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MALDITA CIENCIA

¿Ha generado más problemas de concentración el confinamiento?

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Quizás os haya ocurrido. Desde que comenzó la cuarentena creías que ibas a tener más tiempo para leer o escribir pero la mente se te iba y no podías concentrarte. Quizás te haya pasado al revés: al aislarte del mundanal ruido ha ayudado a que te centres en tu día a día. Os contamos qué sabemos al respecto.

¿Nos concentramos menos?

En opinión de Eparquio Delgado, psicólogo sanitario del Centro Psicológico Rayuela de Tenerife, no se puede saber si ha habido una mejora o un empeoramiento en la capacidad de atención durante o por la cuarentena durante la crisis del coronavirus: faltan datos. "Hay gente que se distrae más durante la pandemia pero no se puede saber si es un problema general", aclara.

Para el psicólogo Ramón Nogueras, parece ser que podría ser algo real. "Por un lado, sabemos que la falta de contacto social, como la que se da por ejemplo en los presos encerrados en aislamiento, puede tener efectos neurofisiológicos y conductuales, encontrándose entre ellos la pérdida de atención y concentración. Por otro lado, una investigación de varias entidades, entre ellas el prestigioso Instituto Max Planck, apuntan a que la capacidad atencional en general podría haber disminuido*, según algunos estudios, con muchos más apuntando a una disminución similar de la capacidad de sostener la atención", apunta Nogueras.

El psicólogo apunta como posible culpable al uso de ordenadores y smartphones: "Hace mucho tiempo que los psicólogos sabemos que cada vez que cambiamos de tarea, se produce una pérdida de rendimiento que se va acumulando con los cambios sucesivos (el llamado coste por cambio de tarea). Pero más aún, investigaciones como las de Clifford Nass apuntan a que la constante multitarea disminuye nuestra capacidad de concentración y nuestra capacidad de manejar las emociones. Si en confinamiento estamos haciendo un uso aún más intensivo de ordenadores y smartphones, tiene sentido que el efecto será más pronunciado".

La psicóloga Winifred Gallagher, según Nogueras, mostró que "hay una relación entre la capacidad de sostener la atención y una importante disminución del estrés y la ansiedad. A más fragmentada nuestra atención, más elevado será el nivel de ansiedad basal que tengamos. Y cuando experimentamos ansiedad, nos cuesta más mantener la atención y es más probable que busquemos actividades gratificantes de manera inmediata (como saltar de red social en red social), que fragmentan más la atención".

¿Qué podemos hacer?

Para afrontar una posible disminución la atención, Nogueras señala que la atención es una conducta y la conducta se puede entrenar. "Prestar atención significa discriminar un estímulo del entorno y orientar nuestra capacidad sensorial hacia el mismo. Es algo que se puede practicar". En cambio, Delgado cree que "no se pueden dar pautas sin conocer las causas y en un problema tan variado que no hay una técnica per se para mejorar la atención. Se debe abordar de forma individualizada ya que los problemas de atención son muy variados".

¿Cómo se practica? Realizando menos actividades que fragmentan la atención (navegar por internet, usar redes sociales y el smartphone) y realizar más actividades que requieran atención sostenida, aunque al principio nos resulte muy difícil, señala Nogueras.

¿Qué actividades requieren atención sostenida? Cualquiera vale: "leer un libro y obligarte a tomar notas, hacer cubos de Rubik, meditar, cualquier actividad artística... Reservar y defender agresivamente nuestro tiempo de concentración, y reservar cada vez menos tiempo para las actividades irrelevantes", opina Nogueras. 

* Eliminada la frase "podría haber disminuido de 12,5 a 8 segundos desde el año 2000" de las declaraciones de Ramón Nogueras al no haber encontrado la fuente de esa cifra.

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