¡Hola, malditas y malditos! Una semana más el equipo de Maldita.es al completo seguimos al pie del cañón, desmintiendo los bulos y contestando a las preguntas que nos mandáis sobre este coronavirus, la enfermedad COVID-19, el estado de alarma y las recomendaciones de organismos oficiales. Hoy os traemos ni más ni menos que el sexto Consultorio Especial Coronavirus, con la intención de responder a parte de esas dudas que os han surgido durante los últimos días y que nos habéis hecho llegar.
Si tienes más, si hay algo que te inquiete en relación al nuevo virus, ¡preguntanos! Puedes hacerlo a través de nuestro WhatsApp (655198538), e-mail ([email protected]) o sociales (bien Twitter, o bien Facebook).¡Empezamos!
¿Sirven las luces LED para desinfectar?
Otra de las dudas que nos habéis planteado esta semana es si es cierto que las luces LED sirven para desinfectar. Para responder a esta pregunta primero vamos a explicar qué son y cómo funcionan.
“Hay diferentes tipos de fuentes de luz: tenemos las bombillas, las lámparas fluorescentes, láseres... Los LEDs son otro tipo distinto que se basan en elementos electrónicos que tienen varias características”, explica a Maldita.es David Merino Arranz, físico e investigador de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC).
Entre ellas, destaca que “son muy fáciles de miniaturizar, son eficientes en términos de requerimientos de energía y son relativamente monocromáticos”: “La luz de las bombillas es blanca porque incluye luz azul, verde, naranja, roja... La luz de los LEDs es de un único color. Aunque también se pueden combinar tres LEDs (por ejemplo uno azul, uno verde y uno rojo para hacer luz blanca)”.
Rubén Lijo, ingeniero eléctrico y divulgador, explica a Maldita.es que normalmente emiten la luz en el rango visible del espectro electromagnético, aunque también pueden hacerlo en infrarrojo y ultravioleta. Esto, según explica, depende de la longitud de onda.
La mayoría de los tipos de luces LED no tienen ningún efecto desinfectante, pero sí que se están realizando investigaciones con luces LED ultravioletas. La luz ultravioleta es un tipo especial de luz que no es visible (o está en el borde de la luz visible). Investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados Unidos) están desarrollando luces LED ultravioletas que, según aseguran, tienen la capacidad de descontaminar estas superficies y “potencialmente agua y aire que ha estado en contacto con el virus SARS-CoV-2”.
¿Existe alguna diferencia entre las luces LED ultravioletas y las lámparas ultravioleta? “Las lámparas ultravioleta están basadas normalmente en lámparas fluorescentes. Pero no hay diferencia entre la luz ultravioleta de lámparas o de LEDs ultravioletas. Una vez generada la luz es la misma”, afirma Merino.
Como os explicamos aquí, la luz de lámparas ultravioletas puede servir para inactivar hasta cierto punto los virus. De hecho, en algunos países como China se está utilizando para ahorrar tiempo en la desinfección de transportes públicos y ascensores.
No obstante, los expertos desaconsejan comprar este tipo de lámparas para acabar con el coronavirus en los hogares. "La luz UV efectiva para acabar con virus (luz UV-C) es demasiado perjudicial para nosotros. Por lo tanto, su uso debe de estar restringido a personal experto con las medidas de seguridad necesarias”, indicó a Maldita.es Mónica Berjón Otero, investigadora especializada en Virología y Biología Molecular en el Max Planck Institute for Medical Research (Heidelberg, Alemania).
La Organización Mundial de la Salud también desaconseja totalmente su uso en la piel, tal y como os explicamos aquí. Las lámparas de ultravioleta no deberían usarse para esterilizar las manos u otras áreas puesto que ese tipo de radiación puede causar irritación en la piel.
Por qué las manos basta con lavarlas con jabón pero la ropa hay que lavarla al menos a 60 grados en la lavadora
También nos habéis preguntado por qué es necesario lavar la ropa a al menos 60 grados en la lavadora para minimizar el riesgo de contagio cuando en el caso de las manos es suficiente con lavarlas con jabón.
El lavado correcto de manos es una de las medidas más repetidas por los organismos de salud para evitar la propagación del coronavirus, ya que una persona puede contraer la COVID-19 si toca objetos o superficies infectados y luego se toca los ojos, la nariz o la boca.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que el lavado dure entre 40 y 60 segundos. Es importante asegurarse de que el jabón cubre toda la superficie de las manos, tal y como os explicamos aquí, ya que el jabón es el peor enemigo del nuevo coronavirus (hemos hablado aquí ello).
Pero si el detergente de la lavadora puede disolver esa envoltura del coronavirus, ¿por qué se aconseja lavar la ropa a 60 grados? “Se recomienda porque los coronavirus son muy sensibles a las temperaturas superiores a 60 grados”, explica en Materia María Cruz López, doctora en veterinaria de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas). Además el agua caliente “facilita la penetración del detergente”.
Sanidad recomienda tomar algunas precauciones con la ropa en el caso de haber estado en un ambiente cerrado con varias personas de forma continuada. También con las prendas de una persona con COVID-19 o con los uniformes de quienes ya han vuelto al trabajo.
En estos casos, es aconsejable separar en una bolsa la ropa que hayas usado, sin sacudirla. Después, hay que cerrarla y no sacar las prendas hasta que vayas a volver a usarlas para salir o hasta lavarlas con detergente habitual a una temperatura de entre 60 y 90 grados. Es importante dejar que se seque bien y siempre lavarse bien las manos después de manipularla.
¿Podría el aire acondicionado aumentar el riesgo de propagación del nuevo coronavirus?
Aunque para muchos parezca mentira, el tiempo en cuarentena también pasa y cada día estamos un poco más cerca de que las temperaturas comiencen a subir y llegue el calor. Esta semana nos habéis preguntado si, cuando esto suceda, hacer uso del aire acondicionado podría aumentar el riesgo de contagio por coronavirus. A día de hoy no sabemos lo suficiente como para responder con seguridad a esa pregunta, pero sí tenemos alguna información preliminar, que apunta que el aire acondicionado en locales públicos podría actuar como dispersor del virus.
Según esta carta de investigación (informe conciso de la investigación original) publicada el 2 de abril en la revista Emerging Infectious Diseases de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el aire acondicionado pudo ser uno de los factores en influyó en la transmisión del virus entre los miembros de tres familias (A, B y C) que se sentaron en mesas cercanas durante una comida en un restaurante de Guangzhou, en China. Una de las familias acababa de viajar desde Wuhan, en China.
El caso descrito señala que el 24 de enero, el paciente que se cree que inició este brote almorzó con otros 3 miembros de su familia (A) en el restaurante. El mismo día, este experimentó la aparición de fiebre y tos y acudió al hospital. Para el 5 de febrero, un total de otras 9 personas (los allegados del primer paciente y los miembros de las familias B y C) también habían enfermado por COVID-19, siendo el primer paciente "la única fuente conocida de exposición para las personas afectadas en el restaurante".
Los investigadores determinaron que el virus se había transmitido, al menos, a un miembro de cada familia (B y C) en el restaurante. El resto de contagios, sugieren, podrían haber tenido su origen en el propio establecimiento o entre los propios miembros de cada una de las familias.
"La transmisión del virus en este brote no puede explicarse solo por la transmisión de gotas", indica la carta de investigación. "Las gotas respiratorias más grandes permanecen en el aire poco tiempo y viajan distancias cortas, generalmente menores de un metro. Las distancias entre el primer paciente y las personas en otras mesas, especialmente las de la mesa C, fueron todas mayores. La corriente de aire originada por el aire acondicionado pudo a haber propagado las gotitas entre las tres mesas", sugiere.
Sin embargo, los propios investigadores apuntan que el estudio tiene limitaciones. "No realizamos un estudio experimental que simulase la ruta de transmisión aérea. Tampoco realizamos estudios serológicos de miembros de la familia asintomáticos negativos en muestras de hisopos y otros comensales para estimar el riesgo de infección".
Aún así, para evitar la propagación de COVID-19 en restaurantes, recomiendan prestar atención a la regulación de la temperatura, aumentar la distancia entre las mesas y mejorar la ventilación.
Por qué tienes que ir rápido al hospital si tienes síntomas de infarto
Nos habéis hecho llegar algunas dudas de en qué casos sigue siendo necesario acudir al hospital, más allá de la COVID-19. Uno de los casos claros son los síntomas de infarto. De hecho, el Ministerio de Sanidad recuerda que el infarto agudo de miocardio es una emergencia médica que requiere un rápido diagnóstico y tratamiento. “Su mortalidad es mucho mayor que la producida por el COVID-19”, explica en una infografía.
Miguel Ángel Cobos, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos, explica que un infarto se produce cuando “en un determinado momento la sangre que circula por las arterias coronarias se ocluye y el territorio que está alimentado por esa arteria se muere”: “Es decir, un trozo del corazón se muere de forma irreversible”. En una situación de este tipo, cada segundo cuenta. Si sospechas que tú o alguien de tu entorno puede estar sufriendo un infarto, Sanidad recomienda llamar cuanto antes al 112.
En las primeras horas del infarto hay mucho riesgo de arritmias ventriculares graves o incluso mortales, tal y como afirma Cobos: “Si ocurre una arritmia, es algo que en un hospital se soluciona fácilmente, pero en tu casa no tiene remedio en absoluto”. Además, una vez en el hospital, “se abre esa arteria ocluida”. “Se dice que el tiempo es músculo. Cuanto más tiempo pase una persona con la arteria ocluida, más músculo se va a ver muerto y menos vamos a poder recuperar”.
Los síntomas, tal y como recoge el Ministerio de Sanidad, pueden variar de una persona a otra. Entre ellos, habitualmente está el dolor opresivo en el centro del pecho que puede extenderse a la mandíbula, el cuello, el brazo izquierdo o incluso a ambos brazos. En ocasiones este infarto también se manifiesta con dolor en la parte alta del abdomen, sudoración fría, palpitaciones o náuseas.
Cobos cuenta que “por desgracia, los síntomas son inespecíficos”. Por ello, señala la importancia de acudir al hospital ante “cualquier dolor o molestia torácica que no sepamos lo que es”. En el centro en el que trabaja, el Hospital Clínico San Carlos, “ha descendido hasta un 40% el número de ingresos por enfermedad coronaria aguda”. Lo achaca a dos posibles factores: “Por un lado, quizás se ha producido una disminución de la aparición de infartos. Por otro, la gente no está yendo a las urgencias cuando debería ir”.
El cardiólogo considera que muchas personas no van a urgencias por miedo a la COVID-19. E insiste: “El hospital es un sitio seguro. Casi todos los centros han bifurcado los sistemas de forma que las personas con patologías respiratorias que pueden estar contagiadas van a un circuito y el resto a otro”.
El riesgo de padecer una enfermedad de corazón aumenta a medida que envejece, según se explica en Medline Plus, la web de salud de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos: “Los hombres de 45 años o más y las mujeres de 55 años o más tienen un mayor riesgo”. Además, se indica que una persona tiene un mayor riesgo si algún familiar cercano ha tenido una enfermedad cardíaca a una edad temprana.
Para Cobos, uno de los conceptos erróneos más populares entre la población es que los infartos son más frecuentes en hombres que en mujeres. “Es falso. La enfermedad coronaria es lo que más mata a hombres y mujeres en nuestro país”, añade el cardiólogo.
Una persona que ha sufrido un infarto puede tener para el resto de su vida ciertas limitaciones: “Por ejemplo, no va a poder hacer la actividad física implicada normalmente en un trabajo”. Aunque si se acude rápido al hospital, el cardiólogo explica que es probable que pueda llevar una vida normal controlando ciertos factores de riesgo.
La Organización Mundial de la Salud advierte de que el 80% de estos infartos se pueden prevenir. De hecho, existen diferentes recomendaciones para reducir la posibilidad de sufrir esta patología. Sanidad recuerda que un estilo de vida saludable, además de mejorar la sensación de bienestar, disminuye el riesgo de enfermar. No fumar, no beber alcohol, llevar una dieta equilibrada, evitar el sobrepeso, controlar el colesterol, el azúcar y la presión arterial o mantenerse activo son algunos de los consejos de la Asociación Americana del Corazón.