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MALDITA CIENCIA

Lo que las evidencias científicas nos dicen de la gravedad de la COVID-19 causada por la variante ómicron a 24 de diciembre

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A día 24 de diciembre es difícil conocer la expansión de la variante Ómicron del SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19, en España, aunque un informe publicado por el Ministerio de Sanidad el 21 de diciembre aseguraba que en nuestro país "en las últimas semanas se ha detectado mediante cribados por PCR, un crecimiento exponencial en la proporción de Ómicron frente a Delta" que podría estar infraestimada debido al retraso en la recolección de los datos y la rápida expansión de esta variante.

Igual que estos datos son aún preliminares, también lo son algunas cosas que vamos conociendo poco a poco sobre la diferencia en cuanto a la gravedad de la enfermedad causada por esta variante del virus, que sería más leve y con síntomas distintos de los causados por las variantes anteriores.

Las evidencias apuntan a una enfermedad más leve, pero podría deberse a la protección previa de las personas infectadas y no a la propia variante

Ya lo hemos dicho e insistimos: es pronto aún para estar seguros de prácticamente nada en lo que se refiere a la variante ómicron. Dicho esto, las evidencias recogidas desde que se caracterizó la variante el 24 de noviembre en Sudáfrica hasta ahora sugieren que esta versión del virus estaría dando como resultado una COVID-19 más leve que otras variantes previas. Si es por el propio virus o por las defensas que ya tienen muchas de las personas infectadas es algo que está aún por determinar.

Los primeros informes publicados por científicos y médicos sudafricanos apuntaban a que la nueva variante recién descubierta era capaz de transmitirse con velocidad pero producía en su mayor parte casos leves o asintomáticos y menos hospitalizaciones. Según datos publicados el 14 de diciembre por la mayor aseguradora médica del país, "el seguimiento epidemiológico muestra una abrupta trayectoria de nuevas infecciones, indicando la rápida expansión de ómicron, pero de momento una progresión plana de ingresos hospitalarios, indicando posiblemente una menor severidad".

Estos datos había que manejarlos teniendo en cuenta el contexto: en Sudáfrica se daban unos altos niveles de seroprevalencia (presencia de anticuerpos contra el SARS-COV-2 en la sangre) debido en gran medida al alto impacto que tuvo allí la variante delta, además de población relativamente joven (la mediana de edad en Sudáfrica era de 27,6 años en 2020 años según datos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas; en comparación la de España es de 44,9 años).

Al día siguiente, el 15 de diciembre, otro estudio preliminar de la Universidad de Hong Kong publicaba nueva información sobre el impacto de la variante ómicron en el cuerpo humano y lo que eso significaba sobre su expansión y gravedad. Según los autores, esta versión del virus se replicaría más rápidamente en los bronquios pero sería mucho menos eficaz replicándose en el tejido pulmonar, que es donde se produce la neumonía característica de la COVID-19 grave, "lo que podría sugerir una menor severidad de la infección".

Un tercer estudio, realizado por investigadores británicos y publicado en el portal de preprints Biorxiv el 21 de diciembre, concluía en la misma línea que esta nueva versión del virus es menos eficiente que la delta para entrar en las células alveolares de los pulmones.

Otra investigación posterior, publicada el 22 de diciembre y llevada a cabo por el Imperial College de Londres (de la que se hacía eco este artículo de El País) daba otro punto de vista sobre el impacto de esta variante. Según sus autores la aparente menor gravedad de la enfermedad en esta ola no se corresponde, o no solamente, con la actividad del propio virus sino con que está infectando a personas que ya tenían una protección previa, ya fuese por estar vacunados o por haber pasado previamente la infección. Esto tiene una lectura positiva y otra negativa, según los autores: por un lado efectivamente hay menos enfermos graves y menos muertes; por otro, ómicron es capaz de saltar barreras que las variantes previas no podían saltar.

Todo esto coincide con el impacto que la sexta ola está teniendo en España, donde varios días en los que el número de casos está en ascenso no se están traduciendo en enfermos graves, ingresos hospitalarios y muertes por COVID-19 al mismo ritmo que en olas anteriores.

Sin embargo, es difícil saber con seguridad cuánto de esto se debe a una menor gravedad de las infecciones por la variante ómicron e incluso, de deberse a la variante, cuánto es por la menor capacidad de esta versión del virus para causar enfermedad grave y cuánto a la protección de las vacunas y la inmunidad generada por infecciones previas.

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