Cuando pensamos en los órganos afectados por el coronavirus SARS-CoV-2, solemos pensar en los pulmones ya que la enfermedad afecta al sistema respiratorio. Y es así. Sin embargo, los efectos del virus no se limitan al sistema respiratorio, ya que afectan a otras partes del organismo, como el sistema circulatorio. Os lo explicamos.
Una "tormenta de citoquinas" en el flujo sanguíneo
Como explica a Maldita Ciencia Pepe Alcamí, virólogo e inmunólogo del Instituto de Salud Carlos III, “COVID-19 es una infección respiratoria local que en algunos pacientes se hace sistémica y afecta a muchos órganos además del tracto respiratorio y los pulmones. Se produce afectación cardíaca, renal, hepática y del sistema sanguíneo, un auténtico fallo multiorgánico que afecta a los pacientes más graves”.
Los efectos de este cuadro clínico tan grave hacen que, entre el día 7 y el día 14 desde los primeros síntomas, en algunos pacientes se desencadene una llamada “tormenta de citoquinas”, una liberación masiva por parte de las células del sistema inmune de proteínas relacionadas con el mecanismo inflamatorio. Esto suele ocurrir en infecciones graves, tanto virales como bacterianas.
La “tormenta” tiene lugar en el interior del flujo sanguíneo y supone efectos importantes en quienes desarrollen los síntomas más graves de la enfermedad. “Se produce un daño de los endotelios vasculares”, explica Alcamí.
A continuación se activan diversos componentes del sistema inmune. Por un lado, los macrófagos, las células que se encargan de neutralizar los patógenos que causan la inflamación, y por otro, el conocido como sistema del complemento, que activa una cascada de proteínas para proteger el organismo del ataque. “Este sistema a su vez activa el sistema de coagulación. Esta alteración de la coagulación en un contexto de infección grave es lo que se denomina ‘Coagulación Intravascular Diseminada’”, detalla Alcamí.
El uso de anticoagulantes para controlar las microtrombosis
Este proceso hace que “se produzcan por una parte microtrombos en los tejidos, y por otra se consuman todos los factores de coagulación y las plaquetas, lo cual favorece las hemorragias”. El tratamiento normalmente consiste en “suministrar anticoagulantes, dosis bajas de heparina, para controlar las microtrombosis que se forman y que comprometen la función de distintos órganos.”
Desde que se empezó a tratar pacientes con COVID-19 en China se sabe que en los pacientes graves existen trastornos de la coagulación que requieren tratamiento. En este artículo que ha sido aceptado para ser publicado en la revista American Journal of Hematology, y por lo tanto ha superado el proceso de peer review (es decir, ha sido revisado por otros científicos), se hace una análisis de lo que se sabe hasta la fecha sobre este tema. Los científicos llegan a la conclusión que es muy importante hacer prevención contra la trombosis y además los investigadores recomiendan que esté garantizada la donación de sangre.
Además, desde el 13 de marzo la OMS recomienda en los enfermos de quienes se sospeche que tengan la COVID-19, que para prevenir las complicaciones relacionadas con “tromboembolismo venoso” se use heparina de bajo peso molecular (un anticoagulante).
Anticoagulantes en estudio como posible tratamiento de la COVID-19
El uso de anticoagulante, que de momento está indicado como prevención de los efectos más graves en los enfermos de la COVID-19, se sigue investigando para averiguar si podría ir más allá y ser también utilizados como terapia. Desde marzo la AIFA (la agencia italiana del medicamento) ha autorizado un uso controlado de la heparina de bajo peso molecular no solo como profilaxis al principio de la enfermedad para prevenir la trombosis, sino también como terapia en una fase más aguda de la enfermedad “para contener fenómenos trombóticos”, advirtiendo que este fármaco entra en la práctica clínica “basándose en evidencias incompletas” y que solo un estudio clínico podrá valorar su eficacia terapéutica. Este ensayo clínico ha sido puesto en marcha el 14 de abril e involucra a 14 centros hospitalarios italianos.
En este momento también se está haciendo un ensayo clínico en Francia para evaluar la eficacia y la seguridad del uso de anticoagulantes en el tratamiento de COVID-19 y otro en Suiza para evaluar si el uso de altas dosis de anticoagulantes puede ayudar a bajar el riesgo de trombosis arteriales o venosa. Los resultados de estos estudios estarán disponibles a finales de año.
También hay otra cuestión que preocupa mucho en relación a la sangre. Muchos nos habéis preguntado si es cierto que el SARS-CoV-2 provoque que el hierro presente en la hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno en la sangre, se libere y dañe múltiples órganos, como afirma un mensaje de un supuesto médico de Estados Unidos que está teniendo mucha difusión. No es cierto. Os lo explicábamos aquí.