“Muchos pediatras no entienden que los niños muy pequeños sigan utilizando pantallas sin la protección adecuada. Protege a tus hijos y disminuye el impacto de la luz azul”. Empresas que venden filtros para la luz azul de las pantallas usan argumentos que apelan al miedo a sus supuestos daños y a proteger la salud y la vista de los niños y niñas. Todo ello diciendo que sus productos están avalados por supuestas evidencias científicas, pero no dicen cuáles en sus mensajes.
Pero no hay evidencias de que la luz azul de las pantallas afecte a los ojos o provoque daño, tampoco en población infantil, según explican a Maldita.es especialistas de la visión y la Sociedad Española de Oftalmopediatría. Además, no hay evidencia científica de que los filtros de luz azul sirvan para algo. Esto no quiere decir que la vista de los menores no esté expuesta a otros riesgos, por forzar la vista o por la radiación UV, ante los que se recomienda, entre otras cosas, que pasen tiempo al aire libre, que cuenten con buena iluminación durante determinadas actividades y que no hagan uso excesivo de pantallas.
No hay evidencias de que la luz azul sea dañina para los ojos
La luz azul es el rango del espectro de luz visible que tiene más energía y que los humanos podemos ver, detalla Conchi Lillo, neurobióloga, investigadora de patologías visuales en la Universidad de Salamanca y maldita que nos prestó sus superpoderes en la Twitchería dedicada a mitos sobre la visión. Esta luz es importante para el organismo para regular el ritmo circadiano, el reloj interno biológico. “La luz azul llega a unas células de la retina y causa que secretemos menos melatonina (una hormona implicada en los ciclos de vigilia y sueño)”, detalla Lillo.
Pero la luz azul (la solar o la de pantallas) no causa un daño a la salud ocular ni a la retina —la que sí es capaz de hacer daño es la ultravioleta, pero ese es otro tema y no se deben confundir la una con la otra—.
Las empresas que dicen tener evidencia científica de que la luz azul es dañina suelen emplear trabajos en cultivos celulares o animales de laboratorio, donde las condiciones no tienen nada que ver con una exposición humana a la luz azul. Cuando se ha estudiado la luz azul en humanos, se ha visto que no hay evidencias de daño y que los filtros no logran reducir las molestias oculares ni la fatiga ocular (vista cansada).
La luz azul siempre ha existido: es la que hay en un cielo despejado durante las horas de sol. Pero las pantallas electrónicas (móviles, ordenador, tablet) también emiten luz azul y esto no es algo con lo que los humanos siempre hemos convivido. “Teóricamente, al estar expuestos a más luz azul por las pantallas, deberíamos secretar menos melatonina y dormir peor”, dice la neurobióloga.
En la práctica, no hay evidencias de que esto ocurra. El uso de pantallas sí se ha relacionado con problemas de sueño en distintos grupos de población, pero no por la luz de las pantallas sino por el uso que se les da.. Según apuntan Lillo y la Sociedad Española de Oftalmología, la luz azul de las pantallas no es ni intensa ni suficiente en comparación con la luz azul celeste como para desregular el ritmo circadiano. Además, la luz azul no es el único mecanismo implicado en este reloj biológico. Por citar otros mecanismos, el ejercicio, la alimentación o la salud mental también contribuyen a ello.
Tampoco hay evidencias de que sea dañina para los ojos de los niños
¿Puede ser que la luz azul afecte a niñas y niños de manera diferente a los adultos? No. O como explican la doctora en Óptica Clara Benedí-García, el oftalmólogo Ruben Pulido y el óptico optometrista Fernando Ruiz, todos ellos malditos que nos han prestado sus superpoderes, no hay ninguna evidencia científica que sostenga que la luz azul de las pantallas afecte de manera diferente a población adulta e infantil, y en ninguno de los casos se ha visto que sea perjudicial.
Las respuestas a Maldita.es de la Sociedad Española de OftalmoPediatría y la Sociedad Española de Oftalmología coinciden: la luz azul de las pantallas no afecta a los ojos ni provoca ceguera, ni en adultos ni en menores. A esto agregan literatura científica que sostiene su postura: un ensayo clínico de 2021 donde se observa que los filtros de luz azul no sirven para la fatiga ocular, una revisión sistemática de 2021 sobre filtros de luz azul que concluye que no hay evidencia que recomiende usar filtros de luz azul, y una revisión narrativa de 2023 que se expresa en el mismo sentido que los otros dos trabajos.
Cómo se desarrolla la vista de una niña o niño y por qué la luz azul no está implicada
Las empresas que intentan vender filtros de luz azul acuden mucho a esta narrativa: los ojos de niñas y niños “aún no están desarrollados como los de un adulto” y “están expuestos a riesgos, especialmente si estudian con pantallas”. Por ello, dicen, hay que protegerlos con filtros de luz azul.
Es engañoso. Es cierto que los ojos de los menores están en desarrollo y con un periodo crítico entre los seis y los ocho años, es verdad que están expuestos a riesgos diferentes que a los adultos (el más importante, la radiación ultravioleta) y que un mal uso de pantallas puede afectarles. Pero la luz azul no tiene ningún impacto ni implicación en el desarrollo de su visión y por tanto, un filtro para esa luz azul, tampoco.
Pulido explica que el sistema visual —ojos, neuronas de la retina, nervio óptico y cerebro— tiene un periodo crítico de desarrollo “desde la formación intrauterina del feto hasta los siete u ocho años de edad”. En esta etapa, las estructuras de los ojos y las redes neuronales se van desarrollando, por lo que es importante controlar “que no se vea afectado por enfermedades o factores externos”.
Benedí-García agrega que la principal diferencia entre un ojo adulto y el de un menor es que el más joven pasa por un proceso llamado emetropización, es decir, las estructuras del globo ocular siguen cambiando (desde el nacimiento) para lograr la refracción óptima, para poder ver bien ‘de cerca’ y ‘de lejos’. Este proceso tiene lugar hasta los 13-14 años.
“Todos los bebés nacen hipermétropes, con el ojo más corto de lo que deberían y no tienen correcta visión de lejos. Esto no es un problema, ya que trabajan esencialmente en distancias cercanas. Conforme crecemos, el ojo también lo hace, hasta alcanzar la longitud adecuada para enfocar los objetos lejanos, sin que tenga defectos refractivos”, resume.
Factores que sí interfieren en la vista de niñas y niños
El uso de las pantallas —como hacer otras cosas que requieren ver de cerca, como leer o coser— afecta a esos cambios del ojo durante el crecimiento de manera indirecta. Pero no es por la luz azul, sino por el trabajo en distancias cercanas y estar menos expuesto a la luz solar. Lillo detalla que la luz del sol ayuda a disminuir el riesgo de miopía, un problema de visión que sucede cuando el ojo es más grande de lo que debería, causando que las cosas ‘de cerca’ se vean bien pero las ‘de lejos’ no.
“La luz solar genera y estimula un tipo de neurotransmisor, la dopamina, e impide que el ojo crezca más de lo normal. Si estas actividades ‘de cerca’ se hacen con luz solar ambiental, se disminuye el riesgo de miopía”, resume.
Por último, los ojos de niñas y niños están expuestos a mayor riesgo de luz ultravioleta que los adultos. “La luz UV puede ser especialmente dañina en menores de cinco años porque los ojos filtran menos radiación que los de los adultos y, por tanto, puede llegar más al fondo del ojo y hacer daño”, cuenta Ruiz. “Por eso siempre insistimos en la necesidad de que los bebés y niños pequeños lleven gafas de sol de calidad”.
Recomendaciones para cuidar la vista en niños y niñas
La luz azul y sus filtros no hacen nada a los ojos de bebés, niñas y niños. Ahora bien, ¿qué se recomienda para que los ojos de esta población crezcan sanos? La Sociedad Española de OftalmoPediatría aporta consejos generales:
- Reducir el uso de la visión de cerca (al leer, usar pantallas o coser), especialmente en edades tempranas
- Mantener las actividades al aire libre, con un mínimo de una hora y media al día
- Descansar 20 segundos la vista cada 20 minutos de atención de cerca mirando a algo que esté a unos 20 pasos o 6 metros, lo que denominan la regla 20-20-20
- Mantener una iluminación ambiental correcta, a ser posible con luz natural
- Postura, distancia y altura de estudio/trabajo adecuadas: mínimo 40 centímetros o dos palmos entre los ojos y la pantalla o libro.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes Conchi Lillo, Rubén Pulido, Fernando Ruiz y Clara Benedí-García.
Lillo y Benedí-García forman parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.
Gracias a vuestros superpoderes, conocimientos y experiencia podemos luchar más y mejor contra la mentira. La comunidad de Maldita.es sois imprescindibles para parar la desinformación. Ayúdanos en esta batalla: mándanos los bulos que te lleguen a nuestro servicio de WhatsApp, préstanos tus superpoderes, difunde nuestros desmentidos y hazte Embajador.
Primera fecha de publicación de este artículo: 29/06/2023