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Por qué no hay que echar pan en los estanques de los patos, cansancio después de las siestas y protector solar en interiores. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 190º

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Baby, no nos llames que hoy estamos despechaos’, olvidando tus males” es lo que nunca nos leerás escribir en Maldita.es. ¿Qué agosto ni qué agosto? Aquí estamos, como tiene que ser y como cada viernes, contestando a vuestras inquietudes más concretas, os pillemos de vacaciones o dando el buen callo. Hoy traemos ración de pato (no, no literal), siestas, protección solar y plata.

Y como seguimos necesitando vuestra incertidumbre semanal, os recordamos que nos podéis hacer llegar todas las preguntas que se os ocurran por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). Por nuestra parte, todo dicho. Vamos al lío.

¿Por qué nos sentimos cansados después de algunas siestas?

No eres el único o la única que se despierta por la mañana pensando, en caso de ser de esos afortunados, en la siesta que le espera alguna que otra hora después. No tenemos pruebas, pero tampoco dudas. Cuál es tu sorpresa cuando, al despertar de esta cabezadita de media tarde, parece que te ha pasado un trailer por encima, sintiéndote incluso más hecho polvo que antes de dormir. ¿Por qué pasa eso? ¿Qué ente maligno hace que nos despertemos más cansados de la siesta? Lejos de deberse a ‘lo paranormal’, lo que ocurre es que, igual que existen siestas reparadoras, existen siestas que no lo son, y depende del tiempo que dure esta.

La culpable de que el remedio sea peor que la enfermedad (hoy, aquí, que te despiertes más cansado o cansada de lo que te acostaste) es lo que se conoce como inercia del sueño.

¿Y qué es esto? Una vez que empiezas a dormir, al pasar cierto punto (normalmente cuando la siesta se nos empieza a ir de las manos), el cerebro empieza a pensar: ‘Ah, vale, se ve que vamos a estar haciendo esto durante las siguientes X horas’, como si fuese nuestra hora de irnos a la cama. Si interrumpimos el descanso una vez ha pasado este tiempo, nos sentiremos adormilados.

Técnicamente y según la Fundación del Sueño de Estados Unidos, “la inercia del sueño es la sensación de aturdimiento, desorientación, somnolencia y deterioro cognitivo que sigue inmediatamente al despertar”. Aunque suele durar de 15 a 60 minutos, puede prolongarse alguna que otra hora y, a pesar de que se desconoce su razón biológica, “los investigadores plantean la hipótesis de que es un mecanismo de protección que ayuda a mantener el sueño en momentos de despertares no deseados”.

Si no estás dispuesto a renunciar a tu siesta pero no quieres despertarte peor de lo que te echaste, lo mejor es que esta sea, o bien corta, de unos 20 o 30 minutos; o bien de una hora y media, aproximadamente (90 minutos), el tiempo que necesitamos para superar un ciclo de sueño completo, aunque solo sea una vez.

Si aun así te topas con ella, la Fundación del Sueño recomienda pequeñas dosis de cafeína (una taza de café); mantener los ciclos de sueño y vigilia alineados con la salida y la puesta natural del sol (si es posible) y tratar de recibir luz natural; controlar la temperatura del lugar donde dormimos y despertar suave (sin despertadores ruidosos, que podrían aumentar la sensación de confusión o aturdimiento al despertar. En Maldita.es puedes consultar estos y otros trucos para recuperar el sueño si nos hemos despertado.

¿Por qué se ennegrecen los objetos de plata y cómo lo evitamos?

Otra de las preguntas que nos habéis planteado esta semana es qué podemos hacer, bien para evitar que los utensilios de plata se oscurezcan, bien para limpiarlos de manera eficaz. Al no ser un metal noble como el oro o el platino, la plata reacciona paulatinamente con determinados componentes del aire, haciendo que su superficie adquiera un tono similar al negro pero, salvo que se conserve en condiciones muy concretas, esto es muy difícil de evitar.

Vamos al meollo: al entrar en contacto con las sustancias del aire que tienen azufre, la reacción correspondiente de tu bandeja, cubierto o joya favoritos será generar sulfuro de plata (Ag2S). Y sí, su color es negro, ¿te suena? Es el culpable de que la plata se oscurezca. El porqué de que sea difícil de evitar es precisamente que el desencadenante del proceso es un componente del aire.

“La plata también puede reaccionar con otros productos químicos, como ácidos o el amoniaco que contienen algunos productos de limpieza, así que mejor quitarse los anillos antes de coger el trapo”, advierte Andrés González, doctor en química orgánica y maldito que nos ha prestado sus superpoderes.

Por último, añade que también es posible que el oscurecimiento se deba a depósitos de cremas o jabones de mano que se vayan acumulando con el tiempo: “No tiene que ser necesariamente debido a estrés químico únicamente”.

Aunque en ningún caso el resultado de intentar acabar con este aspecto adquirido va a ser milagroso, sí hay pequeños trucos que podemos llevar a cabo para reducir ‘la nueva apariencia’ de los objetos de plata.

Un documento del Departamento de Química de la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos) indica que existen dos formas de eliminar este recubrimiento de sulfuro de plata. “Una es quitarlo de la superficie con un pulidor [...] Sin embargo, durante el proceso también se eliminaría parte de la plata”.

En cuanto a remedios caseros para limpiar la plata, el documento coincide tanto con González como con el físico y divulgador Javier Fernández Panadero, quienes proponen disolver bicarbonato sódico y sal en agua caliente antes de sumergir en la mezcla un trozo de aluminio (ya sea en forma de papel, por su parte mate, o siendo el recipiente en sí mismo de este material). Luego, como indica Panadero en su blog, se introduce el objeto de plata que queremos limpiar de forma que esté en contacto con el aluminio y se vuelve a añadir agua caliente y bicarbonato hasta que quede bien limpio.

Para explicar qué ocurre durante este proceso para que el material vuelva a relucir, Panadero utiliza una metáfora: las reacciones químicas son como relaciones de pareja. “La gente está muy bien con su pareja hasta que aparece alguien más afín. La disolución de bicarbonato facilita la movilidad de los iones. Digamos que proporciona un entorno donde se puede dar el intercambio de parejas. En nuestro caso, el azufre y la plata tenían una bonita relación, pero aparece el aluminio que es más afín al azufre que la plata, así que ‘la desplaza’ y la plata vuelve a quedarse solita, que es como nos gusta”.

¿Puede perjudicar a los patos lanzar migas de pan al estanque?

Pocas imágenes tan bucólicas como un grupete de patos nadando en un estanque y algún que otro niño echándoles migas de pan, para comer. Nos habéis preguntado por una imagen que afirma que hacerlo puede dañar tanto a los animales como a su entorno. En resumen: no se debe alimentar a los animales que viven en las ciudades. En el caso concreto del pan y las aves, el alimento puede tener efectos negativos tanto en el agua estancada como en la salud pública.

“No se debe alimentar a las aves en las ciudades. La mayoría de las ordenanzas municipales de las principales ciudades españolas lo prohíben expresamente e incluso es sancionable”, señala a Maldita.es Nicolás López-Jiménez, delegado de SEO/BirdLife en Asturias. "El pan blanco no tiene ningún valor nutricional real, por lo que, aunque las aves lo encuentren sabroso, el peligro es que se llenen de él en lugar de otros alimentos que podrían ser más beneficiosos para ellas", declararon desde la británica Real Sociedad para la Protección de las Aves a National Geographic.

El pan no es el mejor alimento para ningún ave, coincide en Maldita.es el biólogo experto en aves, Virgilio Beltrán, que nos ha prestado superpoderes. “El pan blanco, alimento refinado y procesado, no aporta los nutrientes que necesitan las aves como gorriones o palomas. Tampoco los patos, que son omnívoros y en la naturaleza comen desde grano a caracoles”, aclara.

Además, un estudio en Amsterdam (Países Bajos) concluyó que la alimentación suplementaria de aves en zonas urbanas públicas, sobre todo con pan, es desequilibrada desde el punto de vista nutricional y afecta a la diversidad de especies. También es perjudicial para la salud pública, porque el exceso de comida atrae a las ratas y puede tener un efecto negativo en la calidad del agua. “Si se acumula, ensuciará el agua y podría producir algún tipo de descomposición y generar anoxia”, concluye Beltrán.

¿Hay que echarse protector solar estando en interiores si entra la luz?

Vamos a empezar esta pregunta que nos habéis remitido con la frase que siempre empleamos para hablar de fotoprotección: ¿Te has echado crema solar hoy? Esta semana os habéis interesado por si es necesario usarla en interiores, cuando estamos en una oficina o cerca de una ventana, es decir, una fuente de luz solar. La respuesta corta es que sí: lo recomendable es usar este tipo de protección todo el año y si hay cierta exposición solar, también en interiores. La respuesta detallada la ofrecemos a continuación.

Si eres fiel a los consultorios de Maldita Ciencia, ya te sabrás los tipos de radiación ultravioleta que nos llegan a través del sol: UVA y UVB. La primera daña las capas más profundas de la piel y es la gran responsable del aumento de riesgo de cáncer de piel cuando nos exponemos al sol. La segunda es responsable de las quemaduras e inflamación por pasarnos con el ‘tueste’, como explica la Academia Española de Dermatología y Venereología.

De manera similar a lo que explicamos en este artículo, en el que expusimos si era o no cierto que estar en la sombra protegiese realmente de esta radiación (spoiler: recibimos menos, pero sigue siendo necesario protegerse), en interiores también existe exposición a la radiación solar, especialmente a la UVA y principalmente a través de las ventanas, que no son capaces de filtrar toda la radiación UV. Por esto, también se recomienda usar protección solar en interiores.

Según explica Elisabeth G. Richard, profesora de Dermatología en la Universidad Johns Hopkins (EE. UU.), en este artículo de la Skin Cancer Foundation, la mayoría de rayos ultravioleta pueden penetrar los cristales, por lo que “si trabajas cerca de una ventana, estarás recibiendo radiación solar”. Desde su punto de vista, es recomendable aplicar la crema cada dos horas, aunque añade que, si no se trabaja cerca de una ventana, “no es necesario volver a aplicar con tanta frecuencia” y “puede que baste cada cuatro o seis horas”.

Una revisión de estudios publicada en 2020 en la revista Journal of Dermatological Treatment recopilaba los principales mitos y evidencias sobre la crema solar, también sobre la protección en interiores. “Dependiendo del tipo de cristal y su grosor, este puede dejar pasar entre el 0,1 y hasta el 72 % de radiación ultravioleta”, indican. Como muestra de ello, citan que la prevalencia de diferentes problemas de salud causados por el sol —fotodaño, cánceres, manchas en la piel o melanomas— es mayor en conductores y, más concretamente, en el lado del cuerpo que está más expuesto a la ventana del vehículo.

Por último, y como está relacionado con la pregunta, rescatamos este otro artículo en el que hablamos de los fotoprotectores con filtro para la luz azul. Y es que la principal fuente de radiación solar que causa riesgos para nuestra salud son los rayos UV, aunque se conoce que la luz azul del sol —no la de las pantallas— también causa cierto daño del que hay que protegerse. ¿Cómo? Igual que siempre: minimizando la exposición y echándose crema solar todo el año.

Antes de que os vayáis...

Como todas las semanas llegados a este punto nos gustaría recordaros que estamos aquí para resolver todas las dudas y preguntas que tengáis respecto a información científica, pero que si lo que te inquieta tiene que ver con un diagnóstico, tratamiento o afección personal, lo único que podemos aconsejarte es que acudas a un profesional sanitario que conozca personalmente tu caso y pueda tratarte adecuadamente.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes Virgillio Beltrán, biólogo y Andrés González, bioquímico.

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