Hoy hablamos de brillibrilli y, lo primero: por favor, no esniféis la purpurina, diga lo que diga la canción de Alberto Gambino. ¿Que por qué? Porque resulta que esta sustancia tan llena de reflejos y de la que cuesta tanto deshacernos está formada por microplásticos, cuya composición suele ser predominantemente PET, siglas en inglés del tereftalato de polietileno, el tipo de poliéster usado habitualmente en botellas de plástico de agua y similares.
"La purpurina se considera microplástico primario porque se fabrica directamente en tamaños muy pequeños", explica a Maldita.es Alicia Mateos Cárdenas, ambientóloga e investigadora posdoctoral especializada en microplásticos en el agua dulce en la Escuela de Ciencias Biológicas, de la Tierra y Ambientales de la Universidad College de Cork (Irlanda).
Este microplástico tiene multitud de capas porque está rodeado de película metalizada, generalmente de aluminio aunque también puede ser de titanio, bismuto o hierro. El número y el grosor, así como la composición de cada capa, aumentan la complejidad de cada partícula, haciéndola única. La típica partícula de purpurina es un 'sándwich' formado por un núcleo hexagonal (un polígono de seis lados) de PET, con un revestimiento habitualmente de aluminio coloreado y encima otra capa de un polímero transparente.
Precisamente por su pequeño tamaño, por los aceites naturales que tenemos en la piel e incluso por la fuerza de la electricidad estática, la purpurina se adhiere a la piel humana, explica este artículo científico sobre el efecto medioambiental de la purpurina. También señala que las partículas de purpurina podrían considerarse comparables a otros microplásticos de la familia del poliéster.
Las purpurinas no son sólo aquellas partículas utilizadas para manualidades o disfraces sino que estas partículas también se encuentran en cosméticos con 'shimmer' e incluso se aplican en ropa para que brille, señala la ambientóloga: "Debido a los problemas con microplásticos en productos cosméticos como los exfoliantes y los 'microbeads' muchas marcas ya han retirado esta purpurina PET de sus productos y usan mica o purpurina hecha de celulosa".
Una investigación con purpurina PET y sus alternativas biodegradables de celulosa y mica en la planta acuática lenteja de agua común (Lemna minor) encontró efectos negativos similares o incluso mayores de las purpurinas no plásticas frente a la de PET como menos producción de clorofila y raíces más cortas.
La purpurina por su pequeño tamaño tiene la capacidad de no ser eliminada totalmente en las plantas de tratamiento de aguas y puede llegar a la naturaleza o a las aguas residuales tratadas. Las purpurinas pueden ser una importante fuente de microplásticos, especialmente para los suelos, y una fuente de nanoplásticos al degradarse. De esta forma, pueden suponer una amenaza potencial para los organismos y tener un efecto negativo para el medio ambiente, explica un estudio que analiza su impacto ambiental.
Esta sustancia "puede tener los mismos efectos que otros microplásticos similares pero su concentración en el medio ambiente es realmente muy pequeña comparada con, por ejemplo, microfibras de la ropa. Y esto afecta a su relevancia", opina Alicia Mateos.