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Algunas claves para detectar la obesidad infantil

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En Maldita.es ya hemos hablado del gran impacto de la obesidad en la salud individual y colectiva. Se trata de una enfermedad crónica con dimensión pandémica en el mundo occidental actual, tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo. En el caso de la infancia europea, la obesidad es uno de los principales problemas de salud pública, según el informe del Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España 2019 (Estudio Aladino 2019) de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN). 

La prevalencia de sobrepeso y obesidad de los escolares de 6 a 9 años en nuestro país es elevada, como afirma el informe. Por sexo, las cifras de sobrepeso son superiores en niñas (24,7% frente al 21,9% en niños); mientras que las relativas a la obesidad son mayores en niños (19,4% frente al 15% en niñas). Ante datos semejantes, ¿qué podemos hacer para reconocer un caso de obesidad infantil?

“El aumento de la prevalencia de la obesidad infantil guarda relación con los cambios tecnológicos, socio-económicos y ambientales acontecidos en las últimas décadas, que llevan a un consumo de dietas ricas en energía, en grasa (fundamentalmente saturada y trans), y azúcares simples, y pobres en nutrientes; al aumento del tamaño de las raciones y a una disminución de la actividad física y aumento del sedentarismo”, explica a Maldita.es Rosaura Leis Trabazo, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

El peso no es el único factor

Es importante señalar que el peso no es el único factor que importa en el diagnóstico de la obesidad infantil: hay niños y niñas que pueden tener una estructura corporal más grande que el promedio, como recuerda la Clínica Mayo en su página web. “Además, los niños suelen tener diferentes cantidades de grasa corporal en las diversas etapas del desarrollo”, añade. De ahí la importancia de saber cómo reconocer los casos de obesidad. 

Normalmente, para detectar la obesidad se utiliza el índice de masa corporal o IMC, que se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos entre la estatura en metros al cuadrado. Es la medida en base a la que se establece si una persona está en su peso correcto, o por debajo o encima de él. Ahora bien, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estado Unidos (CDC), aunque también se utiliza para detectar sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes, no es una herramienta de diagnóstico: “Para determinar si el niño tiene exceso de grasa se necesitaría una evaluación adicional por parte de un profesional de la salud capacitado”. 

Como decimos, hay que tener en cuenta que los parámetros para interpretar la medición de grasa corporal y diagnosticar la obesidad en niños son diferentes a los de los adultos. Como explica MedlinePlus, “la cantidad de grasa corporal cambia con la edad y, debido a esto, un IMC es más difícil de interpretar durante la pubertad y períodos de crecimiento rápido”. También hay que tener en cuenta que las niñas y los niños tienen cantidades diferentes de grasa corporal.

En definitiva, un IMC que signifique que un niño de determinada edad es obeso puede señalar un peso normal para otro de edad diferente. Para determinar si realmente existe obesidad, los expertos comparan los niveles del IMC de niños de la misma edad. “Si el IMC de un niño es superior al 85% de otros niños de su edad y sexo, se considera en riesgo de tener sobrepeso; si es superior al 95%, se considera con sobrepeso u obeso”, explica MedlinePlus.

El entorno u otras patologías, factores a estudiar

Como vemos, la detección de posibles casos de obesidad infantil debe ir más allá de la báscula. La Organización Panamericana de la Salud recoge en este documento algunos datos añadidos que pueden ayudar a determinar un problema de sobrepeso u obesidad infantil y que deben tenerse en cuenta en el momento de evaluar un posible caso.

Una de ellas es si hay casos de obesidad en la familia, por parte de madres, padres y hermanos/as. “Es conocida la combinación padres obesos-hijos obesos. Usualmente se asocian tanto factores genéticos como malos hábitos alimentarios”, recoge el protocolo, que añade que la recuperación y el mantenimiento de un peso saludable será más difícil si hay un entorno con más casos de obesidad.

Otra pregunta relevante es si se ha notado un aumento de peso notable en poco tiempo, ya que en situaciones proclives a la obesidad el aumento de peso no suele ser drástico y en poco tiempo sino sostenido en el tiempo. “Cuando se trata de un niño o adolescente que recientemente está ganando peso en forma exagerada y sin explicación aparente, hay que pensar en una patología diferente y no en una obesidad exógena”.

Algunas medicaciones concretas, cambios hormonales relacionados con la menarquía (la primera menstruación) y cambios emocionales recientes en el niño o adolescente son otros aspectos a tener en cuenta por el profesional sanitario para determinar si existe obesidad o riesgo de padecerla. 

El diagnóstico debe hacerlo un pediatra

Tal y como explica a Maldita.es Anselmo Hernández, Coordinador del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), es importante definir lo que es la obesidad. Este concepto se basa en una serie de parámetros estadísticos que sirven para determinar si el peso de una persona está dentro de los valores habituales para alguien de su edad y altura o si, por el contrario, está por encima o muy por encima. Esta evaluación se hace “tomando como referencia las curvas percentiladas de peso y talla y la relación entre esos parámetros, (denominada índice de masa corporal IMC), así como otros valores como el índice nutricional”.

Tabla percentilada de IMC para niñas entre 5 y 19 años (Fuente: OMS)

“En la mayoría de los casos, la obesidad se detecta en las consultas de 'revisión del niño sano' [revisiones pediátricas preventivas que se realizan en determinados momentos del crecimiento] que realizamos en Atención Primaria los pediatras y enfermeras”, explica Hernández.  “Como en los niños el peso y la talla están en continuo cambio, los pediatras medimos su peso y talla y las llevamos a unas tablas percentiladas. En ellas no solo podemos ver en qué percentiles se encuentra, también anticiparnos, al observar un ascenso o descenso de dichos percentiles de peso y talla, que siempre nos han de preocupar y poner en alerta”, señala Hernández y añade que se deben tomar medidas cuando hay un ascenso de ese peso, no relacionado en igual proporción a su talla que “nos advierte de lo que va a suceder si no tomamos las medidas oportunas”. 

Tabla percentilada de IMC para niños entre 5 y 19 años (Fuente: OMS)

“Hay otros parámetros que pretenden medir la grasa corporal, como los índices de diferentes pliegues cutáneos, pero esos tienen menos utilidad en la práctica diaria”, explica.

Causas y prevención de la obesidad infantil

Según los CDC, padres, tutores y maestros pueden ayudar a los niños a mantener un peso saludable. ¿Cómo? Ayudándoles a desarrollar hábitos alimenticios saludables y limitar las tentaciones con alto contenido de calorías, a que se mantengan físicamente activos, a reducir el tiempo frente a la pantalla y dormir lo suficiente: las claves en la prevención de la obesidad infantil. 

“Las causas, como en la obesidad adulta, no recaen sobre una sola sino que son una combinación entre aspectos sociales, ambientales, sanitarios y económicos. Por ello, el abordaje debe ser integral desde todos los aspectos siendo importante las políticas y programas de concienciación y fomento”, señala a Maldita.es Diana Díaz Rizzolo, nutricionista e investigadora biomédica en diabetes y obesidad.

Jesús Javier Díaz Rico, presidente de la Asociación Española de Personas Obesas (ASEPO) afirma a Maldita.es que la principal medida en la prevención de la obesidad infantil “es la información y la sensibilización, principalmente dirigidas a los padres y adaptadas también a la edad del niño”. “No estaría mal una clase de apoyo psicológico en la escuela, además de programar actividades lúdicas que fomenten los hábitos saludables, talleres, jornadas... Todo lo que contrarreste el sedentarismo y la mala alimentación”, añade.

“Debemos prestar también especial atención a la publicidad de alimentos en horario infantil, al tiempo de sueño y al horario de comidas. El momento del día en que se ingieren los alimentos parece asociarse a un mayor riesgo de obesidad”, concluye Leis.

*Hemos actualizado este artículo con las declaraciones de Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Este contenido es apoyado por la iniciativa “Alimentando el cambio” de DANONE EDP en el que Maldita.es colabora elaborando contenidos independientes según su metodología.


Primera fecha de publicación de este artículo: 05/10/2021

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