Cada 30 de marzo se conmemora el Día Mundial del Trastorno Bipolar, una jornada dedicada a divulgar sobre esta enfermedad mental y reducir el estigma social que se le asocia injustamente. Se elige esta fecha coincidiendo con el nacimiento de Vicent Van Gogh, pintor de quien, se cree, sufrió bipolaridad (entre otros trastornos de salud mental).
Aprovechamos esta ocasión en Maldita.es para explicar qué es (y qué no es) este trastorno, cómo se diagnostica, cuáles son sus síntomas y tratamiento y, lo más importante: por qué es erróneo y dañino autodiagnosticarse este trastorno sin la ayuda de un profesional de salud mental.
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar es una enfermedad mental que se caracteriza por una alteración en las estructuras cerebrales encargadas de regular el estado de ánimo. Como se explica en la guía para pacientes elaborada por el Hospital del Sureste (Madrid), en el trastorno bipolar aparecen estados de ánimo bajo (episodios depresivos), exaltados (episodio de manía o hipomanía) y mezcla de ambos (episodios mixtos) con una repercusión negativa en la persona que los sufre. Según la Asociación Bipolar de Madrid, estos episodios deterioran el entorno social, laboral y personal.
Ian Hickie, investigador de Psiquiatría en la Universidad de Sídney (Australia), detalla en The Conversation que los episodios de manía, que pueden durar de días a semanas (y que, si son menos intensos, cortos o problemáticos, se denominan hipomanía), se asocian con “intensos impulsos internos para estar activo, incapacidad para quedarse quieto, discursos rápidos y difíciles de interrumpir, sueño de mala calidad, motivación para conseguir grandes metas, fuerte sensación de unidad con el mundo y estados de ánimo irritables o eufóricos”. A estos signos, la Asociación Bipolar de Madrid añade “excesivo gasto de dinero, facilidad de distracción, deseo sexual elevado y conductas de riesgo”.
Por otro lado, Hickie explica que los episodios de depresión, que suelen durar de semanas a meses, se asocian con una “fatiga abrumadora, estados de ánimo bajos y pensamientos y comportamientos suicidas”. También se incluyen en estos episodios la pérdida de interés, disminución significativa de la libido, sentimiento de inutilidad o culpabilidad, aislamiento social, insomnio o sueño excesivo, disminución de la capacidad de concentración y pérdida o aumento significativo de peso.
Si bien cualquier persona puede tener altibajos a lo largo de su vida, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) explican que la variedad de cambios en el estado de ánimo de una persona que sufre trastorno bipolar es lo que lo hace diferente, pudiendo ir de un extremo a otro.
Como detallan, estos episodios anímicos ocasionan síntomas que duran una o dos semanas (a veces más) y están presentes la mayor parte del día y todos los días. “Los sentimientos son intensos y ocurren junto con cambios en el comportamiento y en los niveles de energía o actividad, algo que pueden observar las demás personas”, añaden.
¿Cuál es la causa del trastorno bipolar?
Según detalla el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) y los NIH, “la causa exacta del trastorno bipolar es desconocida”, aunque las investigaciones sobre esta enfermedad señalan que hay una combinación de factores que contribuyen a desarrollarlo.
Por un lado, se apunta a los desequilibrios químicos en los neurotransmisores (en concreto, la noradrenalina, la serotonina y la dopamina), las sustancias responsables de controlar diferentes funciones del cerebro. Así, hay evidencias de que, si existe un desequilibrio en los niveles de uno o más neurotransmisores, una persona puede desarrollar algunos síntomas del trastorno bipolar.
Por otro, existen personas con ciertos genes (no un gen específico, sino muchos involucrados) que tienen más probabilidad de presentar trastorno bipolar. Se considera que si algún miembro de la familia tiene bipolaridad diagnosticada hay un mayor riesgo de desarrollar este trastorno. No obstante, los NIH precisan que aunque este mayor riesgo existe, “la mayoría de personas con antecedentes familiares no presentan la enfermedad”.
En último lugar, el NHS destaca que hay circunstancias y situaciones estresantes que pueden desencadenar síntomas del trastorno bipolar. Como ejemplos, menciona “la ruptura de una relación, el abuso físico, sexual o emocional o la muerte de un ser querido”.
Del mismo modo, también puede ‘activarse’ por enfermedades físicas, problemas abrumadores en la vida cotidiana (dinero, trabajo o relaciones) o trastornos de sueño. Algunas revisiones científicas apuntan que las disrupciones en el reloj biológico interno (ritmo circadiano) pueden ser un indicador clave del trastorno bipolar.
¿Qué tipos de trastorno bipolar hay?
El trastorno bipolar se manifiesta de forma diferente en cada persona. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) recoge principalmente tres clasificaciones: trastorno bipolar I, trastorno bipolar II y trastorno ciclotímico.
El trastorno bipolar I se define por episodios maníacos (de euforia, sobresalto o nerviosismo más alto que de costumbre) que duran al menos siete días (la mayor parte del día, casi todos los días) o por síntomas maníacos tan graves que se necesita atención hospitalaria. También pueden aparecer episodios depresivos separados, que suelen durar al menos dos semanas, aunque no son necesarios para que se diagnostique este tipo de trastorno bipolar. Es posible que ocurran episodios mixtos, con síntomas depresivos y maníacos al mismo tiempo.
El trastorno bipolar II se define por un patrón de episodios depresivos y episodios hipomaníacos (menos intensos, cortos o problemáticos que los maníacos), pero no por los episodios maníacos extremos del tipo I.
El trastorno ciclotímico son síntomas hipomaníacos y depresivos persistentes que no son tan intensos ni duran lo suficiente como para calificarlos como tal. Por lo general, los síntomas ocurren durante al menos dos años en los adultos y un año en los niños y los adolescentes.
El DSM-5 también recoge la categoría otros trastornos bipolares y afines especificados, que se refiere a aquellos síntomas del trastorno bipolar que no coinciden con ninguna de las clasificaciones anteriores.
A pesar de esta clasificación, los profesionales de salud mental insisten en que cada paciente tiene sus peculiaridades, que hay que individualizar la información de cada trastorno bipolar y que lo mejor es acudir a un profesional sanitario para que conozca cada caso y decida el diagnóstico y tratamiento adecuado.
¿Cómo se diagnostica?
Para saber si una persona sufre de trastorno bipolar, los profesionales de la salud (desde psicólogos clínicos hasta trabajadores sociales, psiquiatras o enfermeros) pueden realizar exámenes físicos, pruebas médicas para descartar otras enfermedades físicas (problemas de tiroides, como especifica el NHS) o mentales (depresión o esquizofrenia) y evaluaciones psiquiátricas recopilando datos del propio paciente y de su círculo cercano.
Guías de pacientes con trastorno bipolar como esta, elaborada por la compañía global de atención médica Otsuka Pharmaceutical y revisada y adaptada por Guadalupe
Morales, de la Fundación Mundo Bipolar, y José Manuel Goikolea, psiquiatra, miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), recomiendan que el primer paso para saber si una persona sufre de esta enfermedad sea el médico de familia, que es quien hace una evaluación inicial y decide si se deriva al especialista. Si esto no es posible, se recomienda hablar con un trabajador social, alguna persona cercana que pueda ayudar a recibir atención médica o con grupos de personas que padecen trastorno bipolar.
El riesgo de autodiagnosticarse el trastorno bipolar
José Ramón Ubieto Pardo, profesor de Psicología y Ciencias de la Educación en la Universitat Oberta de Catalunya, explica en este artículo de The Conversation algunos de los riesgos que conlleva el autodiagnóstico del trastorno bipolar (y de otros problemas como Asperger o trastorno obsesivo-compulsivo).
“Los efectos discriminatorios del estigma no han desaparecido, sino que han sido sustituidos por una nueva versión: la etiqueta. Son los propios afectados los que buscan y solicitan estas etiquetas, las reclaman para sí y, una vez conseguidas, esperan los tratamientos adecuados. También los beneficios que les corresponden (ayudas económicas, exenciones de tareas académicas o laborales, privilegios derivados de ese ‘déficit’…)”.
Del mismo modo, otros expertos en salud mental y estudios científicos apuntan a que el trastorno bipolar parece ser una enfermedad ‘deseable’, que las personas están más predispuestas a su diagnóstico.
Paul Fallon, profesor de salud mental en la Universidad de Salford (Reino Unido), apunta a que esto puede ser una asociación del trastorno bipolar con la creatividad. “Por ejemplo, se cree que Charles Dickens y Beethoven sufrieron de trastorno bipolar; y que existe cierta cobertura mediática con celebridades que sufren o han sufrido trastorno bipolar, como Kanye West y Carrie Fisher”.
El mayor riesgo de este autodiagnóstico de trastorno bipolar, alerta Fallon, es que puede conducir a un aumento de diagnósticos erróneos, lo que significa que personas que no tienen esta enfermedad reciben un tratamiento o se eclipsa alguna otra enfermedad que sí existe, pero para la que no se está entregando la medicación adecuada. “Esto es importante porque los fármacos que se utilizan para tratar el trastorno bipolar conllevan el riesgo de sufrir importantes efectos secundarios”.
El trastorno bipolar tiene tratamiento
El tratamiento del trastorno bipolar está enfocado a reducir la gravedad y el número de episodios depresivos y maníacos para que la persona pueda hacer vida normal. La mayoría de pacientes pueden ser tratados con diferentes métodos, como medicación, psicoterapia, identificando los síntomas de los episodios o con recomendaciones sobre el estilo de vida (ejercicio, sueño y dieta).
La medicación más común que se emplea en el trastorno bipolar son los estabilizadores del estado de ánimo, como las sales de litio, y antipsicóticos atípicos. Los NIH apuntan que también se pueden agregar otros medicamentos para controlar los problemas de sueño o ansiedad. Psicoterapias como la terapia cognitivo-conductual o interpersonal, por su parte, ofrece apoyo, educación, habilidades y estrategias a las personas con trastorno bipolar y sus familias.
También se prueban otros tratamientos para el trastorno bipolar y el estigma que se les asocia. En este artículo en The Conversation, Adolfo J. Cangas, catedrático de Psicología en la Universidad de Almería, cuenta la experiencia de cómo un videojuego formativo (serious game) puede ayudar a que todos los jugadores —con o sin una enfermedaad diagnosticada— conozcan los problemas de salud mental, se interesen por saber cómo se sienten los protagonistas o se vean representados.
El objetivo de este videojuego, llamado Stigma-Stop, es “fomentar más cercanía y empatía hacia las personas con problemas de salud mental” y “normalizar la experiencia, ya que los trastornos pueden ser dificultades momentáneas que no tienen por qué impedir el desarrollo de nuestros proyectos de vida si contamos con los apoyos y ayudas suficientes”.
Primera fecha de publicación de este artículo: 30/03/2022