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Quilates, guardar las lentillas en agua y el sueño en los peces. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 189º

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Imagen destacada de Christa Rohrbach.

¡Al fin viernes, malditas y malditos! Una semana más llega nuestro esperado, querido y refrescante consultorio científico. Y como no, en pleno julio y tras unos días en los que te asas con poner un pie en la calle, no podía faltar una consulta sobre cremas del sol. Además de responder a vuestra pregunta de si estos productos tienen elementos cancerígenos, también os explicamos qué son los quilates, si los peces duermen y por qué es desaconsejable guardar las lentillas en agua.

Sabemos que al terminar te van a surgir muchas otras dudas (relacionadas o no con estos temas) que probablemente podamos resolver gracias a la literatura científica o a expertas y expertos que nos hacen la vida bastante más fácil, que sepas que las recogemos encantados por Twitter, Facebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). No te hacemos esperar más.

¿Qué son los quilates? ¿Hay distintos tipos?

Flores azules y quilates y si es mentira que me maten, canta la Rosalía (¡tra-tra!) en ‘Con altura’. ¿Pero qué son esos quilates de los que habla la catalana? ¿Se usa siempre la misma definición cuando hablamos de una piedra preciosa y de una joya de oro? La respuesta corta es que, en gemas, un quilate supone un quinto de gramo * y, en oro, que cada una parte de las 24 (que es el máximo de quilates que puede tener el oro) es de ese elemento químico en una mezcla con otras sustancias.

Para las perlas y piedras preciosas, el quilate es una medida de peso que equivale a 200 miligramos, es decir, a un quinto de gramo, explica el diccionario de la lengua española. Por lo tanto, si nos dicen que un diamante tiene dos quilates, es que pesa 400 gramos. La empresa de joyería de lujo Tiffany indica en su web que un diamante con más quilates no implica en sí un mayor tamaño porque depende también del tallado. Tampoco significa que con más quilates tenga un mayor precio porque el valor también depende de la claridad, el color y la talla, por ejemplo.

En cambio, cuando hablamos de oro, los quilates se refieren a cuán pura es la joya. Una aleación es la mezcla de dos elementos químicos, uno de ellos al menos un metal. Si diluimos un gramo de oro en 23 gramos de otra sustancia, estaremos ante una joya de oro de un quilate. El quilate, cuando se refiere a la pureza del oro, es cada una de las veinticuatroavas partes, en peso, de oro puro que contiene una aleación con este metal, tal y como lo define el diccionario.

Así, por ejemplo, una joya de 18 quilates de oro, realmente está formada un 75% por oro y un 25% por otras sustancias. El oro puro es, por tanto, de 24 quilates.

¿Duermen los peces?

Dice el refranero que al camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Dormirse en el agua es algo que para unos seres terrestres como nosotros puede sonar extraterrestre. Pero como animales que son, los peces también necesitan dormir, ya que el sueño tiene importantes funciones que ya hemos explicado. ¿O no? Depende de cómo lo consideremos, ya que es un campo en investigación y sin un consenso cerrado todavía.

La naturaleza del "sueño" de los peces es un área de investigación activa, porque aunque no duermen de la misma manera que los mamíferos terrestres, la mayoría sí que descansan, resume la web de la Oficina Nacional de Estados Unidos de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).

En realidad, los peces son capaces de reducir su actividad y su metabolismo mientras permanecen alerta ante el peligro. Algunos peces flotan sin moverse del lugar, otros se encajan en un lugar seguro como el barro o el coral, y algunos incluso tienen una especie de nido, explica la NOAA.

El pez modelo en estudios científicos es el pez cebra (Danio rerio). Algunas investigaciones en esta especie han encontrado señales del sueño similares a las que tenemos los mamíferos. Por lo tanto, estos períodos de ‘animación suspendida’ de los peces pueden cumplir las mismas funciones restauradoras que el sueño en las personas.

¿Por qué es desaconsejable guardar las lentillas en agua?

Si usas lentillas blandas y alguna vez has tenido que dormir fuera de casa por un plan improvisado, probablemente te hayas encontrado con un problema: dónde guardarlas cuando no llevas contigo el líquido pensado para ello. Sin embargo, coger un par de vasitos con agua puede parecer tentador, pero es recomendable evitarlo. Además de que no limpia ni desinfecta las lentillas, contiene organismos que pueden provocar infecciones oculares.

Mercè Basulto, óptica optometrista y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, desaconseja utilizar agua para guardar las lentes de contacto. “No sólo no se debe usar para guardarlas, sino que tampoco es recomendable bañarse con ellas”, asegura a Maldita.es la experta, que también es profesora asociada de la Universidad de Valencia y profesora especialista en el centro de formación profesional de Mislata

El motivo es que las lentes de contacto no dejan de considerarse un cuerpo extraño para nuestro organismo y si se usan de forma inadecuada, pueden provocar lesiones importantes en el ojo, tal y como señala a Maldita.es José M. Benítez-del-Castillo, catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y oftalmólogo de la Clínica Rementería.

“Al igual que el entorno que nos rodea, el agua también contiene bacterias”, explican a Maldita.es desde Óptica & Audiología Universitaria. Aunque el agua se somete a sistemas de tratamiento, no está totalmente a salvo de patógenos dañinos.

Por tanto, “las bacterias tienen en este líquido una vía perfecta de transmisión y pueden adherirse a la superficie de las lentes de contacto y proliferar en ella”. Si esto ocurre y después nos las ponemos, podríamos sufrir una infección ocular.

Entre los principales riesgos, está el de padecer queratitis por Acanthamoeba (un microbio muy común en el medio ambiente y en el agua del grifo), según cuentan a Maldita.es desde la Delegación de Galicia del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO).

“El 85% de los casos están asociados al uso de lentes de contacto y al mal mantenimiento de las mismas”, señalan. Una investigación publicada en la revista Journal of Current Ophthalmology indica que se trata de una infección rara (en los países desarrollados, afecta a hasta 33 personas por cada millón de usuarios de lentillas), pero potencialmente devastadora. De hecho, puede incluso provocar la pérdida de la córnea y ceguera.

¿Ocurre lo mismo tanto si se usa agua del grifo como si es embotellada? “Es mucho más peligroso utilizar la del grifo (ya que hay más probabilidades de que contenga este microbio), por lo que jamás debe usarse para conservar las lentes”, afirman desde el CNOO.

En el caso de agua embotellada, “puede utilizarse como último recurso, pero nunca jamás se deben volver a colocar las lentes de contacto en el ojo antes de que sean inspeccionadas por un profesional sanitario de la visión, que las desinfectará correctamente, si es posible, y valorará si están en condiciones de volver a ser utilizadas con seguridad”. Si no pueden ser desinfectadas, la mejor opción sería desecharlas.

Pero entonces, si tenemos que guardar las lentes de contacto y no tenemos el líquido adecuado a mano, ¿qué podemos hacer? Ana Belén Cisneros del Río, vicedecana del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León, cuenta a Maldita.es que, en ese caso, se pueden guardar en solución salina o suero fisiológico, “siempre y cuando sea por unas horas o un día, hasta comprar el líquido específico de mantenimiento”.

El motivo es que se trata de un líquido “algo más parecido a nuestras lágrimas, por lo que se conservan mejor las lentillas”. Aun así, sólo sirve para guardarlas durante unas horas porque no tiene poder desinfectante.

¿Es cierto que las cremas de protección solar "tienen elementos cancerígenos" y que "hay estudios" que relacionan el aumento del cáncer de piel con estos productos?

¿Te has echado crema solar hoy? Independientemente de que leas esto en verano o invierno, recordamos nuestro artículo en el que te explicábamos por qué es recomendable que uses protector solar todo el año. Dejando el mensaje de servicio público, esta semana nos habéis preguntado por si estos productos, que nos protegen de la radiación solar, tienen elementos o ingredientes cancerígenos. Al tiempo, nos transmitís la duda sobre estudios que relacionan el aumento de cáncer de piel con estos productos.

Vamos a empezar con dos respuestas cortas porque el tema es más complejo de lo que parece. Lo primero es que la legislación europea prohíbe expresamente que los protectores solares tengan algún tipo de elemento que sea cancerígeno, mutagénico o tóxico para la reproducción humana. Lo segundo es que usar protector solar sí previene el cáncer de piel y otros daños producidos por la radiación solar como las quemaduras, algo que se ha demostrado en multitud de ensayos clínicos controlados aleatorizados y revisiones de estudios. Dicho esto, nos metemos en faena.

Los protectores solares en Europa se consideran cosméticos —en Estados Unidos, por ejemplo, se consideran fármacos de venta libre— y están regulados por el reglamento (CE) nº 1223/2009, de productos cosméticos. Libertad González, química y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, explica que en esta norma se encuentran tanto las sustancias cuyo uso está prohibido en cosméticos (anexo II) y los filtros ultravioleta permitidos (anexo VI).

Así, en su artículo 15 se especifica que está prohibido el uso en cosméticos de sustancias CMR (carcinogénicas, mutagénicas o tóxicas para la reproducción). Ahora bien, se permite usar una sustancia clasificada de la categoría 2 (“sospechoso de ser carcinógeno para humanos”) si ha sido evaluada por el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores (SCCS, siglas en inglés) y lo considera seguro para usarlo en cosméticos.

Artículo 15.1 del reglamento europeo sobre productos cosméticos

Este es el caso, por ejemplo, de la oxibenzona (también llamada benzofenona-3 o BP-3), un compuesto químico incluido en los filtros UV que ha demostrado ser cancerígeno en experimentos con ratas y clasificado en el grupo 2B, “posiblemente carcinogénico para humanos”, según la escala del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, siglas en inglés).

Por su parte, el SCCS recopiló toda la evidencia disponible sobre este químico hasta marzo de 2021 y concluyó que el BP-3 es seguro si se usa en productos que lo tengan en ciertas concentraciones máximas (2,2% para cremas corporales y sprays, y del 6% en cremas para la cara, manos o labios). Otro ejemplo es el octocrileno, un compuesto químico con la capacidad de generar benzofenona, también valorado por el SCCS, que lo considera seguro como filtro UV en concentraciones de hasta el 10%.

A su vez, cuando se ha detectado algún ingrediente que puede causar daño, se ha solicitado la retirada del producto del mercado, como ocurrió en 2021 con cinco cremas solares de Johnson & Johnson donde se detectó que tenían niveles bajos de benceno, una sustancia química que es cancerígena: grupo 1, “carcinogénico para humanos”.

Miguel Ángel Sogorb, profesor de Toxicología de la Universidad Miguel Hernández y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, destaca que esta retirada del producto es una “prueba de que el sistema funciona”. A esto, añade que todos los productos que se usan en las cremas solares se registran en el Portal de Notificaciones de Productos Cosméticos: “Todos los compuestos que se encuentran en el registro son seguros”. Por su parte, González recomienda un buscador web con información de ingredientes y cosméticos que contienen algún ingrediente con riesgos para la salud.

Ahora bien, ¿qué se sabe sobre los estudios que relacionan uso de protección solar y cáncer de piel? Inés Escandell, dermatóloga y maldita que nos ha prestado sus superpoderes, explica que existen estudios donde se observa un incremento del melanoma relacionado con el uso de cremas solares. Pero como decimos siempre, correlación no es causalidad, y más aún en este tipo de investigaciones: el uso de la fotoprotección no es la causa detrás de este aumento de cáncer, como ya desmentimos en 2018.

Sin embargo, hay que destacar dos cosas que suceden vinculadas al uso de la fotoprotección. La primera, detalla Escandell, es que “los pacientes de melanoma y otros tipos de cáncer de piel usan más el fotoprotector” que las personas sin estas enfermedades. La segunda, usar fotoprotección puede ser un incentivo para que una persona se exponga aún más a la radiación solar y, por tanto, tenga más riesgo de cáncer. De hecho, el World Cancer Report de 2018 alerta que la crema solar podría estar “contrarrestando” la protección que brinda.

En resumen: las cremas solares no contienen elementos cancerígenos, ya que la legislación europea sólo permite emplear aquellos que son seguros para humanos; ni son las causantes del cáncer de piel, aunque las cremas solares podrían estar generando un ‘exceso de confianza’ en quienes se exponen al sol.

En este artículo han colaborado con sus superpoderes las malditas Mercè Basulto, Libertad González, Miguel Ángel Sogorb, profesor de Toxicología de la Universidad Miguel Hernández, e Inés Escandell.

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* Actualizado el 26 de julio para corregir la versión inicial que decía que un quilate era un quinto de kilo en las gemas.

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