Teniendo en cuenta que el uso de mascarillas es obligatorio a día de hoy en España en todos aquellos lugares públicos donde no sea posible guardar la distancia de seguridad con otras personas, y que estos objetos pueden convertirse en un grave problema medioambiental, mucha gente se pregunta cómo dar toda la vida posible a sus mascarillas.
En Maldita Ciencia ya hemos hablado de que lo ideal es no reutilizar las mascarillas desechables más allá del periodo indicado por el fabricante (que suelen ser unas 4 horas para las mascarillas quirúrgicas o higiénicas) pero que si nos vemos en la oblicagión de hacerlo, hay métodos que funcionan mejor otros que conviene evitar. Relacionado con este tema, aquí os contamos lo que sabemos sobre la reutilización de mascarillas que se han dejado aireando varios días, y finalmente aquí lo que sabemos sobre la desinfección en el microondas (aquí os contamos todo sobre las mascarillas y los trucos que podéis, o no, utilizar).
Ahora nos habéis preguntado si una buena forma de desinfectar las mascarillas podría ser dejarlas al sol. Después de todo, la luz del sol tiene rayos ultravioleta que, en situaciones muy concretas, se utiliza para desinfectar. Algunos estudios han obtenido resultados positivos con este sistema, pero la respuesta no está del todo clara.
Hace poco se publicó un artículo en la revista The Journal of Infectious Diseases que explicaba cómo en condiciones simuladas de exposición del virus Sars-CoV-2 a la luz sol, se observa una disminución del 90% de la carga viral en pocos minutos (entre 6 y 19, concretamente).
Sin embargo, como explica a Maldita Ciencia Víctor Jiménez Cid, catedrático del departamento de Microbiología y Parasitología en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología, “en ese estudio trabajan con aerosoles en suspensión, no con fibras impregnadas, como esperamos ocurra en una mascarilla”.
“Obviamente”, continúa Jiménez, “si exponemos una mascarilla al sol, la radiación ultravioleta acelerará la destrucción del virus”. Ahora bien, “el término ‘desinfección’ es siempre relativo. Mejor hablar de reducción de la posible carga viral que pueda contener el objeto”, asevera.
Como os explicamos aquí, lo que es siempre cierto es que el virus no sobrevive eternamente sobre superficies y materiales, sino que la carga viral va disminuyendo hasta desaparecer.
En este otro artículo de The Lancet Microbe, los investigadores estudiaron la estabilidad del virus SARS-CoV-2 en diferentes entornos. En particular, observaron que después de siete días, detectaban aún un 0,1% (es decir, una milésima parte) del virus que había al principio en la cara externa de las mascarillas quirúrgicas.
“No debemos olvidar que la mascarilla no es para protegernos nosotros, sino primordialmente para proteger a los demás”, advierte el microbiólogo. Por lo tanto, el grueso de las secreciones respiratorias quedará en la cara interna de la mascarilla. En el caso de ser positivo en PCR o tener síntomas, la mascarilla una vez quitada es el fómite perfecto” (es decir, un objeto transmisor pasivo del virus).
Este es el motivo por el cual no se recomienda reutilizar las mascarillas y su eliminación debería seguir un protocolo especial, nos explica Jiménez.
Aun así, dice, “dado que hay que salvar el planeta y dar a nuestras mascarillas toda la vida que podamos, cualquier solución es buena. Hay quien usa sprays de alcohol y quien las ventila al sol. En cualquier caso, una mascarilla usada epidemiológicamente debe tratarse como un kleenex usado. Solo su dueño debe reciclarlo si procede y su exposición a segundas personas (o animales) debe evitarse”.
Primera fecha de publicación de este artículo: 10/08/2020