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Gorriones, alergia a la penicilina y vacunas contra la COVID-19 y aceite de coco: llega a Maldita Ciencia el consultorio 136º

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¡Buenos días, malditas y malditos! Siguiendo la tradición de cada viernes y para solucionar todo aquello que os trae de cabeza, llega una nueva entrega de nuestro consultorio científico. Últimamente, ¿ves menos gorriones? ¿Es saludable el aceite de coco? ¿Qué ha ocurrido u ocurre en China para que disfrute de la situación epidemiológica actual?

Seguro que se os ocurren más preguntas, muchas otras. ¡Pues no os las guardéis! Animaos y mandádnoslas por TwitterFacebook o correo electrónico ([email protected]). Además, ahora también podéis utilizar nuestro chatbot de WhatsApp (¡guárdate el número! +34 644 22 93 19). ¡Empezamos!

¿Están desapareciendo los gorriones? ¿Por qué?

Si vives en una ciudad y tienes suficientes años quizás lo hayas notado: hay menos gorriones que antes. ¿Pero es verdad? ¿Realmente los gorriones están disminuyendo? ¿Y por qué? La respuesta corta es que las poblaciones de gorriones han disminuido en Europa desde los años 80 aunque en los últimos años se ha mantenido estable en España. Pero la evolución no es igual en todas partes: han menguado más en las ciudades que en el campo. Las causas incluyen la falta de lugares adecuados para nidificar porque los edificios nuevos no lo facilitan.

Desde SEO/Birdlife y el Consejo Europeo para el Censo de Aves (EBCC por sus siglas en inglés) señalan que las poblaciones de gorrión común (Passer domesticus) han descendido más del 60% desde 1980. En el sur de Europa, incluyendo España, EBCC tienen datos desde 1989 y la población se considera estable desde entonces.

Índice de población del gorrión común en Europa. Fuente: EBCC/BirdLife/RSPB/CSO

En España SEO/BirdLife tiene información desde 1998 y señalan que, aunque ha habido un descenso en este período de más de 20 años, en 2019 y 2020 ha habido un repunte. La población de gorriones en 2020 es similar a la que había en España en 1998. Por regiones, en la mitad sur de la península y el Levante ha habido una disminución en torno al 10% mientras que en la meseta norte y parte de Extremadura los gorriones han aumentado ligeramente.

Índice de población del gorrión común en España. Fuente: SEO/BirdLife

No obstante, la organización ornitológica señala que las poblaciones de pequeñas aves como el gorrión común son muy fluctuantes y sólo un seguimiento a largo plazo determina la evolución real de cada especie. La ligera recuperación en 2019 y 2020 del gorrión en España "puede ser un cambio de tendencia real o simplemente una pequeña recuperación como otras que ya ha tenido anteriormente en su manifestado declive a largo plazo", indica SEO/BirdLife.

Aunque no está claro si los gorriones están desapareciendo en España, sí sabemos que están disminuyendo más en las ciudades que en el medio rural. Y el estado físico de las poblaciones de gorriones comunes en las grandes ciudades es mucho peor que en las periferias urbanas o en el campo, según diversos estudios que cita SEO/BirdLife.

Los problemas más graves para el gorrión, según la organización, "son la falta de zonas verdes y de lugares adecuados para nidificar, dado que los edificios de nueva construcción son cada vez menos amigables para las aves". La dificultad creciente para encontrar alimento y la competencia con especies invasoras podrían ser otros de los problemas que afrontan los gorriones en la ciudad.

Según SEO/BirdLife, los retos del gorrión en el mundo rural incluyen el empleo abusivo de plaguicidas y el despoblamiento rural porque "han evolucionado muy ligados a su convivencia con el ser humano."

¿Puede una persona alérgica a la penicilina o derivados vacunarse contra la COVID-19?

Otra de las preguntas que nos habéis hecho esta semana es si una persona que es alérgica a la penicilina (o derivados de esta) puede vacunarse con las vacunas de las que disponemos actualmente contra la COVID-19. Lo cierto es que, como recuerda a Maldita Ciencia Jaime Perez Martín, de la Sociedad Española de Vacunología (SEV), en principio ninguna de las vacunas actualmente autorizadas contienen penicilina o derivados, por lo que no podrían originar una reacción anafiláctica a causa de esta. Conclusión: vacunarse es seguro tanto para las personas alérgicas a la penicilina como las alérgicas a otros componentes.

De hecho, como apunta el Ministerio de Sanidad, la vacuna “solo está contraindicada en personas que hayan presentado una reacción anafiláctica a una dosis previa de vacuna frente a la COVID-19 o a alguno de los componentes de la vacuna”. Como decimos, la penicilina no está entre ellos.

Puedes encontrar la lista de ingredientes de estas vacunas (tanto Pfizer, Moderna y AstraZeneca como Janssen)  en los prospectos publicados en la web del Centro de Información online de Medicamentos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

Además, según el Ministerio de Sanidad, este tipo de vacunas debe administrarse con precaución a aquellas personas con alergias a otras vacunas o medicamentos con otros componentes diferentes no presentes en la vacuna COVID-19.

Añade que la vacunación no está contraindicada en personas con alergias alimentarias, a animales, insectos, alérgenos del ambiente, látex u otras alergias. 

“Los recelos iniciales a reacciones alérgicas a la vacuna se han retirado después de que ampliase el número de personas vacunadas”, explica a Maldita Ciencia Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología. “La recomendación actual de la AEMPS es que las personas con historial de reacciones alérgicas graves a medicamentos o alimentos, se pueden vacunar, pero el periodo de observación debe extenderse a 30 minutos en vez de los 15 habituales”, añade.

"Hasta la fecha se han administrado en el mundo millones de dosis, tanto de la vacuna de Pfizer como de Moderna y AstraZeneca, además de las elaboradas en Rusia y China. Como esperaban los especialistas, aunque se han presentado los efectos secundarios detectados en la fase de desarrollo (fiebre, malestar, dolor en la zona de inyección, erupciones etc) debidos al efecto de la vacuna desarrollando defensas, se han reportado muy pocos efectos adversos graves", explica a Maldita Ciencia Moisés Labrador, médico especialista en alergia e inmunología en el Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona) y profesor titular de Medicina en Universidad Autónoma de Barcelona.

Añade que, en cualquier caso, es importante mantener activa la vigilancia epidemiológica y recoger todos los efectos que ocurran en relación a estos fármacos, para analizarlos y detectar si las diferentes vacunas provocan alguno entre ellos las reacciones alergias especialmente las graves (anafilaxia y shock anafiláctico).

"Si aparece alguna reacción alérgica en relación a las vacunas contra el SARS-CoV-2, los alergólogos serán los responsables de estudiar el caso y confirmar o descartar dichas reacciones y la actitud a seguir en las próximas vacunas de ese paciente", concluye.

¿Es saludable utilizar aceite de coco en la cocina?

Ya sea porque esté de moda o porque os haya sorprendido el resultado al probarlo en ciertas recetas, nos habéis preguntado por el aceite de coco, sus propiedades y su posible uso en la cocina. A pesar de que hacen falta más investigaciones al respecto, actualmente no se considera una alternativa saludable y preferible respecto a otro tipo de grasas, como las del aceite de oliva virgen extra (AOVE). 

“Este aceite es un compuesto graso extraído del coco por diversos métodos. Sus propiedades son muy diversas, aunque las más destacadas son nutricionales y relacionadas con la cosmética”, explica a Maldita Ciencia Sevi González, dietista-nutricionista y maldito que nos ha prestado sus superpoderes. "Lo cierto es que, en la actualidad, no existe un consenso científico sobre las verdaderas propiedades de esta grasa en relación a la salud: los resultados obtenidos en los diferentes estudios son contradictorios", indican a Maldita Ciencia las dietistas-nutricionistas Fatima Japón y Anabel Moyano, que nos han prestado sus superpoderes. Aun así, ambas se decantan por el uso de de AOVE en la dieta habitual.

“Usado para cocinar, al ser una grasa muy agradable al paladar, es muy posible que a quien lo empiece a utilizar, le guste. Esto no quiere decir que sea una alternativa más saludable. Sobre todo, teniendo en cuenta que en España disponemos de la mejor grasa por excelencia en nuestra dieta y apta para todo el mundo, el AOVE,  muy lejos de parecerse a cualquier otra grasa y cuyos beneficios ya son conocidos por todos”, coincide González.

Según una revisión de estudios publicada en 2016 en la revista científica Nutrition Reviews, reemplazar el aceite de coco por grasas insaturadas (como las que proporciona el aceite de oliva) podría modificar el perfil lipídico, reduciendo así los factores de enfermedad cardiovascular. “Es decir, que el consumo de aceite de oliva sería más cardiosaludable que el de coco”, explica en su blog Marián (Boticaria) García, farmacéutica y tecnóloga de los alimentos. 

Por otro lado, un metaanálisis de 2020 de la Asociación Americana del Corazón (AHA) concluye que “no hay evidencia de los beneficios del aceite de coco sobre aceites vegetales no tropicales para la adiposidad o marcadores glucémicos e inflamatorios”. Además, añade que este no debe considerarse un aceite saludable para disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Ahora bien, aunque el aceite de coco está compuesto en un 82% por ácidos grasos saturados, no todas estas sustancias son igual de perjudiciales, como explica García. “Aproximadamente el 50% de los ácidos grasos del coco son ácidos láuricos, que podrían tener algún efecto beneficioso”, indica. 

“La investigación sobre los beneficios potenciales del aceite de coco plantea preguntas importantes, pero es demasiado pronto para sacar conclusiones claras”, coincide en su página web la Clínica Mayo. Añade que, aunque tomar aceite de coco con moderación no se relaciona con grandes perjuicios para la salud, se necesita más investigación con grupos de estudio más grandes y seguimiento a largo plazo para conocer su impacto, el colesterol en sangre y los factores de riesgo cardiovascular.

De lo que no cabe duda es de que la evidencia científica apunta que las dietas ricas en grasas insaturadas, especialmente el aceite de oliva, podrían reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Un ensayo clínico realizado en España mostró que las personas que consumían una dieta de estilo mediterráneo mejorada con aceite de oliva virgen extra o nueces tenían un menor riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y muerte por enfermedad cardíaca que las personas que siguieron una dieta baja en grasas.

No por ello tenemos que eliminar por completo el consumo de aceite de coco. “Este puede ser útil en algunos platos o recetas, de vez en cuando. Pero, como grasa de elección, no debemos olvidar que el aceite de oliva virgen va a ser más interesante”, continúa García. “Y recordar que en España tenemos más olivos que cocoteros: no tiene sentido sustituir una grasa interesante desde el punto de vista nutricional y cardiosaludable por otra que no ha demostrado serlo y que tenemos que traer desde el otro lado del Atlántico”, concluye. 

Si quieres optar por el aceite de coco para alguna preparación, el consejo de Japón y Moyano es procurar que este sea virgen, prensado en frío. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo el aceite de coco virgen, el que se extrae de la parte carnosa del alimento, que el aceite de coco transformado, sometido a altas temperaturas, que es el que se utiliza en productos ultraprocesados. 

Como recomienda la Clínica Mayo, “si te gusta el sabor del aceite de coco, úsalo con moderación como parte de una dieta global saludable”.

¿Cómo ha conseguido China su situación epidemiológica actual?

En Wuhan, que fue el epicentro y posible origen de la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2, se lleva una vida muy similar a la que tenía antes de la COVID-19: discotecas abiertas sin mascarillas, personas hacinadas en parques acuáticos... ¿Cómo ha logrado China controlar tanto la pandemia como para tener esta apariencia de vieja normalidad? La respuesta completa implica varios factores pero en resumen implica optar por una estrategia de eliminación del virus frente a la de mitigación adoptada por Europa y Estados Unidos. Lo explicamos.

Aunque en China no llega a un caso diario de COVID-19 confirmado notificado por millón de habitantes frente a los menos 90 al final de la tercera ola en España, no es cierto que el coronavirus haya desaparecido por completo del país donde se detectó por primera vez. A 23 de marzo se detectan una media de en torno 20 casos diario de COVID-19 en China.

Lo que diferencia a China de otros países es lo que ocurre cuando se detecta un brote: "Se confina completamente el barrio o ciudad, se hace PCR a todos los habitantes y se vigila que no haya más casos. Si al cabo de un mes se confirma que no hay nuevos casos, se abre el confinamiento. En brotes como en el de algunas ciudades se han realizado hasta cuatro millones de PCR en 48 horas. De esta manera se controla la expansión y de momento lo están consiguiendo", señala a Maldita Ciencia Pepe Alcamí, virólogo del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).

Coincide con él Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y tesorero de la Sociedad Española de Microbiología (SEM). Para el microbiólogo "el secreto" de China es que "la detección de una decena de casos dispara en cuestión de días escrutinios de millones de personas". Además, "los controles y cuarentenas en frontera son draconianos", opina Jiménez Cid.

Un editorial publicado en la revista científica The Lancet Infectious Diseases calificó de "exitoso" el control de la COVID-19 en China. En el editorial se destaca que lo logró gracias al recuerdo de la epidemia del coronavirus SARS en 2003, a las medidas restrictivas de la movilidad de la población desde el principio, su capacidad de incrementar la producción de equipos de protección personal (EPI) al ser el mayor productor mundial, a elevado número de pruebas diagnósticas, la construcción de hospitales de campaña para aislar los casos y el cumplimiento estricto por parte de la sociedad de las medidas del Gobierno chino.

Por su parte, el epidemiólogo en el Instituto de Salud Carlos III y portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP), Fernando García, destaca la experiencia que tuvo China con el SARS y que "sus sistemas de salud pública estaban más preparados para una pandemia". También que destaca que "China actuó con rapidez con medidas estrictas con detección precoz de casos" como el aislamiento de casos en hospitales y un "sistema de rastreo de contactos brutal. En Europa se recomiendan 30 rastreadores por 100.000 habitantes. En Wuhan había 81 rastreadores por 100.000 habitantes". Este rastreo se hace también a través del teléfono con un sistema conectado con la historia clínica y el sistema de gestión de la policía, del transporte e infraestructura, como ya contamos.

El control de la COVID-19 en Wuhan se logró con un confinamiento "muy estricto" de 76 días "donde no podían salir de sus casas y les llevaban comida". Además, que en China ya existiese la costumbre de salir a la calle con mascarillas por otras epidemias y la contaminación es otro factor del éxito chino, señala García.

El control de las personas que llegan a China también explica por qué no ha habido repuntes posteriores: "Se hace cuarentena a todas las personas que lleguen. En Europa sólo se hace en Suiza", aclara García.

La estrategia seguida por China se denomina eliminación de la COVID-19, pero no es el único país que la ha seguido. También lo han hecho Taiwán, Australia, Nueva Zelanda y Vietnam con políticas diferentes, señala García. En cambio, Europa optó por una estrategia de mitigación. En este continente "se tomaron medidas tarde. Si no hubiésemos hecho una desescalada tan rápida a lo mejor tendríamos la misma situación que China", opina el epidemiólogo.

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En este artículo ha colaborado con sus superpoderes el maldito Roger Solanas, experto en ensayos clínicos y Fátima Japón, Anabel Moyano y Sevi González, dietistas-nutricionistas.

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