Otra de las preguntas que nos habéis planteado de cara al aniversario de nuestro consultorio científico es si es cierto que los protectores bucales pueden ser útiles también fuera de los deportes de contacto, llevándolos puestos para optimizar los entrenamientos de fuerza.
Para quienes estén menos familiarizados con ellos, los protectores bucales son dispositivos de protección que se colocan sobre los dientes y las encías para evitar lesiones, especialmente en deportes como el boxeo o el rugby. Su función es absorber y propagar el impacto del posible golpe que el jugador reciba en la cara, impidiendo que se produzca una lesión y aumentando, por tanto, su seguridad.
El motivo de su uso, como señalaba en Gaceta Dental Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas, es que la práctica inadecuada de deporte puede ocasionar fracturas, tanto dentarias como de los maxilares. De hecho, destacaba que hasta un 39% de los traumatismos dentales pueden tener como origen la práctica deportiva, disminuyendo, como cabe esperar, el rendimiento de estos profesionales. Según estimaciones de la Federación Dental Internacional (FDI), los protectores evitan entre 100.000 y 200.000 lesiones orales al año solo entre los profesionales de fútbol americano.
Ahora bien, ¿pueden estos utensilios ser útiles para optimizar entrenamientos en los que no existe peligro de lesiones bucales por contacto o golpes? Los estudios al respecto son escasos y, normalmente, con pocos participantes, pero algunos de sus resultados apuntan a que el acto de apretar la mandíbula permite aprovechar más eficazmente la fuerza. De ahí que usar un protector bucal como medida de protección en este gesto pueda ser recomendable en determinados casos.
El porqué parece estar en algunas de las consecuencias de su uso. Por ejemplo, como señala a Maldita.es Sara Tabares, directora deportiva de PERFORMA y autora del libro Ellas entrenan, “alinean la mandíbula y con ello toda la musculatura” (favoreciendo la estabilidad de los levantamientos). También se relacionan con la prevención del dolor de cabeza por excesiva tensión mandibular (al hacer fuerza, no sobre el propio esmalte dental, sino sobre este material) e incluso el aumento de la producción de fuerza (especialmente, los que están hechos a medida).
“Este último beneficio se relaciona con el hecho de apretar los dientes, [...] un gesto natural cuando hacemos un esfuerzo máximo”, explica en RV Strength Víctor Vázquez, atleta de powerlifting y experto en ciencias de la actividad física y el deporte. Esto es algo que aunque, a priori, no tendría por qué ir relacionado con el uso de protector bucal, sí lo está con el hecho de que, al apretar los dientes sin protector, podemos provocar daño sobre el esmalte.
“El uso del protector bucal va a hacer que tengamos una mayor tendencia a apretar los dientes”, continúa Vázquez. Y esto, ante un esfuerzo máximo, hará que “en vez de tender a gritar y, por tanto, a abrir la boca [...] aprovechemos mejor los beneficios de la mordida”.
Aquí también entra en juego lo que en inglés se conoce como concurrent activation potentiation (CAP), potenciación de activación concurrente, un fenómeno que describe cómo la fuerza general se optimiza al activar músculos que no son parte de la zona involucrada en el movimiento específico. Es decir, crear tensión en el cuerpo, incluidos la cabeza y el cuello, tiene efectos posteriores en otros músculos. Esto significa que, aunque el protector bucal en sí no tenga efectos milagrosos en relación a la fuerza, permite la tensión de otra zona del cuerpo sin aumentar el riesgo de lesiones en cuello y boca, beneficiando el entrenamiento.
Ahora bien, no cualquier tipo de entrenamiento. Según las conclusiones de una reciente revisión sistemática de 27 estudios publicada en el International Journal of Environmental Research and Public Health, los protectores bucales podrían promover efectos beneficiosos ergogénicos (creación de energía) en acciones específicas, principalmente aquellas para las que se requiere potencia muscular de las extremidades inferiores.
Como apuntan los autores, estos hallazgos no son extrapolables a otras disciplinas, como la agilidad o la rapidez, en las que “los estudios no reportaron resultados consistentes sobre el potencial beneficio de usar protectores bucales en el rendimiento deportivo”.
En definitiva, y como señala Elena Popadic, experta en ciencias de la vida por la Universidad de McMaster (Canadá), a pesar de que el hecho de que usar protector bucal mejore la fuerza aún está en debate y lejos de ser concluyente, “apretar es una práctica común entre los levantadores de pesas” y un protector bucal “puede ayudar a facilitar” esta gesto. “Si bien su beneficio de fuerza muscular es cuestionable, vale la pena reconocer su papel en la prevención de problemas dentales, dolores de cabeza por tensión y flujo de aire y, por lo tanto, será una adición útil a la bolsa de deporte de cualquier persona”.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Sara Tabares, experta en ciencias de la actividad física y del deporte.
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