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MALDITA CIENCIA

Insultos, frustración y un montaje manipulado: las consecuencias de la desinformación sobre vacunas para una madre que perdió a su hijo

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En varias ocasiones hemos desmentido en Maldita.es contenidos que apuntan a las embarazadas y al uso de vacunas contra la COVID-19 durante la gestación. Por ejemplo, ya explicamos el contexto del bulo que afirmaba que el 90% de las embarazadas perdió su bebé tras la vacuna o del que planteaba una tasa de aborto espontáneo incorrecta. También hemos escrito sobre por qué las mujeres que quieran quedarse embarazadas deben vacunarse por su salud y la de su bebé.

Esta historia es diferente. Se trata de un caso en el que los desinformadores aprovecharon la muerte de un bebé con tres meses de vida para sembrar bulos sobre la seguridad y eficacia de las vacunas contra la COVID-19. La historia está originalmente publicada en el New York Times y la cuenta la propia afectada, Amanda Makulec, que trabaja como diseñadora de visualización de datos sanitarios en Washington DC (Estados Unidos) y es directora ejecutiva de la Data Visualization Society.

“En septiembre de 2021, a punto de cumplir tres meses, mi hijo murió. Era uno de los bebés más felices y con los ojos más brillantes que he conocido y pasó cada día de su corta vida querido y adorado”. Con estas palabras arranca Makulec su artículo. Compartió en su cuenta de Twitter que su segundo hijo había fallecido de manera inesperada y repentina. “Como persona activa en las redes sociales, quería evitar la inevitable pregunta de amigos y conocidos: ‘¿Cómo está tu bebé?’”.

Al día siguiente, relata, alguien que había buscado entre sus tuits antiguos confirmó que la madre se vacunó contra la COVID-19 durante su embarazo, tal y como recomiendan la práctica totalidad de los organismos científicos y sanitarios. Así, un usuario desinformador creó una imagen de sus tuits: uno del mes de julio, donde compartía su alivio por recibir la vacuna; y otro de septiembre, con la historia de su pérdida. “Escribió ‘seguras… y efectivas’ junto a las capturas, insinuando que la vacunación durante el embarazo había causado la muerte de mi hijo”, señala.

Este montaje entre los dos tuits, que aún puede encontrarse por internet y redes sociales, así como lo que insinúa es mentira: “La autopsia no mostró ninguna conexión entre la muerte de nuestro hijo y las vacunas”.

Ejemplo de montaje con los dos tuits de Amanda Makulec.

Otras versiones compartidas de este montaje incluyen una captura de una emisión de la cadena CNN en la que se lee el rótulo “CDC (los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) envían alerta ‘urgente’ para que las mujeres embarazadas se vacunen”.

El daño tras el montaje

Makulec cuenta en el artículo del NYT que no esperaba, en un momento de profunda pena y dolor, que su historia se convirtiera “en un arma contra las mujeres embarazadas y las vacunas, que podrían protegerlas de las peores consecuencias de la COVID-19”. Precisamente, las embarazadas son una de las poblaciones en riesgo de desarrollar COVID-19 grave y tienen riesgo de sufrir complicaciones que afecten al bebé y su crecimiento, según los CDC.

La protagonista ha escrito y hablado sobre la importancia de que los datos sobre la pandemia sean claros y entendibles, “especialmente por lo fácil que es ser influenciado por experiencias personales y anécdotas de internet”. Es por este motivo que la desinformación sobre la pérdida de su hijo ha sido tan “desgarradora”.

“Me sentí frustrada porque parecía que no podía hacer mucho para detener la difusión de las mentiras. También sentí una profunda tristeza por las mujeres embarazadas que podrían haber visto la desinformación sobre la muerte de nuestro hijo y experimentar dudas y miedo sobre la vacunación en un momento en el que era más probable que enfermaran por COVID-19”, relata Makulec.

De hecho, sondeos y estudios científicos publicados en el último año confirman que las embarazadas muestran muchas dudas a la hora de vacunarse: casi la mitad, según la Universidad de California en Davis; o casi el 40%, según este estudio en Japón.

La historia falsa, amplificada por redes sociales y páginas de curación de contenido

Amanda Makulec centra una parte de su artículo en la “economía digital” dedicada a extender contenidos falsos que resulten convincentes. “Las historias son más pegadizas que los gráficos. Las redes sociales permiten una gran amplificación, mientras que las webs preservan las historias y anécdotas en páginas de curación de contenidos”, resume.

Varios compañeros de Makulec se dedicaron a monitorizar sus cuentas en redes sociales para limitar su exposición al odio y al acoso. Según cuenta la protagonista, recibió muchísimas respuestas llamándola “asesina” o “la madre más tonta de la historia”, por lo que sus colegas denunciaron y documentaron los comentarios cuando lo merecían, mientras que otros trabajaron para frenar la difusión de la mentira.

Llama la atención la respuesta de un propietario de un sitio web al que solicitaron eliminar la publicación en su blog. Esta persona respondió que “nunca lo haría”, justificándose en que la gente “no entiende el trabajo que conlleva la creación de contenidos”. “La gente estaba ganando dinero con esa imagen, mediante clics y las veces que se compartía, mientras que nosotros teníamos unos recursos limitados”, lamenta.

En este reportaje de El País se cuenta más sobre cómo la publicidad automática de Google es una importante fuente de financiación para las páginas de contenidos sensacionalistas, falsos o promotores de odio: a más visitantes, más personas ven sus anuncios y más beneficio económico obtienen.

La respuesta de Makulec: alejarse de redes sociales

La reacción de Makulec fue alejarse de las redes sociales. “Era la elección adecuada en ese momento”, dice, “pero también significaba perderse los mensajes de apoyo, amor, condolencias y empatía de otras personas, sobre todo de otros padres que han perdido a sus hijos”. Este tipo de duelo es especialmente estresante y devastador, según reconoce la literatura psicológica y científica. Aunque cada caso de duelo es único y cambiante, una de las claves para sobrellevarlo es el acompañamiento en familiares, amistades, grupos de apoyo y otras personas que han sufrido la pérdida de un hijo.

Meses después de su pérdida, la protagonista repasó más de 400 capturas de pantalla con insultos, preguntas sobre los detalles de la muerte del bebé y comentarios que afirmaban que su historia validaba su escepticismo sobre las vacunas. “Si alguien tiene dudas acerca de la seguridad de una intervención médica, escuchar [la historia de] una mujer vacunada cuyo bebé, posteriormente, falleció, puede crear un ciclo vicioso de sesgo de confirmación sin fundamento”, recalca.

Otra cuestión en la que se detuvo a comentar Makulec es la tendencia a buscar respuestas firmes, precisas y completas en un momento de incertidumbre como es la pandemia y sobre una historia que, aunque dolorosa, es muy infrecuente. Esto supone, en su opinión, una “nueva norma inaceptable” cuando se demanda y comparte información “sin pensar en ella críticamente”.

“En un contexto de acontecimientos mundiales, ser un lector consciente puede frenar la propagación de la desinformación. Si lo hacemos, podemos despejar las redes sociales para dar cabida a la verdad y ahorrarle a una familia el dolor y sufrimiento adicional. Recuerden, hay gente real en juego”, concluye.

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