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MALDITA CIENCIA

¿Se puede curar la alergia?

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  • La alergia puede desaparecer, permanecer o reducirse, en función del tipo, del tratamiento y del paciente
  • El único tratamiento capaz de conseguir ‘curar’ la alergia es la inmunoterapia, que consiste en la aplicación de vacunas que reducen la sensibilización al alérgeno que la causa
  • La inmunoterapia no es definitiva en todos los casos
 
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Cualquier persona que haya experimentado algún tipo de alergia puede dar fé de que sus síntomas son, al menos, molestos. ¿Cuánto? Depende (como sensación subjetiva que es), pero probablemente varíe según la gravedad de los síntomas. En este contexto, la cuestión que todos los alérgicos nos preguntamos es si existe una cura definitiva ante la reacción de nuestro cuerpo a un alérgeno determinado. Pues bien: ojalá poder dar una respuesta concreta.

“La alergia desaparece por completo en algunos casos; en otros, puede permanecer, pero se pueden mejorar muchos los síntomas”, explica en su página web la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Si hablamos de desaparición, esta se puede dar de manera espontánea o como consecuencia al tratamiento pautado. Hay incluso quienes, con el tiempo, desarrollan tolerancia a la sustancia a la que tenían alergia, y no necesitan ninguna precaución especial con ella. De nuevo, como vemos, la respuesta a si existe una cura definitiva es ‘depende’.

En caso de haberla a partir de un tratamiento, “las vacunas son el único capaz” de conseguirlo. “Su porcentaje de éxito es alto si se escoge bien el paciente y la vacuna que se va a administrar. Por este motivo es muy importante que sea un médico especialista quien las prescriba”, afirma la alergóloga Pilar Cots Marfil en el blog Alérgiate el día.

El tratamiento, conocido como inmunoterapia, consiste en administrar al paciente cada X tiempo cantidades cada vez mayores de aquella sustancia que causa los síntomas, de la molécula a la que se tiene alergia. De esta forma, lo que se pretende es conseguir “una pérdida gradual de la sensibilización”, como explica en The Conversation María Teresa Villalba Díaz, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Lo que esto supone es aumentar el límite (la cantidad, en este caso, de alérgeno) ante el que nuestro sistema inmune reacciona.

“La vacuna [el mecanismo mediante el que se aplica este tipo de tratamientos] consigue en un alto porcentaje de personas que nuestro organismo deje de reconocer esa sustancia como dañina y, por lo tanto, no se produce la reacción alérgica”, indica en su página web la Clínica Universidad de Navarra. Ahora bien, la inmunoterapia no es definitiva y será más o menos eficaz en función del tipo de alergia y alérgeno ante los que nos encontremos. “Aunque la cura para alergias como la del polen puede ser definitiva [y muy eficaz en otras como a las picaduras de avispa, ácaros y epitelios de animales], el distintivo de atópico (predisposición a desarrollar alergias) no se pierde fácilmente y muchos de estos síntomas pueden reaparecer misteriosamente”, añade Villalba.

Por ejemplo, ya que la alergia a los ácaros del polvo suele tener síntomas localizados en los ojos y vías respiratorias (además que, en ocasiones, es el único tipo de alergia del paciente), las personas con este tipo de alergia “son los candidatos ideales para recibir una inmunoterapia diseñada específicamente para re-educar al sistema inmunitario a que los ácaros del polvo no suponen una amenaza para el organismo”, explica en Muy Interesante Sherezade Moñino (@sherezade_mr), doctora en Alergología.

Por el contrario, una persona sensibilizada a numerosos alérgenos de polen, ácaros, animales… será un paciente con menor probabilidad de éxito tras el tratamiento. “Uno de los motivos es que presenta anticuerpos contra tantos alérgenos diferentes, que no se puede diseñar una inmunoterapia tan específica para todos ellos, y habría que seleccionar los más relevantes para la aparición de los síntomas”, señala la experta.

Esta selección lo que supone es que, tras finalizar la terapia, el paciente todavía pueda sufrir de alergia al exponerse a los alérgenos que no estaban incluidos en las preparaciones. “El procedimiento no sería peligroso para el paciente, pero un resultado negativo puede resultar en frustración y gasto de recursos para médicos y pacientes”.

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