Parece que la llegada del calor os ha desorientado un poco y habéis supuesto que la culpa es de la primavera (que la sangre altera). De ahí que nos hayáis preguntado si realmente existe la astenia primaveral, a la que muchas veces achacamos el cansancio, la fatiga y la irritabilidad propios de estas fechas y si esta se considera realmente una enfermedad.
La respuesta es que sí, la astenia existe, pero no, no es una enfermedad: la falta de energía tan típica en esta época del año es tan solo un conjunto de síntomas que surgen a raíz de los cambios que trae consigo la primavera y el cambio de hora y que ocasionan pequeños cambios en nuestro reloj biológico, más o menos perceptibles según cada persona.
El malestar y la somnolencia típicos tras el cambio horario son el resultado de que el cuerpo trate de acostumbrarse a un mayor número de horas de luz. Como explica la Agencia Sinc en este artículo, las funciones de los órganos más importantes del ser humano dependen de la fabricación y secreción de hormonas vinculadas directamente con los ciclos de vigilia y sueño (por ejemplo, el cortisol y la melatonina).
Por eso, adelantar nuestros relojes una hora y el consiguiente aumento de horas de luz puede alterar la producción de estas sustancias químicas causando cansancio, malestar general, somnolencia e incluso cambios en el estado de ánimo.
“El porqué no está del todo claro, pero todo parte de la regulación hormonal de nuestros ciclos de vigilia y sueño: el cambio de hora en primavera, los días más largos, seguir ingiriendo comidas muy calóricas a pesar de que no hace tanto frió y no las necesitamos para calentarnos… También influyen los cambios en las temperaturas medias y en la presión atmosférica“, explica Carlos Stran, facultativo especialista del área de pediatría en el Hospital Valle de los Pedroches, en Córdoba, y añade que estos numerosos síntomas, (cansancio, fatiga, pérdida de apetito, somnolencia, falta de energía y concentración, cefaleas, etc.) pueden ser el resultado de un proceso de adaptación a un incremento del uso de la energía por pasar más horas en activo.
En personas con alergia primaveral, esos síntomas pueden ser más intensos. “Esto ese debe a una peor calidad del sueño (por los síntomas de la alergia) y, en el caso del asma, el empeoramiento respiratorio, que afecta sobre todo al ejercicio”, explica. “Además algunas de las medicaciones que se usan para mitigarlos producen efectos colaterales, algunos de ellos relacionados con la astenia primaveral“, concluye. Una pescadilla que se muerde la cola.
Mantener unos horarios regulares de sueño/vigilia, realizar ejercicio físico moderado, seguir una dieta equilibrada y variada, evitar sustancias estimulantes y mantenerse bien hidratado son algunas de las medidas que pueden ayudarte a minimizar la astenia primaveral. Sin embargo, si la fatiga y la falta de energía persisten, es recomendable acudir a un médico, ya que quizá se deba a otras causas más complejas. “Las quejas repetidas de cansancio quizás no se traten de un problema insignificante. Hay que descartar una enfermedad médica”, explica aquí el pediatra Josep María Casanovas.
Primera fecha de publicación de este artículo: 28/05/2019