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Aplicarte tu propia sangre en la cara no sirve como remedio antiedad, pero sí existe un tratamiento facial a partir de esta: el plasma rico en plaquetas

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Una de las preguntas que nos habéis enviado en esta semana pre-Halloween tiene que ver con uno de los motivos más frecuentes y referenciados durante estas fechas: la sangre. Pero los tiros no van por la causa por la hay gente a quien le aterra e incluso se desmaya al ver o pensar en este fluido, que ya hemos explicado en Maldita.es y que sería quizás la más habitual sobre ella, sino si es posible utilizarla como tratamiento facial antiedad. Sí, has leído bien: tu propia sangre en tu mismísima cara. Frente a todo pronóstico, sí existe un tratamiento cutáneo cuya materia prima es la sangre.

Ahora bien, antes de meterte un tajo y embadurnarte la cara de rojo pasión, ojo: en los tratamientos dermatológicos que la utilizan, la sangre nunca se aplica ‘tal cual’, sino que es necesario procesarla, hasta obtener lo que se conoce como plasma rico en plaquetas (PRP) y administrar este de una forma determinada. De hecho, lo habitual no es usarla de forma directa sobre la cara, como si se tratase de un sérum o una crema (aunque también hay algún que otro avance sobre ello). En realidad, suele aplicarse a través de pequeños pinchazos, una técnica conocida como mesoterapia. Además, por sí sola no consigue grandes resultados. Para lograrlo, la mejor opción es combinar la PRP con otras técnicas.

La PRP, en realidad, es un tratamiento que se utiliza en medicina desde hace bastante tiempo y tiene muchas aplicaciones como indica a Maldita.es Inés Escandell, dermatóloga que nos ha prestado sus superpoderes. “No solo se utiliza en dermatología, también en traumatología, para tratar las articulaciones con dolor, por ejemplo. También se puede infiltrar en cicatrices y, sobre todo, en úlceras, que fue el primer campo relacionado con la dermatología en el que empezó a utilizarse”, señala la experta. De ahí su uso para las marcas de acné, para el melasma (parches de piel oscura en zonas expuestas al sol) y como rejuvenecimiento en general.

Aunque se consiga a partir de la sangre, la PRP no se trata ni tiene la apariencia de este fluido, sino que es el resultado de haberla procesado de la siguiente manera: al extraer la sangre a un paciente, se centrifuga para separarla en sus diferentes fases o componentes, como señala la Academia Americana de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés). El resultado de esta acción es un suero que contiene más concentración de plaquetas que la sangre, del que se eliminan los glóbulos rojos que, en este caso, “no son interesantes”.

“El plasma que contiene las plaquetas (de ahí que se conozca como plasma rico en plaquetas) se utiliza sobre ciertas zonas o ciertas patologías. Así, contamos con la liberación de los factores de crecimiento propios de esos fragmentos de célula, lo que lo hacen muy útil, por ejemplo, para favorecer el cierre de heridas complejas o de úlceras”, continúa la dermatóloga.

Volvemos al inicio, el origen de vuestra pregunta: ¿tiene relación el PRP y el rejuvenecimiento facial? Lo cierto es que hay evidencias de que estos factores de crecimiento y otros mediadores de las plaquetas, al liberarse en la piel, activan diferentes mecanismos que sí pueden tener que ver.

En palabras de Escandell, el PRP consigue que “se vayan eliminando las fibras de colágeno más dañadas y se facilita que las propias células que tenemos en la piel vuelvan a sintetizarlo”. Por tanto, añade, sí que tienen capacidad de redensificar el tejido; “rejuvenecer el cutis”, como señalan desde la Academia Española de Dermatología y Venereología; y que, combinado con otros métodos, “desempeña un papel importante en el proceso de regeneración tisular (de los tejidos)”, en base a una carta al editor publicada en el Journal of the American Academy of Dermatology y una revisión de estudios publicada en Archives of Dermatological Research.

Pero, ¿tiene el PRP esta capacidad siempre e independientemente cómo se aplique? Negativo: no es la poción de la eterna juventud. Hay varias particularidades a tener en cuenta (además de que no se puede utilizar la sangre a secas), dado que conseguir que el cuerpo absorba el PRP no es tan sencillo, como tampoco lo es mantenerlo en el tiempo, al ser un producto que se estropea fácilmente.

“Lo habitual es aplicarlo [el PRP] mediante mesoterapia, es decir, a través de agujas muy finitas que se utilizan para infiltrar a un nivel muy superficial de la piel. Así también se combina su uso con el efecto rejuvenecedor de los propios pinchazos, que hacen que la piel tenga que cicatrizar y regenerarse”, continúa la dermatóloga. Es cierto que se sigue investigando para que la gente pueda aplicarse el PRP como si fuera crema facial, aunque no pretende ser lo habitual (habría que sacar la sangre al paciente, procesarla, utilizar material específico para evitar contaminaciones, guardar a cierta temperatura y utilizar solo un tiempo determinado).

Los resultados tras administrar PRP como único tratamiento rejuvenecedor son moderados: por ejemplo, no se pueden comparar sus efectos, como cuenta Escandell, con una infiltración o relleno con ácido hialurónico. De ahí su uso habitual junto a la mesoterapia u otras técnicas como el láser, por ejemplo. Eso sí, se trata de una técnica “muy segura”, que “no tiene prácticamente ningún efecto adverso, más que el de los propios ‘pinchacitos’”.

En este artículo ha colaborado con sus superpoderes Inés Escandell, dermatóloga.

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