Estos días muchos de vosotros nos habéis preguntado por diferentes vídeos en los que se enseña cómo hacer toallitas desinfectantes caseras. En la mayoría de ellos, tan solo utilizan toallitas húmedas y una disolución de lejía en agua.
Es cierto que la lejía es desinfectante y que puede ayudar a eliminar al coronavirus y otros microorganismos de las superficies. De hecho, el hipoclorito sódico, el nombre químico de la lejía, se encuentra entre las sustancias activas autorizadas en España según esta Lista de productos virucidas del Ministerio de Sanidad.
"Como consecuencia de la emergencia sanitaria, el Gobierno de España declaró el Estado de alarma [...] debido a la propagación de la pandemia generada por el coronavirus SARS-CoV-2. En este sentido, existe la recomendación de desinfectar las superficies para detener la transmisión del virus entre personas", se indica en el documento.
Ahora bien, para el público general solo se menciona el hipoclorito sódico en un 4.2% de concentración contenido en un tipo de desinfectante de marca comercial y siempre y cuando se utilice para la desinfección por contacto de "superficies y equipos mediante lavado, rociado, bayeta o fregona e inmersión con el producto diluido en agua, respetando los tiempos de contacto".
Aun así y según Gemma del Caño*, especialista en industria alimenticia, esta alternativa no es la más segura o eficaz por varios motivos. Para empezar, al verter lejía diluida no somos conscientes de la concentración que estamos proporcionando a cada una de las toallitas (en unas puede haber más y, en otras menos). "Si añadimos demasiado nos podemos quemar por contacto y si, añadimos de menos, creer que estamos desinfectando cuando no es así", indica del Caño.
Además, del Caño matiza que, para la desinfección de superficies, "quizá podría servir la primera toallita pero, a partir de ahí, la lejía se va evaporando (el cloro es volátil) y en la segunda habremos perdido efectividad", aclara.
Las toallitas con lejía pueden dañar la piel
Volviendo a las toallitas hechas en casa por las que nos preguntabais, a pesar de que estas puedan ser útiles para la desinfección de superficies y determinados objetos, no son la mejor opción si de lo que hablamos es de nuestra piel y, en concreto, de las manos. Algunos de estos vídeos señalan que el resultado del experimento casero es la opción ideal para llevar en el bolso/mochila (en caso de quienes deban salir de casa), dadas las recomendaciones de organismos oficiales acerca de mantener las manos limpias. Sin embargo los dermatólogos no consideran aconsejable este método de desinfección.
"Entiendo que quien lo haga no se va a poner a medir la cantidad de lejía que utiliza, lo primero. Y, de todas formas, la lejía no es un producto que esté indicado para aplicar directamente sobre la piel en condiciones normales", explica a Maldita Ciencia Sara Gómez Armayones, dermatóloga en el Hospital Clinic (Barcelona). "Si aplicamos lejía en las manos, podemos incluso provocar una dermatitis de contacto irritativa o alérgica importante", añade.
Gómez Armayones recomienda asegurarse de hidratar bien las manos para que no se generen heridas, sobre todo en el personal sanitario y aquellos trabajadores que deben tomar estas medidas de higiene de forma muy continua. "Es cierto que hay que hidratar las manos con crema, porque se estropean de tanto lavarse", aconsejaba a Maldita Ciencia aquí Guido Rodríguez de Lema, médico y uno de los autores de Yo Doctor.
"Incluso a la gente que está en casa les están apareciendo muchas lesiones por eccemas debido al lavado continuo", apunta la dermatóloga y añade que usar lejía sería más lesivo para la piel en estos casos. Una vez más, la experta señala lo que sí hay que hacer: seguir las medidas de higiene recomendadas por los organismos oficiales. Del Caño recuerda que el jabón de manos tiene tensioactivos que sirven para inactivar al virus.
"Lavarse las manos siempre que se pueda y, en caso de que no tengamos agua y jabón, que es un tratamiento preventivo efectivo y seguro, utilizar geles hidroalcohólicos que podamos comprar en las farmacias (el cómo hacerlo te lo contábamos aquí)", recuerda Gómez Armayones, en consonancia con los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Ministerio de Sanidad, entre otros. "E intentar evitar los remedios caseros como estas toallitas o los geles caseros: tampoco podemos controlar si realmente son efectivos y su uso puede dar una falsa percepción de limpieza que no existe", concluye la experta.
Del Caño hace referencia a una pista que refleja la falta de eficacia de estas toallitas, que no existe nada similar en el mercado: si se pudiera hacer, ya se habría hecho. "Usemos las cosas para lo que son, no es momento de experimentar. La falta de eficacia cuando creemos que funciona puede suponer un riesgo que estos días no deberíamos estar dispuestos a asumir", recomienda la experta.
*Hemos actualizado con las declaraciones de Gemma del Caño, especialista en industria alimenticia.