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Cortar el pelo para favorecer su crecimiento, trayectos en avión con diferente tiempo de vuelo y purpurina. Llega a Maldita Ciencia el consultorio 171º

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¡Hola de nuevo, malditas y malditos! Tras el consultorio de Maldita Alimentación que marcó el inicio de nuestro 2022, volvemos este viernes con el consultorio científico con un 'variadito' de dudas que nos habéis hecho llegar por nuestros canales habituales. En esta edición te contamos qué sabemos sobre si cortar el pelo favorece su crecimiento, por qué algunos trayectos en avión tardan menos en un sentido que en otro, si es cierto que un producto de limpieza es mejor cuanta más espuma genere y qué es exactamente la purpurina (el producto brillante, no la canción de Alberto Gambino de 2009).

Si al terminar de leer, este consultorio se te hace corto y te plantea dudas que podamos resolver con conocimiento científico, te recordamos que aquí estamos nosotros para ayudarte. Puedes enviárnoslas por TwitterFacebook, correo electrónico ([email protected]) o a través de nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19).

¿Por qué algunos trayectos en avión tienen una duración diferente en un sentido que en otro?

Si has tenido la oportunidad de hacer vuelos de larga distancia, de un continente a otro, y luego has hecho el recorrido de vuelta en la misma ruta, probablemente habrás notado que uno de los dos trayectos es notoriamente más corto que el otro. ¿Cómo es posible que recorriendo la misma distancia no se tarde lo mismo en un sentido que en otro? El principal responsable de que esto ocurra son las corrientes en chorro, unos potentes flujos de aire que la aviación aprovecha para acortar tiempo de vuelo —o intenta evitar para no alargarlo—. Os contamos en profundidad y os mostramos una curiosa herramienta para que podáis ver estas corrientes casi en tiempo real.

Según explica a Maldita.es Benito Fuentes, divulgador y meteorólogo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), una corriente en chorro es una banda de aire en la que el viento sopla muy fuerte, con frecuencia a más de 200 kilómetros por hora, y que mide miles de kilómetros de largo, cientos de kilómetros de ancho (de latitud) y unos kilómetros de espesor. Estos flujos de aire, según explica Fuentes, se encuentran de media a unos 9 o 10 kilómetros de altura, que coincide a la altura a la que los aviones comerciales suelen volar (entre 10 y 12 kilómetros).

Existen dos tipos de corrientes en chorro que se encuentran en los dos hemisferios de la Tierra: las polares, que son las de más intensidad, y las subtropicales. La formación de estas corrientes está relacionada con el contraste brusco de temperaturas en superficie y altitudes bajas y con la rotación del planeta sobre su eje. Por lo general, las corrientes en chorro viajan desde el oeste hacia el este, aunque Fuentes precisa que, cuando estas se debilitan, “pueden desplazarse hacia el norte o sur y forman como meandros”.

Los aviones aprovechan este flujo de aire fuerte cuando vuelan en dirección este para acortar el tiempo de vuelo y lo evitan cuando van hacia el oeste. Esto nos lo confirma Jorge Barros, piloto de línea aérea y maldito que nos ha prestado sus superpoderes: “Si el avión se desplaza en sentido oeste (contra la corriente en chorro) se va a encontrar una resistencia al avance, viento en cara; mientras que si se desplaza hacia el este se encontrará una ayuda, viento en cola”.

¿Y de cuánta diferencia estamos hablando? Esto dependerá, según Barros, de diferentes variables: “longitud del vuelo, dirección —si es de norte-sur este efecto casi no se notará—, los vientos del día en particular y la velocidad del propio avión”. Por dar un ejemplo, el piloto afirma que esta diferencia puede ser de unos 120 minutos para un vuelo lo suficientemente largo “o incluso más”.

Para ilustrar este fenómeno, Jorge nos ha cedido algunos planos de vuelo en los que se aprecia cómo el trayecto Madrid-Bogotá tiene un tiempo de vuelo diferente en el viaje hacia el oeste (de España a Colombia, más tiempo de vuelo al tener esta resistencia de la corriente en chorro) que hacia el este (de Colombia a España, con el viento en cola).

Imagen con mapa de vientos en altura (en amarillo) para el vuelo desde Madrid a Bogotá. Cedida por Jorge Barros con información sensible eliminada (en negro).

En esta imagen se observa el mapa de vientos en altura que la aviación debe tener en cuenta para trazar la ruta más óptima entre destinos (la línea roja en el centro de la imagen que conecta los dos recuadros negros), en este caso desde Madrid a Bogotá. Las corrientes en chorro se desplazan de oeste a este —aunque a veces forman meandros y se desvían hacia el norte o sur—. 

Imagen con mapa de vientos en altura (en amarillo) para el vuelo desde Bogotá a Madrid. Cedida por Jorge Barros con información sensible eliminada (en negro).

Aquí mostramos otro mapa de vientos en altura para el mismo trayecto pero en el sentido contrario, desde Bogotá a Madrid. La ruta, que se muestra con una fina línea roja, es diferente a la imagen anterior y muestra los vientos en altura del día de vuelo.

Información de la componente media de viento de ambos vuelos (que calcula cuánto viento tendrá en cara o en cola el avión), el tiempo de vuelo y la distancia que recorre. Cedida por Jorge Barros con información sensible eliminada (en negro).

Para rematar la confirmación de este efecto, el piloto nos cede la información de estos vuelos: el viento que tendrá de media en el trayecto, el tiempo de vuelo y la distancia que recorrerá. En el viaje de ida a Bogotá, el avión recorrerá 4.491 millas náuticas (8.317,332 kilómetros) y estará en vuelo 10 horas y 36 minutos. Sin embargo, en la vuelta a Madrid, a pesar de recorrer una distancia ligeramente mayor, de 4.558 millas náuticas (8.441,416 kilómetros), se recorta una hora de vuelo, hasta las 9 horas y 36 minutos. El viaje hacia Colombia contará, de media, con un viento de 24 nudos en cara (44,4 kilómetros por horas); mientras que el que va hacia España estará ayudado por 22 nudos de viento de media en cola (40,4 kilómetros por hora).

Por último, para poder observar las corrientes en chorro casi a tiempo real, podemos acudir a la página web Windy, disminuir el zoom para ver el mapa a gran escala (por defecto te saldrá el área geográfica en la que estás) y colocar la barra de la derecha a 10 kilómetros para observar los vientos de esta altura. Las áreas blancas del mapa indican dónde el viento sopla con mayor intensidad, que coinciden con las corrientes en chorro polares y subtropicales.

¿Cortarse el pelo regularmente favorece su crecimiento?

En Maldita.es ya hemos explicado por qué no es cierto que depilarse con cuchilla haga que el pelo, al volver a crecer, sea más duro, fuerte u oscuro. Esta semana nos habéis preguntado por algo relacionado: si es cierto que, si nos cortamos el pelo frecuentemente, nos crecerá más rápido. La respuesta es que, independientemente de que metamos más o menos tijera a la melena, esto no hará que crezca más o menos rápido. ¿Por qué? Porque el crecimiento del pelo depende del bulbo piloso, su parte ‘viva’ dentro de la piel de la cabeza, no de la parte final e inerte de este. Es decir, no existe relación alguna entre ambos: cortar el pelo no estimula el bulbo piloso y, por tanto, tampoco la velocidad con la que crece

Ahora bien, cortarlo con una frecuencia adecuada sí puede influir en la calidad del cabello: al ‘sanearlo’ habitualmente, estaremos deshaciéndonos de la zona más estropeada (al fin y al cabo, es la que más tiempo lleva ‘con nosotros’). 

Cada pelo está conformado por un tallo, la parte visible que sobresale de la piel; y su raíz, que se adentra hacia las capas más profundas de la piel. A su alrededor se encuentra el folículo piloso (una especie de funda de piel y tejido conectivo), que también está conectado a una glándula sebácea, encargada de retirar las células muertas, mantenerla lubricada y prevenir que los tejidos se resequen. En la base, la raíz se ensancha hasta convertirse en el bulbo piloso, desde donde crece el pelo

Dado que el tallo es materia inerte, no materia biológica viva, cortarlo por su extremo no influye en su crecimiento. Ahora bien, aunque no haga que nos crezca más rápido, cortarnos frecuentemente el pelo sí hará que, en general, la melena luzca mejor, ‘más sana’

“Lo que pasa es que el tallo está mucho tiempo expuesto al aire libre, a diferentes agresiones, y es fácil que esto lo deshilache, que tenga la punta un poco más fina o estropeada (a quienes tienen el pelo largo les resultarán más familiares esas puntas abiertas)”, explica a Maldita.es David Saceda, miembro del Grupo Español de Tricología de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Lo que conseguimos al cortarlo, según el experto, es quitar esa parte defectuosa, dejando un extremo mucho más ‘limpio’ y grueso y mejorando su aspecto.

De hecho, cuando rapamos o rasuramos el cabello, la sensación de tener el pelo todavía más grueso es mayor. “El porqué es que estamos accediendo a la misma base del pelo, la zona más virgen y más protegida, al cabello con un grosor real, no con el grosor más deteriorado que supone el paso del tiempo del tallo piloso”, señala Saceda.

¿Determina la espuma que genera un jabón o un detergente si es mejor o peor?

Qué agradable es echar poca cantidad de jabón o detergente sobre la esponja o el estropajo de turno y sentirnos en plena fiesta de la espuma, ¿verdad? Parece como que todo ‘queda más limpio’ (o, al menos, esa suele ser nuestra sensación). Otra de las preguntas que nos ha llegado esta semana es precisamente esta, si realmente es importante la cantidad de espuma que genere un producto de limpieza en su efectividad, es decir, en que limpie más o mejor.

De nuevo, la ciencia desmontando aquello que hemos dado alguna vez por hecho: en realidad, la cantidad de espuma no es indicador de la calidad de un producto de limpieza, ya que no es esta la que limpia, sino el resultado de la reacción de las moléculas de jabón con el agua y el aire. De hecho, esta dependerá, no solo del producto en sí, también del punto geográfico en el que nos encontremos, debido a la dureza (cantidad de cal) del agua del sitio en particular. 

Para explicarlo, debemos remontarnos a la composición de las moléculas que forman el jabón o el detergente, de forma similar a la de un chupachups: mientras que la cola (el ‘palo’) repele el agua (propiedades hidrófobas), la cabeza (el ‘caramelo’) es soluble en ella (propiedades hidrófilas)

Esto hace que, al contacto con el agua, las moléculas se coloquen formando esferas denominadas micelas. En su interior se encuentran las colas, dejando las cabezas, por lo tanto, en su exterior “de forma que la parte hidrófila queda en contacto con el agua y la parte hidrofóbica forma un centro altamente repelente del agua donde la suciedad, especialmente las grasas, quedan atrapadas”, explica a Maldita.es María Celeiro, química experta en sustancias potencialmente peligrosas en cosméticos y maldita que nos ha prestado sus superpoderes .

Como explicaba en Ciencia para llevar Fernando Gomollón Bel, doctor en Química Orgánica y divulgador científico, "es por eso que las micelas de jabón atrapan las manchas y la suciedad a la perfección” y, por lo tanto, por lo que la acción limpiadora del producto dependerá de la formación de estas micelas y no de la espuma. “La mayor o menor cantidad de espuma, que se forma por la presencia de aire al producirse agitación cuando un detergente se disuelve en agua, puede colaborar escasamente arrastrando las micelas formadas, pero no afecta en la eficacia de la limpieza”, señala Celeiro. 

Además, afirma que algunos fabricantes (cada vez menos) añaden a sus formulaciones agentes espumantes innecesarios, “posiblemente por la falsa creencia de muchos consumidores de que su efecto limpiador es mayor”. “Sin embargo, desde un punto de vista económico, un exceso de espuma no es recomendable: implica un mayor consumo de agua para eliminar completamente la espuma”, concluye.

¿Y qué tiene que ver, entonces, el lugar en el que nos encontremos, el agua y la espuma, como adelantábamos? Más de lo que crees. La respuesta está en la dureza del agua que utilicemos (más dura cuanta más cal tenga), que varía dependiendo del lugar geográfico.

“Las cabezas hidrófilas de las moléculas de jabón se llevan también muy bien con los iones de calcio y magnesio con carga positiva que contiene la cal. Así, cuando hay mucha cal, empiezan a asociarse con estos iones y las micelas se rompen o no llegan a formarse”, explica Gomollón. “Por lo tanto, en zonas con aguas muy duras, los jabones formarán menos espuma”.

¿Qué es exactamente la purpurina?

El brillibrilli para el final. Y por favor, no esniféis la purpurina, diga lo que diga Gambino. Porque resulta que esta sustancia tan llena de reflejos y de la que cuesta tanto deshacernos está formada por microplásticos, cuya composición suele ser predominantemente PET, siglas en inglés del tereftalato de polietileno, el tipo de poliéster usado habitualmente en botellas de plástico de agua y similares. "La purpurina se considera microplástico primario porque se fabrica directamente en tamaños muy pequeños", explica a Maldita.es Alicia Mateos Cárdenas, ambientóloga e investigadora posdoctoral especializada en microplásticos en el agua dulce en la Escuela de Ciencias Biológicas, de la Tierra y Ambientales de la Universidad College de Cork (Irlanda)

Este microplástico tiene multitud de capas porque está rodeado de película metalizada, generalmente de aluminio aunque también puede ser de titanio, bismuto o hierro. El número y el grosor, así como la composición de cada capa, aumentan la complejidad de cada partícula, haciéndola única. La típica partícula de purpurina es un 'sándwich' formado por un núcleo hexagonal (un polígono de seis lados) de PET, con un revestimiento habitualmente de aluminio coloreado y encima otra capa de un polímero transparente.

La estructura de una partícula de purpurina. Fuente: Marine Pollution Bulletin

Precisamente por su pequeño tamaño, por los aceites naturales que tenemos en la piel e incluso por la fuerza de la electricidad estática, la purpurina se adhiere a la piel humana, explica este artículo científico sobre el efecto medioambiental de la purpurina. También señala que las partículas de purpurina podrían considerarse comparables a otros microplásticos de la familia del poliéster.

Las purpurinas no son sólo aquellas partículas utilizadas para manualidades o disfraces sino que estas partículas también se encuentran en cosméticos con 'shimmer' e incluso se aplican en ropa para que brille, señala la ambientóloga: "Debido a los problemas con microplásticos en productos cosméticos como los exfoliantes y los 'microbeads' muchas marcas ya han retirado esta purpurina PET de sus productos y usan mica o purpurina hecha de celulosa".

Una investigación con purpurina PET y sus alternativas biodegradables de celulosa y mica en la planta acuática lenteja de agua común (Lemna minor) encontró efectos negativos similares o incluso mayores de las purpurinas no plásticas frente a la de PET como menos producción de clorofila y raíces más cortas.

La purpurina por su pequeño tamaño tiene la capacidad de no ser eliminada totalmente en las plantas de tratamiento de aguas y puede llegar a la naturaleza o a las aguas residuales tratadas. Las purpurinas pueden ser una importante fuente de microplásticos, especialmente para los suelos, y una fuente de nanoplásticos al degradarse. De esta forma, pueden suponer una amenaza potencial para los organismos y tener un efecto negativo para el medio ambiente, explica un estudio que analiza su impacto ambiental.

Esta sustancia "puede tener los mismos efectos que otros microplásticos similares pero su concentración en el medio ambiente es realmente muy pequeña comparada con, por ejemplo, microfibras de la ropa. Y esto afecta a su relevancia", opina Alicia Mateos.

Antes de que os vayáis...

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En este artículo han colaborado con sus superpoderes Jorge Barros Miñones y María Celeiro.

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