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Las afirmaciones falsas de Byram Bridle sobre la proteína S generada por las vacunas contra la COVID-19

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"Al vacunar a la gente estamos inoculando inadvertidamente una toxina". Esto afirmó Byram Bridle, inmunólogo y profesor de la Universidad de Guelph (Canadá), en una entrevista del pasado 28 de mayo que se ha difundido en webs como The Defender - Children's Health Defense. Según Bridle, la proteína S que generan las vacunas contra la COVID-19 es una toxina y es patógena. Y, supuestamente, esta proteína puede ingresar en la circulación sanguínea y causar trombos, hemorragias, problemas en el sistema cardiovascular y daños neurológicos.

Para afirmar esto, Bridle se basa en dos documentos. El primero recoge datos farmacocinéticos de la vacuna de Pfizer contra la COVID-19 y fue publicado por la Agencia de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos (PMDA) de Japón. La farmacocinética es la rama de la farmacología que estudia la absorción, distribución, transformación y eliminación de un medicamento en un organismo.

El segundo es un estudio publicado en la revista Clinical Infectious Diseases pero, de hecho, uno de sus coautores ha afirmado que Bridle ha malinterpetado los resultados de la investigación. Ninguna de las dos publicaciones demuestra que la proteína S sea una toxina, que sea patógena o que cause daños en nuestro organismo.

Esta verificación ha sido realizada en el marco del proyecto #VacúnaTE que Maldita.es y la agencia de noticias Servimedia desarrollan contra la desinformación sobre las vacunas de la COVID-19 con el apoyo de Google News Initiative.

Qué es la proteína S

Como explica aquí el Ministerio de Sanidad, la llamada proteína S (también espiga o spike) es una proteína del coronavirus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19. Esta proteína encaja con la enzima ACE2 de nuestras células como una "llave en una cerradura" y, de esta forma, el coronavirus entra en nuestro organismo.

Lo que hacen las vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y España es que nuestras defensas actúen contra esta proteína S. Para ello, se utiliza ARN mensajero (Pfizer y Moderna) o vectores de adenovirus (AstraZeneca y Janssen) para que nuestras células fabriquen la proteína S igual a la del coronavirus. El resultado es que nuestro sistema inmune reconoce que esta proteína no debería estar ahí y produce anticuerpos y linfocitos T.

Pero la proteína S no es una toxina ni es patógena, como afirma Byram Bridle. Guillermo López Lluch, catedrático de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide, aclara a Maldita.es que "la proteína S, que se sepa, no induce respuestas tóxicas dentro de las células y, por supuesto, no se puede comportar como un patógeno". 

El informe de la agencia de Japón no demuestra que la proteína S generada por las vacunas se acumule en diferentes órganos

Una de las publicaciones que cita Bridle para justificar sus afirmaciones falsas es este documento publicado por la Agencia de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos (PMDA) de Japón del que ya os hemos hablado en Maldita Ciencia. Según el inmunólogo, este documento ha sido obtenido gracias a una solicitud de información que él mismo y "varios colaboradores internacionales" hicieron a la agencia japonesa.

Desde Pfizer explicaron a Reuters - agencia que forma parte del International Fact-Checking Network (IFCN) al igual que Maldita.es - que se trata de un Documento Técnico Común (CTD) que las farmacéuticas tienen que enviar a autoridades reguladoras, como la PMDA de Japón, para que puedan aprobar fármacos como las vacunas.

Bridle dice que este documento prueba que la proteína S entra en la sangre y circula varios días tras la vacunación. También, que se acumula en varios tejidos como el bazo, la médula ósea, el hígado, las glándulas suprarrenales y los ovarios. Pero a lo que hace referencia el inmunólogo es a los resultados de un experimento con ratas, no con humanos.

En las páginas 16 y 17 del documento, encontramos una tabla que muestra los niveles de concentración de los lípidos ALC-0315 y ALC-0159 de la vacuna de Pfizer que se encontraron en diferentes órganos de las ratas:

Captura de la tabla

Los niveles de concentración de lípidos transcurridas 48 horas en las glándulas suprarrenales, el hígado, los ovarios o el bazo son mayores que en otros tejidos. Sin embargo, esto no significa que la proteína S se acumule en estos tejidos y pueda causar daños en nuestro organismo. Como decimos, el documento hace referencia a los lípidos de la vacuna, no a la proteína S. Y, según los expertos consultados por Maldita.es, los resultados que vemos en la tabla no son alarmantes y no indican que se produzca una acumulación que pueda causar patologías.

Desde Pfizer aseguraron a Reuters que el documento no hace ninguna referencia a que las proteínas S que genera la vacuna se conviertan en "toxinas peligrosas que permanecen en el cuerpo" y que se trata de una afirmación "incorrecta".

El estudio en el que se detectaron pequeñas concentraciones de proteína S en la sangre de vacunados no demuestra que esta proteína sea patológica o una toxina

Bridle también hace referencia a otra publicación. En este caso, se trata de un estudio publicado en la revista Clinical Infectious Diseases en el que se encontró proteína S en la sangre de 11 sanitarios (de un total de 13) que habían recibido la vacuna contra la COVID-19 de Moderna. Según el inmunólogo, esto significa que la proteína S es una proteína patógena, una toxina, que puede causar daños en nuestro cuerpo si entra en la circulación sanguínea tales como trombos, hemorragias, problemas cardiovasculares o neurológicos.

Pero según dijo a Reuters David Walt, profesor de patología de la Facultad de Medicina de Harvard y coautor del estudio, Bridle ha malinterpretado los resultados de la investigación. Para empezar, se encontraron concentraciones muy pequeñas de la proteína S en los primeros 5 días tras la vacunación. Estas concentraciones disminuyeron en las semanas siguientes y no se detectaron tras la segunda dosis. "Esto se debe a que los individuos desarrollaron anticuerpos para eliminar el antígeno del torrente sanguíneo, creando una respuesta inmune exactamente como se diseñó la vacuna", apunta Reuters. Además, según Walt, las pequeñas cantidades que se detectaron no eran tóxicas.

En este sentido, Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), aclara a Maldita.es que "todas las vacunas actuales producen la proteína S dentro de las células, por lo que la posibilidad de que haya proteína S (...) circulando en el torrente sanguíneo es mínima".

El catedrático Guillermo López Lluch indica que, en todo caso, la cantidad de proteína S que podría ser liberada a la circulación sanguínea "sería pequeña y su simple presencia no tiene porqué producir ningún efecto patológico sobre las células vasculares" como sugiere Bridle.

El experto recalca que "los primeros vacunados ya llevan más de un año (aquellos que formaron parte de las pruebas clínicas) y no se observa ningún efecto tóxico o patológico, más aún cuando la proteína S proveniente de la vacunación desaparece en pocos días".


En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito Guillermo López Lluch.

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