A algunas personas las siestas les ayudan a recargar las pilas y seguir la jornada con energía. Nos habéis preguntado si echarse una cabezadita a lo largo del día puede, sin embargo, estar relacionado con una consecuencia nada alentadora: el aumento del riesgo de padecer alzhéimer. Lo cierto es que no está claro, ya que algunas investigaciones científicas muestran resultados contradictorios.
“Algunos estudios en adultos jóvenes sugieren que la siesta es beneficiosa para la cognición, mientras que otros en adultos mayores indican que puede estar relacionada con el deterioro cognitivo”, explica a The Conversation Yue Leng, profesora asistente de Psiquiatría en la Universidad de California.
Por ejemplo, un estudio reciente con 1.401 participantes, publicado en la revista científica Alzheimer’s & Dementia, señala que las siestas diurnas largas y frecuentes pueden asociarse con un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Los autores subrayan que la frecuencia y la duración de estas ‘cabezaditas’ tiende a aumentar con la edad. “Si bien nuestro estudio no muestra que el aumento de las siestas durante el día provoque un deterioro cognitivo, sí señala que las siestas prolongadas son una señal potencial de un envejecimiento acelerado”, afirma Leng, que además es una de las autoras del estudio.
Los autores reconocen que la investigación tiene algunas limitaciones. Para empezar, los participantes estudiados eran mayores (con una edad media de 81 años), por lo que los hallazgos no pueden extrapolarse a los jóvenes.
Además, para monitorizar el sueño se ha recurrido a la actigrafía, una prueba para la que se utiliza un dispositivo en forma de reloj de pulsera. Los investigadores señalan que, aunque la actigrafía se ha utilizado ampliamente en estudios de campo del sueño y ha sido validada, otra prueba llamada polisomnografía es “el estándar de oro” para la puntuación del sueño.
Los estudios futuros, según los autores, deberían evaluar si una intervención directa en las siestas diurnas puede reducir el riesgo de padecer alzhéimer o cualquier tipo de deterioro cognitivo.
Ana Fernández Arcos, coordinadora del grupo de estudio de trastornos de la vigilia y sueño de la Sociedad Española de Neurología, cuenta a Maldita.es que, a medida que envejecemos, la duración del sueño nocturno se acorta y es más superficial y los despertares son más frecuentes.
Pese a ello, considera importante “prestar atención a un buen horario y calidad del sueño, descartando la presencia de problemas como apneas (interrupciones de la respiración mientras dormimos debido a una obstrucción de las vías aéreas)”.
La experta también aconseja realizar actividades para evitar caer en el sedentarismo y dormir en exceso cuando no es de noche. La somnolencia excesiva durante el día puede ser un signo de un trastorno del sueño, tal y como indica Medline Plus, el servicio informativo de salud de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. En el caso de experimentarla, lo más aconsejable sería consultarlo con un especialista.
Algunos de los estudios que hemos citado encuentran relación entre la siesta y otros parámetros, pero eso no significa que uno provoque el otro. Es decir, correlación no implica causalidad. En Maldita.es también os hemos hablado de otros efectos de las siestas en la salud.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
Primera fecha de publicación de este artículo: 31/05/2022