Valcárcel, responsable de parasitología del departamento de reproducción animal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria.